Rentabilidad, el santo grial de los fondos de pensiones españoles

En la última década, el S&P 500, referencia del mercado bursátil estadounidense, obtuvo un rendimiento medio anual del 13,6%. Durante ese mismo periodo, los fondos públicos de pensiones de Vermont obtuvieron una media de solo el 7,2% anual de sus inversiones. El Ibex, por su lado, tiene una rentabilidad desde el 2010 negativa del 20%, pero si incluimos los dividendos, la rentabilidad punto a punto del Ibex ha sido del 25%, lo que aproxima la rentabilidad anualizada al 3,6%, muy lejos del S&P 500 y del ejemplo del fondo de pensiones de Vermont.

Para el mismo periodo, los fondos y planes de pensiones españoles, según datos de Inverco, han producido una rentabilidad media a 10 años del 3%, si nos fijamos en un estándar de inversión más demandado, la renta variable mixta, la rentabilidad a 10 años es del 3,2%, siendo la mejor de las rentabilidades la de los fondos y planes de pensiones de renta variable, con un retorno del 6,9%, y la peor, la de los fondos de planes y fondos de pensiones de renta fija a corto plazo, del 0,7%.

Con estos datos resulta obvio el poco interés de los inversores en invertir en fondo de pensiones, salvo por su fiscalidad. Sin embargo, adicionalmente el efecto negativo del encorsetamiento a largo plazo en la inversión en fondos de pensiones coloca y hace de los partícipes clientes cautivos cuya rentabilidad financiero-fiscal no está claro que sea compensada por las propias limitaciones de la fiscalidad, frente a una exigua rentabilidad financiera y pobre retorno frente al riesgo de mercado asumido.

Aunque los activos aptos de las pensiones suelen asignarse a inversiones más seguras, concentrando altos porcentajes en activos de renta fija, y dado los escenarios de tipos de interés en los que vivimos, podríamos considerar razonable dentro del binomio riesgo-rentabilidad los resultados obtenidos por los fondos de pensiones. Sin embargo, también es cierto que la rentabilidad ofrecida por los fondos de pensiones españoles es bastante pobre, y si los comparamos con otros fondos de pensiones europeos y americanos nos encontraremos sumamente decepcionados y en la cola del ranking de rentabilidad.

Específicamente, lo más preocupante proviene de la parte regulatoria, donde para algunos legisladores es complicada la parte de supervisión, lo que hace más difícil aún el establecimiento de un marco regulatorio moderno que permita ampliar los activos aptos de inversión, especialmente por inseguridad en los mecanismos de control y cumplimiento normativo.

Otro aspecto muy importante a destacar, es que los mayores fondos de pensiones y con mayor volumen de activos bajo gestión lo hicieron mejor que los pequeños, dato que se justifica por el hecho de que los fondos de pensiones más grandes pueden definir una política de inversión con mayor grado de diversificación y competir por volumen con mejores comisiones, lo que trae como consecuencia un mejor diferencial positivo en rentabilidad y gestión del riesgo.

Pero ilustremos con datos el porqué de los diferenciales de rentabilidad de los fondos de pensiones españoles con otros internacionales con un marco regulatorio más flexible en la asignación de activos de inversión alternativa y cercanos a la economía real. Por ejemplo, el Ohio Police & Fire Pension Fund con una rentabilidad a 10 años del 9,1%, a finales del 2020 mantenía una asignación de activos del 9,4% en el sector inmobiliario, un 5,1% en energía e infraestructuras, un 9,4% en private equity, aparte de un total de un adicional 6% en otros activos reales y activos de crédito.

Si tomamos como ejemplos otros fondos internacionales, tanto europeos como americanos, siempre nos encontraremos con una asignación de activos en la economía real, via private equity, private debt, inversiones en infraestructuras, sector inmobiliario y en general activos de inversión alternativa que alcanzan hasta el 30% o más, y es aquí donde se encuentran los verdaderos diferenciales de obtención de rentabilidad, diversificación y gestión del riesgo, pudiendo ver volatilidades muy inferiores comparadas con los tradicionales fondos de pensiones españoles, además de los 6 puntos porcentuales de mejor rentabilidad para esa clase de fondos, que son capaces de diversificar en activos más próximos a la economía real, sin mencionar ya la aportación de un valor tangible en la creación de empleo y actividad económica.

Así, podemos obtener algunas importantes conclusiones que ayudaría a aportar valor al sistema de planes y fondos de pensiones españoles:

Primero: desarrollo del Segundo Pilar dentro de un marco regulatorio fiscal, apoyando la implementación de sistemas de planes y fondos de pensiones empresariales.

Segundo: desarrollar desde el regulador un marco más abierto a la inclusión de clases de activos alternativos y más próximos a la economía real, lo que proporcionaría de entrada una optimización y mejora de la diversificación en la asignación de activos, aportando valor y rentabilidad.

Tercero: mejorar la formación de las Comisiones de Control de los fondos de pensiones que permitirá una mejor monitorización, alineamiento de intereses y supervisión en la gestión fiduciaria.

Cuarto: inclusión de asesores independientes dentro de las comisiones de control, lo que aportaría valor en la parte de formación y una mayor independencia en la gestión de la monitorización y diligencia del riesgo fiduciario.

Quinto: incentivos fiscales a la creación de planes y fondos de pensiones empresariales, lo que fomentaría la solidez y crecimiento a medio y largo plazo del propio sistema de pensiones.