Fondos de pensiones, tiempos de cambio

El patrimonio en España en Planes y Fondos de Pensiones asciende a 86 mil millones de euros distribuidos en algo más de 900 planes de pensiones y 7,42 millones de partícipes, lo que equivale a una inversión media de 11.590 euros por partícipe, una cantidad exigua si comparamos con la media europea que supera la inversión media por partícipe en una cifra superior a los 50.000 euros.

Y esto sin entrar en el detalle de que de los 7,42 millones de partícipes, el número aproximado de partícipes finales es de 2,5 millones, aproximadamente un tercio del total, esto serían partícipes que pueden estar invertidos en varios planes de pensiones en simultaneo. De estas cifras podemos concluir sobre el fracaso del sistema complementario de pensiones español, donde la fiscalidad desde luego no ha sido razón suficiente para el desarrollo de nuestro sistema de pensiones, y sin entrar en la sistémica pobreza de la rentabilidad de los planes y fondos de pensiones españoles, otro de los motivos de falta de confianza, realmente por la propias estructuras de las carteras de los fondos de pensiones, no parece que puedan ir mucho más allá en rentabilidades, absolutamente vinculadas a los ciclos de las Bolsas.

Fondos de pensiones y el PIB

Si comparamos las cifras del PIB, esto es, el porcentaje sobre el PIB de la inversión en planes y fondos de pensiones según informes estadísticos de la OCDE, España está a la zona de cola de lo que representa este cifra, con aproximadamente un 6,5% del PIB, absolutamente alejado de países como Holanda, Gran Bretaña, Australia o Suiza, por ejemplo, que superan ampliamente el 100% de inversión del PIB en fondos de pensiones.

El problema de la rentabilidad

Y si adicionalmente buscamos datos comparativos de rentabilidad anualizada en los fondos de pensiones internacionales y de los países desarrollados, con los que deberíamos ser capaces de compararnos, nos encontramos que como referencia, el objetivo real de rentabilidad se encuentra en torno al 7,5%, descubriendo numerosos fondos de pensiones que exceden su rentabilidad a 15 años este benchmark como referencia, y en algunos casos superando en exceso con más de un 2% de rentabilidad. Principalmente esta lista está liderada por fondos de pensiones americanos y canadienses, y algo por detrás van los principales fondos de pensiones europeos, como ABP de Holanda con una rentabilidad media por encima del 7% en los últimos 20 años.

Cuatro razones para incluir activos de inversión alternativa

De los datos mostrados por los informes anuales de los fondos de pensiones americanos podemos encontrar determinados elementos que nos sirven como conclusión en el análisis de diferenciación de rentabilidad y gestión del riesgo, primero: que una parte critica a la hora de definir sus objetivos de rentabilidad está en la asignación de activos y estructura de la cartera; segundo: la inclusión de inversión alternativa en un porcentaje que puede llegar en algunos casos hasta cerca 40% de la cartera, segregada entre sus programas de inversión en private equity en todas sus formas y subclases de activos, y en el sector inmobiliario principalmente; tercero: en los últimos años se ha incrementado la exposición hacia conceptos de inversión vinculados a lo que se da en llamar inversiones de impacto, principalmente infraestructuras, energías verdes y en general con una visión ESG de protección del medio ambiente, responsabilidad social y gobernanza, y cuarto: una focalización de inversiones estratégicas en proyectos que además de cubrir las expectativas de retorno en sus inversiones, han incluido el factor de capacidad de la inversión en la creación de empleo y su aportación a la economía real.

Si configuramos un análisis del puzle de los factores anteriormente mencionados podemos observar también las claves del cambio, primero: una definición de la política de inversión que se aleja de la vieja e idiosincrásica y costumbre práctica de invertir en pura renta variable y renta fija, entendiendo así la necesidad de acercarse a la realidad de la economía real en búsqueda de clases de activos que no por menos líquidos son menos rentables, proporcionando adicionalmente un plus de diversificación y mejor control del riesgo; segundo: la cesión de gestión fiduciaria con especialistas según la clase de activos, e incorporando a los equipos de los propios fondos profesionales especializadas para esta clase de activos alternativos que permiten mejorar el control y monitorización de las inversiones delegadas en terceros, consiguiendo a la vez de contribuir significativamente al conocimiento y mejor entendimiento de los comités internos de inversión de los propios fondos, y tercero: mejorar la gobernanza y la política de inversión con la integración de ambas estructuras en un modelo más transversal y eficiente.

La hora del cambio

En el sistema español de pensiones, no se trata de eliminar el modelo de nuestro sistema de pensiones, se trata de introducir cambios que permitan mejorar el modelo y sistema de pensiones y así poder ofrecer soluciones económicas de futuro. En primer lugar, al complicado y difícil de sostener modelo de financiación para las pensiones de la Seguridad Social. En segundo lugar, buscar no cargar al Estado con la sola responsabilidad de cubrir los déficits del propio sistema, desarrollando regulatoriamente ese segundo pilar que supone que las propias empresas y sus trabajadores contribuyan desde sus nóminas a aportaciones a su jubilación con planes y fondos de pensiones y, finalmente, como tercer punto, fiscalidad, no estaría mal poder cambiar el modelo de incentivos fiscales, como por ejemplo aplicar su fiscalidad sobre la imputación de rentas en relación al nivel de ingresos y capacidad de ahorro del contribuyente, no parece justo ni ecuánime, como se aplica en la actualidad, que la desgravación por inversión en planes de pensiones se impute por la aportación sin considerar el nivel de rentas del contribuyente, y permítanme una opinión, no es lo mismo una desgravación por inversión, a pesar de los límites actuales, de alguien con ingresos altos que alguien cuya nómina apenas le permite llegar a final de mes, porque entre otros motivos, este es un punto y aparte de las razones de fracaso del poco peso en el PIB de nuestro modelo de fondos y planes de pensiones.