El impacto de la inversión sostenible en el crecimiento económico

Si hace tan solo un año alguien nos hubiera dicho que el planeta se paralizaría por completo por un virus, como lo hizo en 1918 con la gripe española, que volverían a surgir las protestas raciales, como las producidas por la muerte de Martin Luther King en 1968, o que volvería a producirse un derrame de petróleo como el que ha ocurrido en el Ártico, y que supera los daños que causó el Exxon Valdez en 1989, acumulado todo ello, en poco más de dos meses, nadie lo hubiera creído.

Nuestra sociedad arrastra problemas estructurales y riesgos que se manifiestan como “cisnes negros” cuando nadie lo espera, pero de forma más recurrente de lo que nos gusta pensar. Las amenazas a la salud de la población son muchas, y la falta de medios para poder atender, con la debida celeridad y profundidad, a la totalidad de la cuidadanía, una evidencia. La sociedad internacional no es igualitaria en derechos y el ritmo de vida actual continúa explotando los recursos naturales hasta la extenuación, agravando además problemas sociales y de gobernanza.

Para el ser humano es inabarcable controlar todos los riesgos a los que se enfrenta, pero sí puede empezar a manejar aquello que ya se ha identificado como una externalidad negativa y que está bajo su control. Poniendo el foco en lo conocido y tomando medidas, se puede reducir la incertidumbre a la que está sometido.

La inversión sostenible, es el equivalente a esa gestión en los mercados financieros. Identifica, valora y controla aspectos que la inversión tradicional no contempla. Así, interiorizando el buen gobierno y criterios ambientales y sociales, las perturbaciones que periódicamente sufren los mercados, tienen un impacto menor. Vivir de espaldas al riesgo, es un riesgo en sí mismo y olvidar que ese riesgo posiblemente se vuelva a manifestar, parece una temeridad.

La situación actual nos ha colocado entre la espada y la pared una vez más. El coste está siendo elevado, pero tenemos la oportunidad de sentar las bases para crecer de una forma duradera, estable y justa. La sociedad cada vez quiere saber más sobre los productos que consume y los impactos que producen, siendo los consumidores cada vez más responsables.

Y no solo se trata de los consumidores: en las últimas semanas, más de 1.800 empresarios y personalidades españolas han firmado un manifiesto por una recuperación sostenible y la Unión Europea ya ha manifestado su intención de fomentar la recuperación económica a través de la inversión en economía sostenible, que luche contra el Cambio Climático y que ejecute el Pacto Verde Europeo con contundencia.

Impulso de la sostenibilidad

En este reto al que nos enfrentamos no partimos de cero. La Comisión Europea ha trabajado contrarreloj para sentar las bases jurídicas del Green Deal desde su presentación en diciembre de 2019. Tan solo en el pasado mes de marzo se presentaron la “Ley del Clima Europea”; la “Estrategia Industrial Europea”; la “Propuesta de un Plan de Acción para la Economía Circular”, centrada en el uso sostenible de los recursos; la “Estrategia de la granja a la mesa”, para aumentar la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, y la “Estrategia de la UE sobre Biodiversidad para 2030”.

También en el mes de marzo, el Grupo Técnico de Expertos en Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea dio a conocer su propuesta de actividades económicas con contribución sustancial a la adaptación y mitigación del Cambio Climático, y los criterios que deben cumplir, conocido como “Taxonomía”, a la que seguirá el listado de aquellas que fomenten el resto de los 6 objetivos ambientales: uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos; transición a una economía circular, con prevención y reciclado de residuos; prevención y control de la contaminación; y protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas, y se publicó la Guía de Uso del Estándar de Bono Verde Europeo.

Estas medidas se engloban dentro del Plan de Acción en Finanzas Sostenibles de la UE, iniciado en 2018, y estos documentos ya están en proceso de convertirse en legislación. A estas medidas se suman otras iniciativas del mismo Plan: la publicación de los estándares mínimos para la creación de Índices de Referencia Climáticos y ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) de la UE, lo que se denomina benchmarks, o la Directiva de Divulgación de Información Relativa a la Sostenibilidad en el Sector de los Servicios Financieros o de Disclosure.

Sin lugar a duda la apuesta de crecimiento económico de Europa en los últimos años ya venía sonando a sostenibilidad y la forma que ha identificado para alcanzarla es apostar por la Inversión Sostenible. En enero se publicó el “Plan de Inversiones del Pacto Verde Europeo (o Plan de Inversiones para una Europa Sostenible) y el Mecanismo para una Transición Justa” que pretendía movilizar como mínimo un billón de euros de inversiones públicas y privadas, y donde inversores institucionales y particulares pudieran contribuir invirtiendo de manera sostenible, generando impactos positivos en el medioambiente y la sociedad, y fomentando, a su vez, una transición ecológica que no deje a nadie atrás. Ahora, muchos señalamos a ese Plan será como pieza clave en la recuperación económica.

El papel de la Inversión Sostenible en la economía ya era importante; no en vano ha crecido de forma inalterable los últimos años, pero ahora va a adoptar un papel fundamental, transformador e indiscutible. El crecimiento económico tendrá que ser sostenible, porque el crecimiento que no integra los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza es efímero, y porque para muchos será la única posibilidad.