‘Private equity’, la próxima frontera de retorno a la economía real

Inversión de Fondos de Pensiones en Private Equity, un estilo de economía disruptiva que crea empleo y devuelve a la sociedad en forma de capital de inversión, con la que el individuo contribuye a la comunidad y recibirá en el futuro en su jubilación en forma de renta de capital.

Si en la economía tradicional el inversor espera su retorno en forma de renta de capital, sin ver más allá de recibir por lo que tiene, en la industria de la inversión del capital privado, Private Equity, se transforma el concepto de “working capital” en creación de actividad económica que hace crecer negocios y empresas, apoya la creación de empleos, y en definitiva aporta valor a la sociedad, estabilidad y crecimiento económico, transformando la inversión de capital en un bien social.

Según el American Investment Council la industria del capital privado hace crecer los negocios, apoya los empleos locales y mejora las comunidades, además de ofrecer los más altos retornos a largo plazo a los inversores y apoyar una jubilación más segura para los funcionarios públicos, maestros, bomberos, policías y todo tipo de servidores públicos, así como también a trabajadores con planes y fondos de pensiones empresariales y privados.

En Estados Unidos el capital privado invierte medio trillón de dólares en negocios americanos cada año,lo que tiene una incidencia directa en la creación de empleo y mejora la productividad de pequeñas y medianas empresas, y aunque en Europa aún estamos lejos en estas cifras, algunos fondos de pensiones ya lo están haciéndolo e incrementando su exposición en Private Equity en sus diferentes formas de inversión.

Actualmente nos estamos enfrentando a un desafío de la economía global de incertidumbre y de consecuencias difíciles de evaluar, sin embargo es una oportunidad ante el paradigma del cambio ante la disfunción de un sistema en exceso dogmático. Y es por esto que el efecto devastador de la crisis mundial originada por el Covid-19, requiere una visión que vaya más allá de los estándares y dogmas regulatorios que limitaran la vuelta a un expansionismo de la actividad económica que interrelacione los medios de producción con los medios de consumo, donde los reguladores y gobiernos sean capaces de entender la necesidad de compartir y co-invertir con la inversión privada.

En este sentido, la propia OCDE a través de sus directrices en materia de inversión internacional proporciona asistencia a los reguladores y gobiernos para el fomento de modelos de coinversión a la hora de fomentar que los fondos de pensiones inviertan en esta clase de activos de impacto, como infraestructuras, de la misma manera Naciones Unidas a través de sus conferencias internacionales incide en la necesidad de facilitar por parte de los organismos supranacionales abrir el camino y facilitar la seguridad jurídica, elemento crítico a la hora de encontrar el camino de confianza necesario para desarrollar programas de inversión y coinversión de capital privado en clases de activos que generen una acción directa sobre el empleo y la aceleración de la actividad económica.

Es por esto que quiero en este artículo incidir en la apertura de una discusión sobre la necesidad de abrir el camino a los fondos de pensiones españoles hacia una realidad a la que otros ya han llegado, tanto en Estados Unidos y Canada como en Europa, como ATP Denmark, el fondo de pensiones suplementario estatal de Dinamarca, APG y PGGM en Holanda, Varma Mutual Pension Insurance de Finlandia, etc. sin mencionar otros muchos con una visión similar y cuya apuesta ESG son el punto de partida hacia un modelo de inversión en la economía real, en la que me temo aún estamos muy lejos en los fondos de pensiones españoles.

La inversión en infraestructuras de transporte, en sanidad y salud pública, en logística, en parques solares y eólicos, etc deberían estar definidos en los objetivos críticos de las políticas de inversión de los fondos de pensiones españoles, así como deberían definirse estrategias de inversión en capital de pequeñas y medianas compañías, que en inversiones directas o indirectas estuviesen vinculados a este tipo de modelos de inversión y negocio, porque esto es verdaderamente la apuesta por ESG.

Si en la década de ‘90, los fuertes mercados de valores apoyaron el desarrollo de las pensiones en activos tradicionales, si en la década de los 2000 la crisis de las tecnológicas y la recesión posterior nos ha conducido a importantes problemas de financiación y solvencia, aprendamos de los errores y sin perder una visión realista del mundo, volvamos a lo básico, creemos valor de futuro cuanto menos diversificando en activos de la economía real.

Es cierto igualmente que uno de los objetivos de un fondo de pensiones es la rentabilidad, y en este sentido solo podemos decir que la rentabilidad de los 10 primeros fondos de pensiones americanos en Private Equity está en un rango entre el 10.90% y el 13.63%, según datos del American Investment Council, enfatizando que la inversión directa o indirecta a través de Private Equity y Venture Capital tiene un efecto directo en la creación de empleo, incremento del PIB como consecuencia de su incidencia en el desarrollo de la actividad económica.

La Unión Europea, a través de su marco reglamentario y la directiva sobre los organismos de previsión para la jubilación (IORP II) para el sector de las pensiones, no tiene un enfoque específico basado en el riesgo para los requisitos reglamentarios de los fondos de pensiones, pero sí es limitativo en las inversiones en todas las clases de activos alternativos que no pueden superar el 30% del total de los activos, los fondos de pensiones españoles tienen un límite del 20% para invertir en fondos de Capital Riesgo siempre que estén autorizados a operar en España.