Las vacunas y tratamientos para el coronavirus llegarán seguro, pero no mañana

Un ensayo clínico en Fase III/IV de un producto ya comercializado no duraría menos de seis meses a un año

Con la situación actual del Coronavirus, poner a punto una vacuna contra este virulento agente no supondría una curación, sino garantizar la protección a futuro de la población. Hoy en día existen vacunas contra enfermedades bacterianas y vacunas contra enfermedades víricas. Una vacuna es un entrenamiento a nuestro organismo sano para que cuando lleguen los enemigos, nuestro cuerpo los reconozca y sepa cómo vencerlos. Existen vacunas a base de virus o bacterias atenuadas -atolondradas o atontadas; es decir un ejército de ese enemigo, vago o debilitado-; existen también vacunas inactivadas y vacunas toxoides, a base de elementos químicos, o fragmentos físicos, o bien proteínas procedentes del virus o la bacteria. Es como enseñar a nuestro cuerpo a luchar contra el tipo de armas del enemigo.

El proceso de desarrollo y puesta a punto de una vacuna, es básicamente igual al proceso de un medicamento cualquiera, largo y costoso. Es decir, pruebas en animales, y posteriormente ensayos clínicos en humanos, durante un tiempo y cantidad suficiente de sujetos para que el resultado de las pruebas determine significancia estadística en la eficacia de dicha vacuna.

Por tanto, si bien ya existen empresas y autoridades sanitarias trabajando en este sentido, el tiempo que necesitamos para llegar al punto final de la investigación aún queda algo lejos. Un tiempo en el que muy probablemente se dé el hecho de que se produzcan muchas exposiciones, gran parte de ellas con éxito en la batalla, y por tanto con anticuerpos de defensa para el futuro. Estamos recibiendo noticias en los medios acerca de que China y otros países ya tienen la vacuna. Maticemos esto.

La colaboración institucional y privada en esta crisis está siendo realmente inmensa. Pero, es imposible decir que ya está la vacuna a punto, y a la vez decir que van a comenzar los ensayos clínicos. Comenzar un ensayo clínico, con el rigor científico que marca la regulación internacional, supone mucho trabajo, tiempo y dinero, y los resultados positivos pueden tardar de meses a años. Sin embargo, debe decirse también que nuestra relación habitual con autoridades sanitarias en este campo nos confirma que, actualmente las autoridades sanitarias de la mayor parte del mundo, implicadas en proyectos de Covid-19, están dando prioridad absoluta a presentación de proyectos relacionados con Coronavirus y que solo se están aceptando y evaluando estos proyectos. Esto, unido a una necesidad de acelerar las investigaciones, dará como resultado que algunos ensayos puedan comenzar pronto.

El reclutamiento de pacientes será más sencillo y rápido de lo habitual, lo cual dará como resultado la mayor rapidez en obtener vacuna o tratamiento, pero no antes de seis meses a un año. Y de nuevo recordemos que si se trata de vacuna será como medicamento preventivo y no curativo. Existen actualmente más de 30 proyectos internacionales de investigación en Covid-19, en los que la maquinaria de la industria farmacéutica, en algunos casos desde España, y su experiencia a lo largo de décadas de investigación en infinidad de enfermedades, nos ha enseñado que el arsenal terapéutico existente y autorizado para determinadas enfermedades, aún tiene, o puede tener infinidad de aplicaciones terapéuticas, aún desconocidas, que nuestros científicos pueden llegar a conocer. No en vano, es en tiempo de guerra cuando la ciencia y la tecnología han experimentado mayores avances.

Existen líneas de investigación donde determinados medicamentos, actualmente en el mercado, pueden ser eficaces, en curación o mitigación de Coronavirus. Si bien las compañías farmacéuticas y autoridades sanitarias de todo el mundo están trabajando en el proceso de desarrollo de un medicamento, en este caso terapia curativa, sigue siendo un proceso largo y complejo. Las autoridades sanitarias pueden abrir la mano -con el riesgo que supone- en la aceptación de los datos y resultados de la investigación, en pos de un bien mayor, es decir, esperando que el numerador de la relación beneficio-riesgo sea muy elevado.

Pero aun así un ensayo clínico en fase III/IV de un producto ya comercializado, y que supongamos puede ser eficaz contra Coronavirus, no duraría menos de seis meses a un año con la colaboración de autoridades sanitarias. De aquellos barros esos lodos, es decir, las medidas sanitarias propuestas por los diferentes gobiernos, en la situación actual, y sin tomar en consideración si se deberían haber ordenado antes o después, es nuestro batallón de choque contra esta pandemia, hasta que el virus se debilite, y la población, con ejércitos de anticuerpos, crezca.

El proceso será similar a cómo la población enfrentó la gripe común hace 100 años -gripe española de 1918-, puesto que el virus no fue aislado hasta 1933, y las primeras vacunas no llegaron hasta mediados de los años 40, y por tanto sólo la exposición a principios del s.XX, fue lo que hizo que hoy día sea una enfermedad muy controlada. Pero no debemos obviar que el mismo virus de la influenza -gripe común A o B- provoca todos los años en torno a 6000 fallecidos sobre un total aproximado de 3-3,5 millones de infectados. La suma de todos los factores positivos, desarrollo de terapias, vacunas, generación de anticuerpos ante la exposición en el futuro, y las medidas de contención del virus, es lo que nos hará fuertes, y sin duda alguna, vencedores en esta guerra tan cruel como no se ha visto en cientos de años.

En resumen, si bien nuestro ya conocido virus de la influenza humana -gripe común-, inicialmente descrito por Hipócrates ya en el siglo V a.c., es significativamente más letal que el Coronavirus, esto no quiere decir que debamos preocuparnos menos o como habitualmente durante los inviernos por la gripe común. La diferencia es que, a día de hoy, todavía no existen ni vacunas ni tratamientos eficaces demostrados para combatir el Coronavirus, y, si no seguimos los pasos adecuados, su incidencia y letalidad desbancarían en pocas décadas a nuestra querida y superada gripe común con total seguridad.