Renta mínima, no salen las cuentas

Decía hace unos días el gobernador del Banco de España, Hernández de Cos, que para salir de la crisis galopante del Covid-19 se necesitaría el acuerdo de todos los partidos políticos y que ese acuerdo se extendiera por varias legislaturas. Explicaba que, ante la recesión que se avecina, -podría llegar al 12,5% la contracción del PIB y el aumento de la deuda y del déficit- no habrá más remedio que ajustar gastos, incrementar ingresos vía impuestos -en el radar IVA, Sociedades e IRPF- y acometer reformas estructurales.

Decía Pablo Iglesias que se puede sacar dinero con la que ya llama tasa Covid, esa tasa a los ricos que dice el vicepresidente del gobierno, pagarán con mucho gusto, con auténtico patriotismo. Mentira, eso no será suficiente e incluso sería contraproducente para la inversión extranjera y la creación de riqueza: nos vienen subidas de impuestos a todos los españoles y en especial a la clase media. Lo llamarán armonización fiscal, redistribución fiscal, nunca lo llamarán subidas de impuestos: pero estoy segura de que usted y yo asumiremos, con cabreo pero sin escapatoria, subidas en el IVA y en el IRPF.

Llegarán también las reformas. Bruselas las exigirá y sobre la mesa la reforma de las pensiones y quién sabe si además reforma de las prestaciones por desempleo y recorte de salario de los funcionarios. Las cuentas no salen. Habrá que ajustar a partir de 2021. Echemos números. En España 11.2 millones de trabajadores cobran de la empresa privada y 17 millones de las administraciones españolas. ¿Cómo me salen las cuentas? Tenemos 8,8 millones de pensionistas y 3,8 millones de parados. Pero además hay que sumar ,.6 millones de funcionarios y las ayudas que el Estado aporta a 1,1 millón de autónomos y a los 3,4 millones de trabajadores acogidos a un ERTE. España es un país donde la primera empresa es el Estado y además queremos seguir por este camino.

Tenemos ya sobre la mesa la renta mínima del ministro Escrivá. Supondrá entre 3.000 y 5.000 millones de euros, más ruina para un país que el año pasado se gastó más de 32.882 millones de lo que recaudó. La renta mínima hay que poder pagarla, pero además hay que aclarar en qué situación quedan los actuales programas sociales de las comunidades autónomas, ya de por sí muy desiguales, y marcar reglas claras para posibles intentos de cobro irregular de las prestaciones.

No me cuadra nada. Si que es necesario auxiliar a los más vulnerables y evitar la cronificación de la pobreza y la brecha social. Pero, ¡cuidado con aprobar rentas universales y permanentes! Auténtico bumerán para el empleo, la actividad y la prosperidad social.