Esperar lo inesperado o por qué las previsiones (muchas veces) no se cumplen

Llegados a este momento del año, los que nos dedicamos al mundo de la gestión de activos solemos echar la vista atrás y hacer balance de lo que ha pasado en los mercados. Esta primera mitad de 2023 ha desafiado todas las previsiones ya que, contra todo pronóstico, ha resultado ser positiva para la mayoría de las clases de activos.

Si tuviéramos que ponerle alguna etiqueta, sin duda hablaríamos de 2023 como el año de las divergencias y, cómo no, de la inteligencia artificial, porque en este caso, ambas cosas van muy de la mano.

Las divergencias se dan entre previsiones y realidad y también entre ganadores y perdedores. 2023 se antojaba como el año de la inevitable e inminente recesión. De hecho, los economistas se refieren a ella como “la recesión más cacareada de la historia”. Se esperaba que los mercados permanecieran deprimidos, con los tipos de interés muy elevados -esto sí ha ocurrido en parte- y con una confianza en mínimos.

¿Qué ha pasado al final? Aunque en los primeros días de julio sí estamos viendo más volatilidad, el mercado de renta variable ha cerrado el semestre con rentabilidades notables, la renta fija está más calmada y la economía de momento no da señales de debilidad. No solo no estamos viendo una recesión, sino que está aguantando bastante mejor de lo esperado. De hecho, el Fondo Monetario Internacional, en su informe del primer trimestre, revisó al alza sus previsiones de crecimiento para Europa y Estados Unidos: un 0,8% para el primero, una décima más, y un 1,6% para el segundo, dos décimas más. Para 2024 también se espera que el crecimiento sea positivo.

Tanto la macro como los mercados están resistiendo a los efectos de las fuertes subidas de tipos de los principales bancos centrales. Esta es la medicina tradicional contra la alta inflación que hemos experimentado en los últimos meses, llegando a unos niveles que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial. Por recordar, en Europa hemos llegado a superar el 10% en 19 países, y ahora, aunque ha caído, siguen sin ser aceptables: 5,5% en la zona euro en junio.

En Abante siempre decimos que el mercado suele hacer lo que más duele, y en esta ocasión, lo que más ha dolido es que no ha parado de subir, a pesar de que los tipos aún no han terminado su escalada -estamos viviendo el ciclo de endurecimiento de la política monetaria más agresivo de los últimos cuarenta años-. Lo que ha cambiado respecto a 2022 es que el mercado ya empieza a ver el principio del fin y es capaz de estimar el nivel máximo que alcanzarán.

Justamente este julio se cumple un año de la primera subida de tipos en Europa en más de una década. En Estados Unidos ese aniversario se produjo en marzo. Desde entonces, el Banco Central Europeo ha ejecutado ocho subidas de tipos, nueve si contamos la de este mes de julio que todos damos por descontado. La Reserva Federal estadounidense ha llevado a cabo 11 subidas.

Curiosamente, una vez conocido dónde descansarán los tipos en la subida, ahora el mercado mira hacia delante y trata de estimar cuándo empezarán a bajar. No hace mucho esperaba una primera bajada para julio (ya sabemos que no pasará), después miró a septiembre y ahora ya no se espera antes de que estrenemos el 2024. Estos meses han supuesto una dura lección para los mercados, que han tenido que asimilar y convivir con una realidad que cambia muy rápido y con unas previsiones que no acaban de cumplirse.

Y siguiendo con las previsiones que no se cumplen, nos toca pararnos en los resultados empresariales. El mercado lleva unos cuantos trimestres esperando ver cierto retroceso, pero, de momento, y a la espera de ver cómo resulta el segundo trimestre, lo que podemos concluir es que la realidad corporativa sigue firme y fuerte.

En los mercados de renta variable hemos despedido un muy buen primer semestre, especialmente en Estados Unidos, donde el Nasdaq ha subido más de un 30%, firmando el mejor semestre de su historia. Es paradójico que un semestre tan explosivo haya venido precedido por otro hecho histórico: el Nasdaq registró en el primer semestre de 2022 el peor semestre desde su creación hace 52 años (el resto de año no hizo sino empeorar el resultado). Esto nos vuelve a recordar el peligro de gestionar con el retrovisor o tomar posiciones mirando el comportamiento pasado de los activos. Este movimiento tan brusco ha pillado a muchos inversores con el pie cambiado y fuera del sector ganador del año.

En el comportamiento de los sectores encontramos algunas de las mayores divergencias a las que nos referíamos al principio. El sector de la energía, claro ganador de 2022, se ha convertido en el perdedor de 2023.

Dentro del sector ganador es necesario sacar la lupa y observar algunas dinámicas curiosas. La espectacular subida se concentra en pocos valores. “Los Siete Magníficos”, que es el apodo que reciben Microsoft, Apple, Amazon, Meta, Tesla, Alphabet y Nvidia, se lo han llevado todo. El denominador común de estos es que han sabido capitalizar el enorme interés que está despertando la inteligencia artificial, tanto a nivel empresarial como social.

¿Quién no ha oído hablar de ChatGPT? Seguro que muchos de ustedes lo han probado y, aunque todavía estamos lejos de conocer su capacidad futura real, no cabe duda de que abre un campo enorme de aplicaciones para algunos negocios y profesiones.

Seguiremos muy pendientes de lo que pase para aprovechar todas las oportunidades que nos abra este apasionante campo, sin olvidar algunas de las claves principales de nuestra gestión: permanecer invertidos con carteras globales, robustas y diversificadas, sin perder de vista lo que nos puede ofrecer la inteligencia artificial. Quién sabe, tal vez nuestras futuras tribunas las escriba ChatGPT.