Todos los cambios que llegan en las finanzas personales

El consumo se trasladará a bienes y servicios destinados a la tercera edad, con una elevada capacidad de compra y más esperanza de vida

Al hablar de temas económicos relacionados con la tercera edad normalmente se centran en el tema de las pensiones, sin embargo hay aspectos muy importantes que aveces se obvian. Un ejemplo de ello es la denominada silver economy, economía de plata en español, término que hace referencia a los cambios que en el futuro se afrontarán socialmente, económicamente y financieramente en la sociedades más avanzadas. De acuerdo con la Comisión Europea la definición de silver economy es la que hace referencia a una economía específica orientada a atender las necesidades y motivaciones de las personas mayores, así como las necesidades de sus familias como consecuencia de cuidar de los mayores y la transformación de la oferta de las empresas para adaptar al cambio demográfico dirigido a una oferta segmentada y que integran gran número de personas.

Esta nueva economía es un aspecto a tener en cuenta, en las sociedades avanzadas en un plazo de una o dos décadas el colectivo más abundante por razón de edad serán los mayores de 65 años, con los cambios que conllevará. Esta realidad se empieza a materializar ya en las sociedades desarrolladas, especialmente en Europa, Japón y Australia. Las áreas mencionada vienen asistiendo demográficamente al efecto conocido como envejecimiento de la población causado por la caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida, es decir el aumento del peso relativo de personas mayores de 65 años frente al resto de la población del país. Una situación, la de un mayor peso de personas mayores de 65 años, a la que no es ajeno ninguna parte del mundo, si bien los países desarrollados la tendrán antes.

Centrándonos en el aludido envejecimiento, su impacto no es homogéneo. El efecto de envejecimiento de la población es marcadamente femenino, puesto que la esperanza de vida es mayor entre mujeres que entre los hombre. Las proyecciones de pirámides de población así lo atestiguan y las mujeres mayores de 65 años serán predominantes, especialmente entre la población de mayor edad, especialmente entre nonagenarias.

Otra diversidad aparece al observar las necesidades de este grupo. Se aprecia que hay dos grupos diferenciados, aquellos en la franja de sesenta y cinco años hasta los ochenta y los que tienen más de esta última edad. Entre los primeros se demandarán viajes, vehículos adaptados, aprendizaje y formación, cirugías y tratamientos de rejuvenecimiento u ocio especializado, son tan solo algunas de las nuevas preferencia de consumo. Entre el grupo de los octogenarios y nonagenarios se ve una mayor demanda en temas de sanidad, personas de compañía, residencias, servicios asistenciales. En todo caso, en ambos grupos habrá algo que si necesitarán los dos colectivos: unos servicios financieros adaptados a sus necesidades de consumo.

En este últimos aspecto uno de los cambios más significativos será el aspecto fiscal, el de la tributación de sus rentas, algo que para los ciudadanos presenta un gran interés. En la actualidad las personas que no se han jubilado tributan en el IRPF mayoritariamente dentro de la base imponible general, principalmente por las rentas del trabajo tanto dependiente como no dependiente; en algunos casos por rentas inmobiliarias procedentes del alquiler de inmuebles. Sin embargo, cuando se jubilen dentro de unos años, máxime al estar topadas la pensión máxima, buena parte de sus rentas pueden salir de aquellos productos que tributan dentro de la base imponible de ahorro, ya sea como rendimientos de capital como por ganancias y/o pérdidas patrimoniales. Si comparamos ambas bases, es de sobra conocida, que la carga fiscal es más baja en la base imponible del ahorro al tener una cuota fiscal menor. Este hecho genera material para un estudio de la financiación de los estados más envejecidos, alguno de los cuales tienen ratios de deuda pública sobre PIB muy elevadas, algunos como nosotros superior al 100%; también a recortar los déficit públicos que parecen haberse vuelto crónicos en algunos sitios.

Ahorro fiscal

Esta situación provocará que los ciudadanos se decanten por producto que hasta este momento están en un segundo plano como son los Planes de Individuales de Ahorro Sistemático, PIAS. La PIAS, como es conocido, y bajo unas condiciones de aportación máxima al año, total de aportaciones acumuladas y el cobro en forma de renta vitalicia, permite la exoneración fiscal en la Declaración de la Renta. Nombrada la renta vitalicia, la contratación de pólizas para el cobro en forma de esta modalidad puede aumentar considerablemente, piénsese que a partir de los 65 años las plusvalías obtenidas por la transmisión de bienes y que se reinviertan antes de seis meses en este tipo de pólizas están exentan de tributación por plusvalías en el IRPF, con un máximo de 240.000 euros.

También pueden ser muy demandados por parte de personas próximas a su jubilación, dado que tienen que ser cobradas a los cinco años de haberse constituido los Seguros Individuales de Ahorro a Largo Plazo, SIALP y las Cuentas de Inversión y Ahorro a Largo Plazo, CIALP. Al estar próxima su jubilación y el hecho de no tributar si se mantienen cinco años, no sobrepasando aportaciones anuales de 5.000 euros, constituye un atractivo que puede atraer el interés aludido. Sirva la fiscalidad como ejemplo, si bien hay otros aspectos que las familias demandarán como es la seguridad financiera, lo que les permitiría tener el nivel de vida deseado.