Laura Fernández Lord, responsable de empoderamiento de la mujer de la Fundación Microfinanzas de BBVA: “La igualdad de género ha retrocedido una década en América Latina debido a la pandemia”

En pleno momento de efervescencia de los procesos de formación enfocados en las habilidades digitales para adaptarse a la producción del siglo XXI, la responsable de empoderamiento de la mujer de la Fundación Microfinanzas de BBVA, Laura Fernández, explica las dificultades para el ahorro y las finanzas de las clases vulnerables

La pandemia ha supuesto un revés para las personas más vulnerables. Responsable de empoderamiento de la mujer de la Fundación Microfinanzas de BBVA, Laura Fernández aborda la coyuntura del ahorro y la desigualdad de género en América Latina en este momento.

¿Cómo ha afectado la pandemia a la desigualdad? ¿Y a la planificación del ahorro?

La igualdad de género ha retrocedido una década en América Latina debido a la pandemia. Son datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que confirman que la autonomía económica de las mujeres es frágil ante los shocks. Se han agudizado las desigualdades estructurales, las económicas y las de pobreza. La CEPAL añade que cuando termine la pandemia, de los 220 millones de personas que estarán en pobreza, 118 millones serán mujeres. Muchas de ellas tienen negocios informales o pequeñas empresas, tienen un menor acceso a servicios básicos y a recursos financieros para enfrentar las crisis y más brechas digitales.

La pandemia también ha afectado a la tasa de participación laboral de las mujeres, que ha descendido y se prevé que se sitúe en un 46% en 2020 (25 pp por debajo de la de los hombres). Asimismo, el empleo femenino suele ser más precario. Las mujeres trabajan en sectores menos productivos altamente impactados por la crisis (comercio minorista, servicios de comidas, alojamiento o manufacturas), tiene una mayor carga de trabajo no remunerado, que ha aumentado con la pandemia y sin protección social. Además, han estado en primera línea, por estar sobrerrepresentadas en el sector salud y de cuidados, y en servicios esenciales de limpieza o supermercados.

Respecto al ahorro, nuestras entidades han visto un aumento del 20%, con más de 450.000 nuevas cuentas de ahorro abiertas en el último año. Un crecimiento impulsado por diversos factores, el más significativo, es el derivado de haber incluido financieramente, -abriéndoles una cuenta-, a cerca de 300.000 personas de bajos ingresos (de las que 2 de cada 3 son mujeres), para que pudieran recibir las ayudas públicas Y mitigar el impacto de la pandemia, unas ayudas que, según las cifras, les ha permitido ahorrar.

Por otro lado, destacar que a las mujeres a las que atendemos les ha afectado esta crisis más que a los hombres. Sus ventas se han reducido más y con ello su capacidad de ahorro, de hecho, la mayoría se ha visto obligada a recurrir a sus ahorros, mientras que los hombres han optado en mayor medida por fuentes alternativas de ingresos.

¿En qué sectores de la población trabajan desde su fundación con más intensidad en la formación financiera de los ciudadanos y ciudadanas? ¿Con qué objetivo?

La Fundación Microfinanzas BBVA atiende a más de 2,6 millones de emprendedores en situación de vulnerabilidad en cinco países de América Latina a través de las finanzas productivas, una metodología que combina productos y servicios financieros (crédito, ahorro y seguros) con acompañamiento y formación para que sus negocios prosperen.

En 2020, casi 400.000 personas se han visto beneficiadas de las acciones y programas de formación que realizamos, con 2.785.144 sesiones formativas desde 2015. La salud financiera de los emprendedores que atendemos es esencial para que puedan hacer frente a shocks, como el que estamos viviendo en la actualidad. Una adecuada gestión financiera permite suavizar los riesgos, invertir en sus negocios y acumular patrimonio en el tiempo. Nuestros asesores proporcionan educación financiera a los emprendedores en sus visitas, donde tratan la importancia del ahorro, el manejo de deudas o la elaboración de presupuestos: la salud financiera se potencia cuando se acompaña la oferta de productos con programas de formación.

Al margen de los sectores menos formados y más vulnerables de la sociedad, ¿cree que existe una necesidad generalizada de más conocimiento financiero?

Por supuesto, estamos convencidos de los beneficios de la educación financiera. Un mayor conocimiento financiero beneficia a todas las personas. De hecho en muchos países del primer mundo se está incorporando como una asignatura en los colegios. Permite gestionar mejor los negocios, obtener mejores márgenes, valorar los riesgos, evitar el sobreendeudamiento... Y en el caso de los emprendedores a los que atendemos, estas ventajas redundan claramente en una mejora de la calidad de vida de la unidad familiar.

¿Qué ventajas tiene adoptar una disciplina de ahorro habitual?

El ahorro tiene repercusiones importantes para el bienestar y el desarrollo. Como estamos observando en esta crisis, el ahorro mejora la resiliencia. Las familias lo utilizan para estabilizar el consumo y lidiar con imprevistos que afectan a sus ingresos. Además, permite una mejor gestión de la incertidumbre. Para los emprendedores vulnerables el ahorro es un auténtico reto. Conlleva sacrificar parte de sus ingresos para un mejor futuro. Apostamos por productos especializados, como el ahorro programado que fomenta este hábito a corto y largo plazo.

La mayor esperanza de vida nos obliga a cambiar la planificación de la jubilación...

Naciones Unidas proyectaba en su informe World Population Aging 2019 que el número de mayores de 65 años crecerá en América Latina desde los 56,4 millones en 2019 hasta 144,6 millones de personas en 2050. Sin embargo, la mayoría de las personas de bajos ingresos no cotizan para su jubilación ni contribuyen a un plan de pensiones. Es decir, están desconectados de los sistemas de previsión social.

En el caso de las mujeres, su esperanza de vida es superior, pero sus edades legales de jubilación suelen ser inferiores en casi todos los países. Además, el tener menores niveles de ahorro y de educación financiera repercute negativamente en sus niveles de ahorro previsional. Recordemos que el empleo femenino suele ser más precario y con interrupciones, lo que les hace tener menos años de cotización y reciban pensiones inferiores.

Todo esto hace que América Latina sea una de las regiones con el mayor número de emprendedoras mayores. De hecho, en la Fundación Microfinanzas BBVA a cierre de 2020, casi 7 de cada 10 de las emprendedoras que atendemos con crédito tenía entre 30 y 60 años y un 12% era mayor de 60 años. Además, una amplia mayoría de las mujeres mayores tiene dependientes en su hogar y la mitad son cabezas de familia. Todos estos factores impactan claramente en el nivel de empobrecimiento durante la vejez de las mujeres más vulnerables. Es urgente aumentar la participación formal de las mujeres en el mercado de trabajo, (y su afiliación a sistemas contributivos), fomentar las pensiones no contributivas (sociales) e incentivar el ahorro previsional en las personas más vulnerables con formación e incentivos.

Por ejemplo, en la FMBBVA estamos desarrollando en la actualidad un producto de multiahorro digital que permitirá crear “huchas” para distintas finalidades como el ahorro para la vejez. Establecer un sistema de ahorro digital, voluntario y cashless/paperless permite procesos seguros, sencillos, flexibles y asequibles para nuestros clientes. Este tipo de producto se completa con una “cultura de ahorro” e incentivos por aportaciones periódicas, contribuyendo a combatir los sesgos psicológicos cortoplacistas de búsqueda de liquidez inmediata y disponible en cualquier momento. Hay otras fórmulas interesantes que usan la economía del comportamiento, como aprovechar las redes sociales para difundir mensajes que recuerden la importancia de ahorrar.

¿Qué importancia tiene la independencia económica que puede ir asociada a una mayor conciencia de las finanzas?

Con el empoderamiento económico las personas ganan autonomía , así como capacidad para tomar decisiones y tener el pleno control sobre sus finanzas.

Una inclusión financiera integral promueve el acceso al capital para invertir directamente en los negocios (acceso al crédito). Además, permite reducir la incertidumbre y tomar decisiones de inversión más arriesgadas y rentables (seguros), creando un colchón de ahorros para utilizarlo en caso de necesidad o planificar mejor los gastos, sin tener que recurrir a reducir el nivel de consumo o a vender activos productivos. Por lo tanto, apoyar a los clientes a lograr un crecimiento sostenido en el tiempo les permite mantener niveles más estables de consumo e invertir en el bienestar de sus familias.

Desde su experiencia, ¿con qué métodos tratan de llevar a cabo la formación en los sectores de población más vulnerables?

Junto con el emprendimiento, la educación es uno de los factores que más influye en el desarrollo y progreso de personas y sociedades. Durante esta pandemia se han acelerado los procesos de reconversión y reinvención, y por esta razón, la educación de personas en vulnerabilidad cobra un papel fundamental en nuestra propuesta de valor. Ya lo era antes del coronavirus, y ahora lo hemos reforzado.

En 2020, la FMBBVA ha continuado con el impulso de los programas educativos a clientes. Cuando el coronavirus nos impidió seguir con nuestros programas de educación presenciales, utilizamos la tecnología para reducir la brecha digital. En el contexto actual, es más esencial que nunca el acceso a internet y la adquisición de habilidades digitales de las personas más vulnerables. Algo en lo que también estamos trabajando con el fin de impulsar la conectividad de las personas que viven en las zonas rurales

¿Creen que esta independencia económica y financiera es también un trampolín de emprendimiento individual?

Sí, y también apoyar a las personas que cuentan con actividades productivas como hace la FMBBVA es beneficioso para que estos emprendedores alcancen su independencia económica y financiera. Las mujeres enfrentan desigualdades estructurales que afectan a su participación laboral y se manifiestan en sobrerrepresentación en micro y pequeñas empresas, con barreras de financiación y presencia en sectores poco productivos, informalidad, menores ingresos, menos acceso a seguridad social y sobrecarga de trabajo no remunerado.

Por eso, un 60% de las personas a las que atendemos son mujeres y son más vulnerables: 84% en vulnerabilidad y 35% en pobreza; porcentajes 8-10 pp mayores que los hombres. Brindarles acceso a recursos hace que se conviertan en agentes de desarrollo social y económico y es para ellas el trampolín a su independencia económica y financiera. El Banco Mundial calcula que si las mujeres tuvieran la misma capacidad emprendedora que los hombres, la productividad en América Latina aumentaría un 25%.Además, impulsan el desarrollo de sus familias por su preferencia a invertir hasta el 90% de sus excedentes en salud, educación y nutrición. De todas nuestras clientas, casi la mitad son el motor económico de sus familias, pues casi la mitad lidera hogares monoparentales con dependientes.

El progreso de las mujeres es importante porque contribuye al desarrollo y al crecimiento de los países. Sin el empoderamiento económico de las mujeres, el desarrollo no puede ser inclusivo y sostenible. No podemos pensar en un desarrollo que deje fuera a más de la mitad de la población.