‘Healthcare Private Equities’, innovación, fondos de pensiones y poscovid-19

Parece que a algunos gobiernos y políticos les cuesta entender la importancia del fomento de la actividad del capital como una palanca de creación de bienestar social, el deber del estado es administrar recursos y promover las leyes que permitan a los ciudadanos desarrollarse como individuos, trabajar y participar desde los recursos productivos en la creación de riqueza social y económica, a través de la iniciativa del individuo o grupos de individuos que con un objetivo común, desarrollan actividades que finalmente revierten sobre otros individuos y la propia sociedad en su conjunto.

Hoy es una realidad que nos enfrentamos a un paradigma provocado por un hecho que parecía altamente improbable, pero ocurrido, y como tal los ciudadanos, pero también el Estado, debemos aprender a encontrar en esta amenaza de destrucción de vidas los recursos necesarios para, no solo salir del problema, sino rediseñar el modelo con el que sobreponernos y crear una sociedad mejor y más libre.

Es por esto que en el artículo de hoy quiero diseccionar la idea de como la inversión del capital privado puede acelerar y servir como palanca en la solución del problema del Covid-19, de la salud del individuo y del conjunto de la sociedad. Y en este tema los fondos de pensiones tienen mucho que decir y aportar, inversión social y de claro impacto que debería ser considerada en sus políticas de inversión y desde sus comisiones de control.

La actividad del capital privado y la inversión en el sector de la atención de la salud en 2019 registró uno de los mayores crecimientos de los últimos años, según información de Medical Economics, en 2017 la inversión de capital privado en Healthcare fue de 15 mil millones de dólares, en 2018, 22.000 millones y en 2019 la cifra superó los 70.000 millones de dólares, según cifras de Medical Group Management Association, mencionando la existencia de más de 300 operaciones de Private Equity cerradas, y con una previsión de superar estas cifras para este año 2020.

Sin embargo, más que fijarse en los detalles numéricos, creo hoy es un día para resaltar además otros aspectos, que espero hagan ver la importancia y el valor de la inversión privada en salud pública y de los individuos, hablemos de innovación, de investigación, de nuevos modelos de prestación de servicios, de eficiencia operativa en los propios servicios de atención médica y por supuesto de tecnología.

La inversión privada, en contra de los que muchos pueden pensar, no está interesada solo en la parte de los servicios, sus objetivos de inversión se extienden a infraestructuras hospitalarias, hospitales, compañías farmacéuticas, compañías de ingeniería y tecnología focalizadas en el sector salud, universidades, inversión directa en programas especializados y específicos de investigación, por supuesto en aseguradoras, así como otras con un desarrollo o vinculación a la salud, incluida logística, fabricación de material médico, etc.

La tipología del inversor privado en el sector de la salud tiene dos claras diferenciaciones, hay una parte de tipología de capital riesgo que busca y valora la capacidad de generación de cash flow basada en crecimiento, y una segunda clase de búsqueda del concepto “value” donde podríamos encajar a aquellas inversiones de expectativas de fuerte crecimiento futuro. Si en Private Equity la especialización de su general manager es crítica en la inversión y gestión de sus proyectos, existen Private Equities especializados en encontrar oportunidades donde la innovación y la investigación son o pueden ser un valor de futuro y de extraordinarios multiplicadores de retorno en la inversión.

En este sentido, la inversión en compañías de biotecnología está liderada por compañías de Venture Capital, cuya visión y especialización de mercado las posiciona mejor en las primeras etapas de proyectos de innovación y tecnológicos, y otros estilos de Private Equity que se tratan de posicionar en inversiones más estratégicas y con otro nivel de madurez en etapas posteriores de crecimiento.

En este punto debemos considerar la aportación a la sociedad de un sector que puede devolver multiplicado por mil su creación de valor, y no hablamos de retorno económico, sino de retorno social, de mejora en la sanidad, la eficiencia también como un resultado de mejora en la calidad, lo que afecta no solo a los ciudadanos, sino también a los médicos, enfermeras y a todos aquellos que forman parte del sector sanitario.

Pero vayamos más allá, durante la última década especialmente hemos visto un incremento de la actividad de los Private Equity en el sector de la salud, con un valor total de operaciones próximas a los 79 mil millones de dólares en 2019, incrementando en un 25% la inversión media por operación respecto al año anterior, y en línea con lo que revela los datos de un crecimiento sostenido durante la última década, según información de Bain Capiatl en su Global Healthcare Private Equity and Corporate M&A Report 2020, y en donde también se destaca específicamente el incremento de crecimiento de Biopharma del 146%, y con una valoración total de cerca de 41 mil millones de dólares.

Estos datos revelan un crecimiento constante de la actividad de inversión en el sector de la salud, y una focalización de la inversión privada que sin duda hoy se hará más atractiva, parece, y no cabe duda que veremos múltiplos de inversión sobre un sector que más que nunca requiere ser considerado como un objetivo prioritario a tener en cuenta, y que cuanto menos requiere se preminente ante el extraordinario desafío que para el conjunto de la sociedad supone el pandémico Covid-19, sin distinción de clases ni ideologías, y donde no estaría mal que los reguladores ejerciesen su labor de facilitadores adecuando su fiscalidad a una visión de retorno vía rentabilidad social, por una mejor y más sana sociedad de ciudadanos libres.