Lo que los fondos de pensiones pueden hacer por la economía de las personas y de España

Me encantaría como ciudadano ver más allá de las conversaciones y acuerdos de salón y pasillos del pacto de Toledo, me gustaría ver cómo las decisiones en materia de política económica resuelven problemas del mundo real. Sería extraordinario observar que las comisiones de control de los fondos de pensiones, los propios sindicatos y los trabajadores empujan a los reguladores a tomar medidas que aporten valor presente y de futuro a la economía de las personas, sería genial que los ciudadanos viésemos luces al final del túnel y claridad ante la persistencia de las sombras del futuro de las pensiones.

Como caso y supuesto inicial que nos servirá de ejemplo para el desarrollo de nuestra propuesta, fijémonos en la siguiente noticia aparecida en Investment and Pensions Europe: “La Autoridad del Fondo de Pensiones de Londres (LPFA) está invirtiendo 100 millones de libras esterlinas (109 millones de euros) centrado en la ciudad de Londres, inversión que realiza junto a dos fondos de pensiones que las autoridades locales están poniendo en marcha con objetivo de alcanzar los 300 millones de libras”. Esta noticia es muy importante y nos sirve para sustentar nuestra hipótesis de cómo los fondos de pensiones pueden actuar como motor económico activo y crear riqueza por el propio objetivo de sus inversiones, y lo hace con la significancia de la creación de un fondo participado por fondos de pensiones locales que invierten en el desarrollo económico de la propia ciudad, hogar y lugar de trabajo de los partícipes.

En nuestro país, si el marco regulatorio español fuese capaz de establecer normas y reglas de política de inversión innovadoras, estoy seguro que se podría establecer el sustrato de cultivo necesario para revertir a los partícipes de los planes de pensiones rentabilidad cuyo origen esté en la propia inversión en el desarrollo económico de sus infraestructuras y sus ciudades, en definitiva en una economía circular, algo así como construir medios productivos generadores de actividad económica, que crean trabajo y producen rentas en forma de empleo, que contribuyen en valor y en la hora del retiro producirán rentas en forma de capital.

Es un hecho constatable, como así lo hemos mencionado en anteriores artículos, que los más importantes fondos de pensiones internacionales, como el Norway Government Pension Fund, ABP y PFZW de Paises Bajos, ATP y PFA de Dinamarca y Alecta Pension Fund de Suecia, por mencionar algunos de los más importantes, están apostando por inversiones alternativas sobre la economía real en España, como en inversiones en infraestructuras, en el sector inmobiliario, en huertos productores de energía verde, en empresas del sector industrial, etc., y sinceramente, si trabajadores daneses, holandeses o suecos están invirtiendo a través de sus planes de pensiones en nuestra economía, de la que también se llevaran en el momento de su retiro en forma de rentas de capital lo producido en nuestro país, y que salvo sus vacaciones en España no gastarán ni revertirán en nuestra economía, no termino de entender por qué nuestros fondos de pensiones son tan reacios a seguir las líneas de inversión que otros fondos de pensiones europeos están haciendo . Así, si fondos de pensiones internacionales invierten en nosotros y en nuestra economía, no parece descabellado que nuestro propio sistema de pensiones nos permitiese desarrollar un modelo y marco regulatorio que facilitase que los fondos de pensiones españoles interviniesen en la cadena de productividad en la economía real de nuestro país, nuestras regiones y nuestras propias ciudades.

Y por ser aún más específico, no veo razón por la que un fondo de pensiones español no invierte en pequeñas y medianas compañías de sectores como distribución y logística, industriales, o de servicios. Habida cuenta que las pymes españolas representan el 75% del empleo y su aportación al Valor Añadido Bruto de la economía española es de más del 60%, no estaría mal que los fondos de pensiones españoles pudiesen invertir en el sector productivo de la economía real, digamos algo así como que un fondo de pensiones quisiese y pudiese invertir en una compañía que fabricase sillas, en Lugo, en Cuenca o en Alicante, y donde por ejemplo un private equity especializado en pymes de un determinado sector o varios, instrumentase y gestionase tales inversiones y actuase como vehículo de diversificación y gestión, así como que con su participación como miembro asesor independiente de las comisiones de control de los propios fondos de pensiones actuase aportando valor en las definiciones de las políticas de inversión y diversificación.

Y si adicionalmente, el marco regulatorio incidiese en la promoción y desarrollo del segundo pilar, con la creación por parte de las empresas de planes de pensiones específicos para sus trabajadores, basado en las contribuciones empresariales en favor de sus empleados como sistema de previsión social y de futuro, se podría tener la tormenta perfecta que permitiría revolucionar y sentar las bases de un futuro prometedor para la sociedad en forma de originación de valor económico y creación de empleo, de actividad y en definitiva de riqueza económica.

El desafío es importante, y el reto es ser capaces de entender que las políticas monetarias no son suficientes, incluso inútiles si no tenemos el sustrato que alimente la productividad de la tierra, por mucha agua de lluvia que caiga, solo saldrán flores sobre la tierra abonada, y no germinará nada del agua que caiga sobre piedra y rocas.