El plan de vacunación para el Covid-19

Decía Warren Buffett que “solo cuando baja la marea, descubres quién está nadando desnudo”, y la Covid-19 ha demostrado que, en gran medida, ese es nuestro caso. Hay quien ha criticado la premura con la que el Gobierno presentó el plan de vacunación para la Covid-19. La realidad es que, ni hemos sido los primeros en hacerlo (contrariamente a lo que se ha dicho), ni el plan es tal.

De hecho, el Gobierno aclara que no son, sino unas líneas maestras para elaborar una estrategia, que como cualquier sanitario sabe, es distinto a un plan. Suecia, Francia, Países Bajos, Polonia, Italia, Estonia, y hasta Hungría, son solo algunos de los Estados miembros de la Unión Europea que han presentado estrategias similares a las del Gobierno. En realidad, más bien parece que, en lugar de los primeros, lo que quería el Gobierno es que no fuésemos los últimos.

Un plan requiere detalle, y hacerlo, un enorme trabajo. Desde luego que existen incertidumbres. Son incertidumbres, la aprobación definitiva de una o varias vacunas; la conservación de los distintos tipos; y la disponibilidad del número de dosis y su plazo. Pero esto es teóricamente, porque sabemos que van a aprobarse varias de la más de una decena de vacunas en fase III (si no todas), y que tendremos vacunas con dos tipos de conservación.

Pero no son incertidumbres, la necesidad de establecer un orden de prioridad de los grupos de población, de todos, no solo de la población de riesgo; el número de personas que pueden vacunarse diaria o mensualmente (Grecia o Estonia lo saben).

Tampoco es incertidumbre la logística de distribución, con los 2 tipos de conservación necesaria. España tendrá 21 millones de la de Pfizer-BioNtech, pero el pre-plan no dice nada respecto a la logística de distribución, lo fía todo a la propia empresa. ¿Cuáles son esos protocolos de trazabilidad?, ¿quiénes los responsables?, y ¿esos flujos de comunicación? ¿Cómo y dónde se van a repartir las dosis? ¿Sera proporcional a la población? ¿A la población general o a la población de riesgo? Y en este caso, ¿conocen el tamaño de esta población? ¿Quién trasladará las vacunas?, ¿las empresas?, ¿el ejército? (en Alemania eso está definido).

Respecto a la administración de las vacunas, 14 millones contra la gripe en dos meses es una referencia, pero no una garantía. Para la Covid-19 se necesitarán 80 millones de vacunaciones. No basta con decir que tenemos 13 000 puntos de vacunación. Eso son centros de salud y consultorios, ¿Qué centros adicionales son necesarios, y dónde? ¿De cuántos se dispone? Alemania ya tiene identificados centros masivos de vacunación, como pabellones, y centros deportivos.

¿Las vacunas vendrán en viales multiusos? Si es así, hay que comprar jeringas especiales para que un vial de 20 dosis no se convierta en uno de 18 o de 22. Andalucía ha comprado 25 millones de jeringas. Cataluña 10 millones. ¿Cuántas han comprado el resto? ¿Tienen instrucciones para hacerlo? No basta decir que habrá los recursos humanos “que hagan falta.” ¿Cuántos recursos humanos adicionales son necesarios para vacunar a toda la población? ¿Dónde son necesarios?

La vacunación “se hará con cita previa confirmada.” ¿Qué recursos son necesarios en cada centro para que sea eficaz? Las personas mayores y de más riesgo, son las que más ayuda necesitan en ese proceso, y durante la pandemia ha habido centros que no contestaban durante días a las llamadas de quienes habían estado en contacto con un positivo. No olvidemos lo que ha pasado con las oficinas del SEPE para los ERTE, para los que hay que comprar la cita en el mercado negro, porque es imposible hacerlo oficialmente durante meses.

La tarjeta de vacunación, ¿está ya diseñada? ¿Cuándo va a estarlo? Hay que reforzar el Registro de vacunación, pero no basta con anunciarlo. ¿Cómo se va a hacer? ¿Está ya diseñado? ¿En qué consiste? ¿Cuándo estará operativo? No es lo mismo vacunar a una población infantil de 400 000, y a algún adulto, que a 35 millones de población. ¿Quién va a financiar cada fase del proceso? En Alemania también se ha definido.

Y por último, pero no menos importante, la necesidad de la comunicación pública para garantizar la necesaria confianza de la población. Hay que educar a la población desde ahora mismo. Un 44% de la misma no se vacunaría según el CIS, y va en aumento. ¿Cómo se va a resolver si no se llega al objetivo del 75% de la población? ¿Cuál es nivel mínimo de vacunación a partir del cual tendrá que ser obligatoria? Al Gobierno no le basta con sentarse y esperar a ver qué pasa. Debe tenerlo todo planificado, y sobre todo, como va a evitar la necesidad de llegar a esa obligatoriedad.

Pero, es que además, este pre-plan, para nada contempla la realidad a la que vamos a asistir. Cuando lleguen las vacunas, se solaparán, en unos centros ya sobresaturados, el aumento masivo de la COVID en los primeros meses del año, con el inicio de la vacunación para los primeros grupos vulnerables. Y por si fuera poco, la presión será aún mayor por el resto de infecciones respiratorias.

La presión asistencial y la carga de trabajo ya son muy elevadas en los centros de salud, y el déficit de personal persiste. Para evitar el colapso, hay que cuantificar los recursos humanos, y las mejoras en las infraestructuras necesarios, y trasladar esos recursos a las CCAA, no cuando lleguen las vacunas, para algunas cosas ya. Por eso es tan importante adelantarse y prepararse.

Con todo, todavía hay quien dirá que no hay prisa, que aún no se ha aprobado ninguna vacuna. A ellos hay que decirles que, en Reino Unido, las primeras vacunas llegarán a los hospitales el día 7 de diciembre, a la espera de su aprobación definitiva. La marea está bajando, y en esto, no es solo Europa quien está mirando si llevamos bañador, es, sobre todo, España entera.