Las rentas altas cotizan hasta un 36% más de la pensión que perciben

El 22% de los actuales afiliados contribuye por el tramo más elevado y generan derechos para el máximo de las prestaciones de la Seguridad Social, mientras el cálculo de la pensión implica que todos aquellos con salarios superiores al 70% de la base máxima obtengan la misma cuantía por esta prestación.

El principio de contributividad de la Seguridad Social podría estar en entredicho según las cifras que arroja el último informe de la Fundación Civismo sobre La reforma silenciosa de las pensiones. El efecto sobre la equidad, donde se pone de manifiesto que los trabajadores con rentas más altas cotizan a la Seguridad Social, de media, durante su vida laboral un 36% más de la pensión que reciben una vez abandonan el mercado laboral.

Según refleja el trabajo de la Fundación realizado por la profesora de Economía Financiera en la Universidad de Extremadura Inmaculada Domínguez, cada vez más cotizantes se enfrentarán a una “reducción drástica de sus pensiones” cuando se jubilen como consecuencia de la existencia de esta inequidad intrageneracional en el Sistema. “El sistema público de pensiones español está experimentando una revolución silenciosa que podría hacer que pasase de ser contributivo a tener un carácter asistencial debido a que se está produciendo un incremento de la base de cotización máxima sin que esto se vea acompañado por un aumento de la pensión máxima”, advierte el informe.

La autora apunta que la actual fórmula de cálculo de la pensión implica que todos aquellos con salarios superiores al 70% de la base máxima obtengan la misma cuantía por esta prestación, lo que comportaría una grave inequidad intrageneracional: el sistema otorga más rentabilidad a las cotizaciones de los individuos con menor renta respecto a aquellos que cuentan con una mayor, es decir, no actúa igual ante los iguales. Así, individuos que realicen el mismo esfuerzo contributivo en lo que se refiere a años de cotización y con idéntica edad de jubilación recibirán un rendimiento distinto e inversamente proporcional a la cuantía por la que cotizan.

Esta revolución, calificada de silenciosa porque pasa desapercibida al conjunto de la sociedad pese a que modifica algunos parámetros clave en la estructura distributiva del sistema español, afecta al 22% de los cotizantes actuales, los cuales tienen rendimientos del trabajo que, con carreras de cotización completas, generan una pensión máxima. Y la tendencia apunta a que, de seguir así, cada vez un mayor número de ellos se enfrentarán a una reducción drástica de sus ingresos una vez que se jubilen.

En este punto, el informe apunta como se advierte cómo el diferencial, en el caso de la máxima, no ha dejado de crecer, lo que no ocurre con las cuantías mínimas, que, por el contrario, han ido reduciéndose, excepto en 2018 y años siguientes, debido al fuerte incremento del SMI en los últimos años hasta situarse en los 950 euros mensuales.

En este sentido, el crecimiento de la cuantía de las bases máximas supera al incremento en la cuantía de las pensiones máximas. “Este diferencial se verifica desde 1984 y no ha dejado de producirse en ninguno de los años analizados”, apunta el informe. En 2021, la pensión máxima es de 2.707 euros en catorce pagas mientras que la base máxima asciende a 4.404 euros. De este modo, el diferencial entre la base mínima y la pensión mínima resulta menor al existente entre la base máxima y la pensión máxima. Al tiempo que el diferencial entre la pensión máxima y la pensión mínima, en relación a esta última, ha seguido una tendencia decreciente en los últimos años.

La reforma ‘silenciosa’

Así, los individuos que realicen el mismo esfuerzo contributivo en lo que se refiere a años de cotización y con idéntica edad de jubilación recibirán un rendimiento distinto e inversamente proporcional a la cuantía por la que cotizan. Además, el informe denuncia que la falta de equidad intrageneracional persiste incluso introduciendo una corrección en el cálculo para incluir en él la supuesta mayor esperanza de vida de las personas con mayores rentas.

Según se recoge en el trabajo de Conde-Ruiz y González (2012): “Hasta la reciente reforma aprobada en el año 2011, aparentemente nuestro sistema de pensiones no había experimentado ninguna reforma relevante desde finales de los años 80. No obstante, eso era solo una apariencia, pues, en realidad, se habían producido modificaciones en algunos parámetros clave del sistema español.

Es decir, pese a la apariencia externa de que no se había reformado nada hasta 2011, la acción de modificar levemente algunos parámetros del sistema ha llevado a algunos estudiosos a lanzar la idea de que en España se está llevando a cabo una reforma silenciosa o encubierta. Así, el sistema de Seguridad Social español ha cambiado sustancialmente debido a la evolución dinámica de algunos parámetros clave del sistema, como son las pensiones máximas y mínimas y las bases de cotización máximas y mínimas.

La variación de estos elementos no ha contado con demasiada relevancia mediática ni política al percibirse como factores secundarios para la sostenibilidad financiera del sistema, y en consecuencia, ha pasado muy inadvertida. Además, al modificar el grado de redistribución y generosidad total del sistema, también tienen un importante impacto sobre la sostenibilidad financiera y política de pensiones.