Coronavirus, economía conductual
e inversión a largo plazo

Quizás no parezca, por la tesitura que estamos viviendo en estos momentos, el tema más relevante el de la salud financiera y la inversión a largo plazo. Estamos viendo cómo las grandes economías de occidente están tomando medidas sin precedente, históricas. Ya son pocos los países que niegan las necesidades de aislamiento de sus ciudadanos y el hashtag #quedateencasa se ha vuelto universal. Pero, en estos momentos de tensión e incertidumbre es importante pensar también en nuestro futuro.

Vivimos en un momento en el que estamos tomando decisiones en un entorno de riesgo e incertidumbre constante, y esto hace que nuestra toma de decisión se vea afectada, en mayor grado de lo habitual, por los sesgos cognitivos y errores emocionales que sufrimos los seres humanos, haciendo que la posibilidad de que nuestras acciones no tengan los resultados que nos imaginamos, aumente en gran medida.

El cerebro humano, cuando se enfrenta a situaciones de riesgo e incertidumbre, cuenta con una serie de recursos para tomar decisiones rápidas, que no consumen los recursos de nuestro cerebro, pero que mantienen un nivel de acierto razonable. Se dice que en estas ocasiones el cerebro trabaja en el sistema 1 de pensamiento, también llamado automático. Este sistema no está controlado por la razón, no nos requiere ningún esfuerzo, utiliza la asociación, es rápido, inconsciente... este sistema es muy diferente al sistema 2, el reflexivo, que está controlado por nuestra razón, que consume una gran parte de los recursos de nuestro cerebro, y que, además, es lento y autoconsciente. Este modelo de pensamiento lo acuñó el psicólogo y premio nobel en economía, Daniel Kahneman

El sistema 1 es el que nos ha permitido sobrevivir durante el inicio de nuestra especie. Es fácil de entender; pongámonos en situación. Hace 500.000 años el Homo Sapiens se paseaba por nuestra tierra. En esos momentos convivían con muchas especies que podían poner en riesgo su vida si no actuaba rápido y apropiadamente en determinados momentos. Nuestro cuerpo, y sobre todo nuestra mente, se adaptó a tener que tomar este tipo de decisiones rápidas para sobrevivir en estas situaciones.

Ahora sufrimos la misma reacción que la que nos proporcionaría ver a un “dientes de sable” a 50 metros, cuando subimos a un escenario a dar una presentación. En ese momento nuestro cerebro dispara la respuesta “flight-or-fight” o en castellano “me-escapo-o-me-peleo”. Entre otras reacciones, nuestro cuerpo segrega hormonas como la adrenalina o el cortisol que aumentan el riego sanguíneo y activan glándulas sudoríparas. Estas dos reacciones tienen el propósito de preparar nuestro cuerpo para, literalmente, pelearnos o escaparnos, y actuar de señal social, ya que este sudor tiene un olor diferente que puede señalizar el miedo a otros humanos. Pero existen otras reacciones, por ejemplo, nuestras pupilas se dilatan para poder tener una mejor visión y nuestra boca se nos queda seca porque deja de segregar saliva, pelearse o escapar son dos actividades que poco tienen que ver con la función de la saliva, comenzar a digerir alimentos...

En mayor o menor medida esta es la reacción fisiológica que sufre nuestro cuerpo cuando tiene que tomar decisiones en situaciones de alto estrés como la que estamos viviendo en estos momentos. Por eso, si no intentamos razonar nuestras decisiones de forma activa, vamos a dejar que nuestras emociones impacten demasiado nuestra toma de decisión.

Para no caer en fallos de comportamiento debemos atacar los mecanismos de acción que nos llevan a ser presa de nuestras emociones y de nuestros errores cognitivos. En este caso, el mecanismo de acción más claro es el desconocimiento. El desconocimiento sobre los efectos del virus, sobre la gravedad de la situación, sobre el impacto en la economía, sobre cómo van a reaccionar el resto de personas... este desconocimiento es la razón por la que entramos en un estado de estrés y comenzamos a actuar desde el sistema 1 y no tanto desde el 2. Por ello debemos informarnos. Es cierto que tenemos demasiadas fuentes de información y que es difícil saber qué es verdad y qué no. Para combatir esto quizás sea mejor ceñirse a los comunicados oficiales y de expertos.

Es por esta razón por la que creo que se debe hablar en estos momentos del ahorro y de la inversión a largo plazo en los medios económicos especializados, para que la sociedad siga recibiendo información y pautas de actuación de medios con criterio y de personas expertas.

Las pautas de actuación con nuestras inversiones en estos momentos no deberían cambiar en absoluto si estamos ya haciendo las cosas bien, y si no es así, esta situación debería servirnos para comenzar a hacerlas. Y la pregunta es, ¿cómo se hacen las cosas bien? Muy sencillo, todos debemos tener un plan financiero y lo podemos simplificar en 4 pasos:

1. Conseguir gastar menos de lo que ingresamos cada mes. Esta es la condición más importante para tener una buena salud financiera. Sin ella, no podemos pasar a ninguno de los siguientes puntos.

2. Asegurarse de que tenemos un fondo de emergencia por si ocurren situaciones inesperadas (perder nuestro empleo, problemas mecánicos en el coche, coronavirus...). Este fondo de emergencia, que debes mantener líquido, debe contar con, más o menos, una cantidad comparable a 6 meses de gastos.

3. Cubrir nuestros objetivos de corto y medio plazo. Debemos también mantener en liquidez el dinero que nos haga falta para objetivos en el corto y medio plazo (unas vacaciones, la entrada de un piso...).

4. Planear para nuestros objetivos del largo plazo. El resto de nuestro capital debe estar invertido a largo plazo para que la inflación no se coma el poder adquisitivo de nuestro capital y para que el interés compuesto trabaje su magia.

Nos acordaremos toda nuestra vida de este confinamiento, por supuesto, pero sobre todo de las personas con las que lo estamos viviendo, tanto físicamente como a través de nuestros dispositivos móviles. Si conseguimos, además, recordarlo por haber marcado un antes y un después en nuestra concienciación sobre la importancia del ahorro y la inversión para el largo plazo, sería una victoria enorme para nuestra sociedad.