‘Private equity’, una apuesta de futuro en tiempos del poscovid

El hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo”, Antoine de Saint-Exupéry escribió en su libro El Principito, hoy nuestro obstáculo es el desafío ante un nuevo orden económico que nacerá desde un hecho disruptivo, el efecto del Covid-19 y la pandemia surgida como un mar de lava sobre los pilares de un mundo desequilibrado por un bichito del que todos hablamos, pero del que poco conocemos.

La OECD publica en su informe Pensions at a Glance 2019 una relación de factores de riesgos y retos a los que las sociedades y las economías nos enfrentamos desde una pluralidad de perspectivas muy diferentes, sin embargo hoy, ahora y en un futuro cercano, parece que han surgido nuevos desafíos donde los ciudadanos somos más iguales, y donde la diferencia estará marcada por la capacidad de los gobiernos y de los individuos como entes económicos de desarrollar políticas y acciones económicas con visión de futuro, porque en economía lo importante no es el precio, sino el valor qué está detrás de la utilidad adicional de las cosas producidas.

Entre esos factores de riesgo y retos de futuro que en el informe de la OECD se describen, nos encontramos en España con el rápido envejecimiento de la población, lo que ejerce una presión ascendente sobre los sistemas de pensiones, o los riesgos de un aumento de las desigualdades sociales por el propio envejecimiento y el desequilibrante ratio entre personas que trabajan y personas que no, o como los bajos tipos de interés y la reducción de crecimiento del PIB, limitan el rendimiento de los activos de los planes y fondos de pensiones, especialmente los de capitalización, mientras aumenta la necesidad de solvencia de las prestaciones en una población donde la esperanza de vida es cada vez mayor, donde los Estados con sistemas menos flexibles y de alta alto nivel de desempleo hace que los números sean difíciles de cuadrar. Y en España tenemos lamentablemente un claro ejemplo en este sentido, con bajos salarios, deficiente productividad, alto desempleo o en precario y un sistema excesivamente dependiente de la Seguridad Social.

En España, con 75 mil millones de euros en planes y fondos de pensiones y con 7,5 millones de partícipes, tocamos a una media de 10.000 euros por suscriptor, lo que no parece sea una solución de futuro para equilibrar ese largo periodo de vida que todos esperamos tener después de nuestra jubilación, pero esto es lo que hay y es lo que hoy tenemos.

Ante este escenario de incierto futuro parece que se hace urgente crear los mecanismos económicos y fiscales que desde el Gobierno y el marco regulador deberían considerar una prioridad, no para ahora, porque el presente tiene difícil solución, sino para las generaciones futuras, y desde luego para sentar las bases de una sociedad más prospera.

Y como opinar es libre, me gustaría en este artículo presentar algunas ideas que desde mi experiencia, conocimientos y trabajo de investigación tal vez puedan ayudar a resolver y lidiar con los desafíos a los que nos enfrentamos. Así creo que uno de los pilares del paradigma es la deficiente rentabilidad, donde y según datos de Inverco la rentabilidad a largo plazo de los planes y fondos de pensiones está en el 2,9%, y donde para plazos de 10 y 15 años la rentabilidad se reduce hasta el 1,9% y 2% respectivamente, con lo que parece que podemos concluir, que con estos números es bastante razonable la baja tasa de inversión en planes y fondos de pensiones, lo que hace que probablemente el propio sentido común de los inversores les hace buscar alternativas de inversión muy diferentes para su jubilación.

Si pienso que podemos definir esta situación como un paradigma, por un lado existe una necesidad de complementar el ingreso por jubilación otorgado por la Seguridad Social, pero la inversión complementaria que ofrece la inversión en planes y fondos de pensiones privados y empresariales, no es hoy una alternativa nada atractiva.

Y ante esta situación tenemos dos soluciones que aportar, una y la primera sería, si el objetivo es que tenemos que hacer más atractivos los fondos de pensiones, la inclusión de activos que aporten rentabilidad y alpha, para ello mi propuesta es la inclusión de activos de inversión alternativa que añadan valor y que reduzcan riesgo, y existen esta clase de fondos. Hay fondos de pensiones con más de un 30% en sus carteras de esta clase de activos alternativos, como inversiones en Private Equity, por ejemplo, contribuyendo con rentabilidades a 10 años del 15% anualizada y contribuyendo a rentabilidades netas superiores al 9%; y una segunda idea, propuesta con el objetivo de incidir en la estimulación de valores de impactos ESG, medioambientales, sociales y de gobernanza, estimulando vía inversión en oportunidades de la economía real, a través de clases de activos como deuda privada, infraestructuras y capital riesgo, cuyo efecto en la creación de puestos de trabajo es significante y aportaría verdadero valor de crecimiento económico.

La amenaza e incertidumbre económica hace de este momento una oportunidad para que la inversión del private equity y el capital riesgo inviertan en empresas con un gran potencial de crecimiento, si la crisis pandémica del Covid-19 ha roto expectativas, en España, donde el 74% del empleo está en las pymes con una contribución al PIB del 65%, el ser o no ser de la economía española está absolutamente condicionado a la aplicación a políticas de liberalización económicas y fiscales sobre la base del tejido productivo, ha llegado la hora de poner en valor la capacidad de encontrar esas oportunidades que aporten fortaleza y futuro a la sociedad.

OECD (2019), Pensions at a Glance 2019: OECD and G20 Indicators, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/b6d3dcfc-en