La renta básica, un impulso para la natalidad

En el ejemplo de Alaska, los estudios de impacto sobre la sociedad del ingreso mínimo
reflejan un impulso en la tasa de fertilidad de las mujeres de entre 15 y 44 años.
En 2018, el dividendo alcanzó los 1.600 dólares por persona

La renta básica universal y su impacto en la economía es uno de los debates más controvertidos de la actualidad económica. Resulta complicado extraer una conclusión determinante sobre el efecto que tendría este tipo de transferencia en el conjunto de la economía como ha mostrado el experimento en Finlandia.
Sin embargo, dentro de las secuelas positivas parece evidente que la renta básica reduce la pobreza -al menos en el corto plazo- e incluso puede dar un empujón a la fertilidad, como se ha podido comprobar en Alaska, donde todos sus habitantes tienen derecho a una suerte de renta básica que se percibe en forma de dividendo anual desde 1982. Esta conclusión sobre la relación entre fertilidad y renta es a la que han llegado los economistas Nishant Yonzan, Laxman Timilsina, Inas Rashad Kelly en un trabajo publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) de EEUU. Estos economistas calculan que “la tasa de fertilidad de las mujeres entre 15 y 44 años en Alaska ha sido un 13,1% más elevada debido al Fondo Permanente de Alaska. Nuestras estimaciones apoyan la teoría de que un shock positivo en los ingresos incrementa la fertilidad”.

Esta aportación gana relevancia ante la implacable caída de las tasas de fertilidad en gran parte de los países desarrollados y otros menos desarrollados que están sufriendo el mismo fenómeno de forma prematura. Sin ir más lejos, en España la tasa de fertilidad se ha desplomado hasta los 1,3 niños, mientras que el invierno demográfico ocupa un lugar cada vez más relevante en la agenda política. En Alaska también se ha reducido en las últimas décadas, pero la tasa de fertilidad sigue por encima de 2. En la última Encuesta de Fecundidad publicada por el INE, el 20% de las mujeres que no han tenido hijos señalan directamente a las razones económicas o laborales como principal motivo. Por otro lado, un 35% de las mujeres que han tenido su primer hijo biológico más tarde de lo que consideran ideal, también culpan a los mismos motivos. El retraso a la hora de tener el primer hijo puede ser determinante para decidir si se amplía aún más la familia o ya es demasiado tarde. Por ejemplo, el dividendo anual de Alaska ha incentivado a las mujeres de ese Estado a ser madres antes y reduciendo el periodo de tiempo entre nacimientos.

Aunque el programa puesto en marcha en Alaska en 1982 no es una renta básica universal en versión más estricta, los autores de este trabajo recalcan que “este dividendo representa una forma de renta básica universal a pequeña escala..., porque es una transferencia disponible para todos los residentes de Alaska sin importar su renta, edad o estatus laboral”. En 2018, el dividendo alcanzó los 1.600 dólares por persona, que en un hogar con cuatro miembros sumaría 6.400 dólares. Los economistas que concluyen que aunque este dividendo no cumple todas las funciones de una renta básica, si es una transferencia incondicional y universal. “Esto sugiere que cuando se consideren políticas relacionadas con la renta básica universal, se deberían tener en cuenta los efectos que puede tener sobre la fertilidad. Aquellos que dudan a la hora de decidir si tener un bebé o tener otro más, un aumento de sus ingresos podría incrementar tanto la calidad -de vida del niño- como la cantidad -de niños-”, sentencian estos expertos.