La inversión alternativa, motor del cambio del paradigma del Sistema de Pensiones Español

En los países de la OCDE se ha alcanzado en 2020, 52,5 billones de dólares (trillones según la nomenclatura internacional) invertidos en fondos de pensiones, de los cuales un 15%, 7,9 mil millones de dólares serían activos de Inversión Alternativa.

Sería importante destacar, que la mayoría de las carteras institucionales de fondos de pensiones, fundaciones, fondos soberanos y otros, a lo largo de los últimos años han aumentado sus inversiones alternativas desde un 5% hasta un 30% o más en el 2020. El resultado ha sido, para aquellos fondos de pensiones más activos en esta clase de activos de inversión alternativa, una drástica reducción del riesgo y aumento de la rentabilidad, según los informes anuales del 2021 los fondos de pensiones continuarán beneficiándose de la parte de asignación en alternativos, especialmente aquellos con una mayor exposición a private equity y al sector inmobiliario.

Si tuviésemos que enumerar los factores de la evolución y el incremento de inversión en esta clase de activos directamente vinculados a la economía real, podríamos empezar por decir que los fondos de pensiones han aprendido de lo que otros ya hacen, aseguradoras, fundaciones de capital privado, fondos soberanos e institucionales, etc., y seguir mencionando otros factores que han acelerado el apetito e interés por los alternativos, como la necesidad de la búsqueda de rentabilidad a largo a la caza de mejorar ratios como de rentabilidad-riesgo, innovación en las propias estructuras que definen la política de inversión y finalmente la necesidad de mejorar la parte actuarial del pasivo futuro de los compromisos con los partícipes de los fondos de pensiones.

Sin embargo, tal vez hay una característica definitivamente importante a la hora de considerar la inclusión de activos alternativos en las carteras de los fondos de pensiones, y esta es su versatilidad a la hora de generar rentabilidad y equilibrio en las carteras, que vendría definido por la propia naturaleza y su vinculación con la economía real de esta clase de inversiones, que se clasifican y definen como activos de crecimiento (growth) y activos de generación de ingresos (income), que además, por sus singulares características casi siempre incluyen los dos estilos en mayor o menor medida, por ejemplo el sector inmobiliario genera rentas y crecimiento por valor de los activos, el private equity, sería más de crecimiento y el private credit estaría clasificado con sesgo de originación de ingresos (income).

Adicionalmente, podemos observar al incluir inversiones alternativas, algunas características importantes a destacar de entre los modelos de gestión, sus clases y las subclases de activos, así podemos afirmar que existen evidencias de un impacto positivo en la rentabilidad de los fondos de pensiones con la inclusión de activos alternativos, que pueden ir desde un +1.5% hasta un +3% para los fondos con mayor exposición en inversión alternativa. Por ejemplo, el FRS, fondo de los empleados públicos de Florida, con un 28% de sus carteras de fondos invertidos en Inversión Alternativa, añadió a la rentabilidad media en 10 años, un 2,5% sobre una rentabilidad anualizada del 9,2% para el mismo periodo; para el fondo de pensiones de la Policía de Nueva York la aportación a su rentabilidad a 10 años fue del 2,15%.

De estos datos y de un análisis más profundo sobre el impacto de rentabilidad de la inversión alternativa en los fondos de pensiones internacionales podemos extractar dos conclusiones, primera, que la inversión alternativa proporciona alpha añadiendo rentabilidad en las carteras de los fondos de pensiones, y segunda, que reduce la volatilidad de las carteras, actuando como un motor que optimiza y mejora el control del riesgo.

En España, sin embargo, aún persisten limitaciones que son un lastre para la modernización, innovación y el propio desarrollo de los fondos de pensiones dentro de un marco regulatorio ciertamente restrictivo y una cultura financiera demasiado tradicional e inmovilista, como por ejemplo el prácticamente inexistente segundo pilar de las pensiones, donde empresas y trabajadores aportan desde la nómina mensual un porcentaje al sistema de previsión social de los trabajadores para sus futuras pensiones, recayendo prácticamente toda la responsabilidad en el sistema de la Seguridad Social, lo que supone una tremenda carga para el Estado, con un peso excesivo para el déficit público y como consecuencia con un efecto colateral negativo a la carga impositiva muy alta para todos los ciudadanos que pagamos impuestos, impuestos directos e indirectos, donde todos y sin exclusión nos vemos afectados.

Es también cierto, que durante muchos años el propio sistema de pensiones y la idiosincrasia española de casa en propiedad sirvió como elemento de compensación sobre nuestro propio sistema de pensiones. Pero los tiempos han cambiado, solo hace falta ver que por los bajos salarios y el nivel de desempleo, nos trae como consecuencia la imposibilidad e incapacidad manifiesta para que los jóvenes puedan comprar una vivienda y que tengan que permanecer más tiempo del debido en la vivienda de los progenitores, y que por la propia demanda del mercado y baja oferta hace que los precios de los alquileres sean inalcanzables para muchos jóvenes y no tan jóvenes, otro dato más que agrava el paradigma español frente a las pensiones y la capacidad de los ciudadanos de sobrevivir dignamente después de su jubilación, donde en la mayoría de los casos los ingresos se ven drásticamente reducidos, pero no así los gastos.

Es hora de entender los cambios socioeconómicos en nuestro país, en el momento actual los cambios estructurales de la economía por razones del propio ciclo económico, la pandemia y sus consecuencias en el PIB ante un déficit público complicado de compensar, nos enfrenta a un desafío que requiere cambios significativos en el modelo laboral y del propio Sistema de Pensiones, y solo pensar la vía impositiva e incrementos de impuestos como solución al déficit de la Seguridad Social desde luego no es una solución, es añadir más leña al fuego, más impuestos que supone menos capacidad de ahorro.