La importancia de disponer de una estrategia corporativa

Desde nuestra posición como especialistas en operaciones corporativas estamos observando los diferentes comportamientos que los Administradores y/o Responsables de la gestión de empresas están adoptando para superar los retos a medio y largo plazo de sus compañías en los actuales escenarios de incertidumbre e inestabilidad. Fruto de esa observación vemos una clara diferenciación entre quienes están optando por posiciones defensivas y no moverse y aquellos que están tomando decisiones y ejecutando acciones corporativas con el objeto de reposicionarse en el mercado asumiendo con ello compromisos de gestión y financieros.

¿Quién saldrá reforzado? ¿Cuál es la mejor de las decisiones, esperar y ver, asumir riesgos y tomar iniciativas? Solamente el tiempo lo dirá. Sin embargo, si vemos una clara diferenciación entre aquellas actuaciones que están soportadas en un proceso previo de reflexión sobre la Estrategia Corporativa y las que no. Por ello desde IMAP Albia Capital estimamos que puede ser útil hacer una mención a esta vital área de gestión que no siempre está bien atendida. Por estrategia corporativa deben entenderse las acciones que una organización ha de emprender para afrontar su desarrollo a largo plazo y garantizar su continuidad en el mercado global.

Básicamente comprende todos aquellos movimientos que la empresa realiza en los ámbitos de: La integración: con otras actividades/compañías aprovechando las sinergias entre ambas; Las alianzas estratégicas: de forma que se aprovechen e incorporen las ventajas competitivas de la cooperación entre empresas diversas; La diversificación: por la que se entra en actividades/mercados diferentes produciéndose nuevas oportunidades de negocios o una minoración de los riesgos.

Tradicionalmente la estrategia corporativa ha estado relacionada con las grandes compañías, que ciertamente han dispuesto de ella, lo que les ha permitido ejecutar modelos de crecimiento, deshacerse o adquirir empresas, ampliando su presencia en mercados tradicionales, abordando otros nuevos o saliendo de otros no considerados claves.

Las estrategias corporativas se han reflejado en el dinamismo de operaciones de adquisiciones o ventas de sociedades o de áreas de negocio, que generalmente han estado complementadas con una estrategia de financiación adecuada para el crecimiento o vinculadas con procesos de reestructuración de negocios o cambios en la propiedad y estructuras de capital de las compañías.

En las pequeñas y medianas empresas no es habitual que se disponga de una estrategia corporativa en la que se defina su modelo de crecimiento, cómo llevarlo a cabo y cómo financiarlo. Muy posiblemente ésta sea una de las razones por las que las empresas españolas en general y las de Euskadi en particular tengan una escasa dimensión y, por tanto, sean más vulnerables en momentos de gran incertidumbre como los actuales.

Esta circunstancia es particularmente delicada para las empresas familiares donde además de los retos empresariales se enfrentan al reto de la sucesión y la continuidad. Los modelos de desarrollo han estado tradicionalmente vinculados a los crecimientos orgánicos y al intra-emprendimiento, no considerando otras estrategias corporativas como la compra o integración de otras compañías.

Tampoco esta tipología de empresas y sobre todo las familiares han sido muy proactivas a la hora de analizar fórmulas de financiación o buscar potenciales socios con los que compartir el proyecto abriendo el accionariado, lo que tradicionalmente ha dado mucho vértigo ya que obliga a funcionar de una forma más participativa y abierta. Ello ha supuesto una autolimitación y, por tanto, una renuncia para abordar proyectos empresariales de mayor dimensión y trascendencia.

Los actuales escenarios de incertidumbre son una oportunidad para que los responsables de los Órganos de Administración y los gestores abran un proceso de reflexión sobre estrategia corporativa, con objeto de establecer las alternativas para el crecimiento y la sostenibilidad a medio y largo plazo de la empresa, que para el caso de la empresa familiar deberá considerar el desafío de la continuidad y sucesión de la propiedad. La conclusión de esta reflexión deberá posicionar a la compañía en el plano adecuado viendo las operaciones corporativas (compra, venta, fusión, integración) como un ámbito de seguimiento específico de los socios, de los órganos de administración y de la gestión de la compañías.

Desde nuestra perspectiva de profesionales de las finanzas corporativas y M&A, vemos que la reflexión sobre los modelos de crecimiento y su financiación no es una práctica extendida en el entorno de las pequeñas y medianas empresas. Por ello, desde IMAP Albia Capital nos permitimos recomendar que las empresas, independientemente de su tamaño, han de disponer de una hoja de ruta, fruto de su reflexión sobre su estrategia corporativa: hasta dónde quieren llegar en su ambición corporativa, cómo se va a ejecutar la estrategia, si se afronta en solitario o se admiten compañeros de viaje, como se va a financiar, etc.

Igualmente y dada la gran abundancia de empresas familiares con el reto de la sucesión encima de la mesa, esta reflexión será de gran ayuda para decidir cómo abordar el futuro de la empresa y personal de los propietarios/ familia. Posiblemente se encuentren respuestas adecuadas a preguntas tales como: ¿Tenemos capacidad/ energía para liderar o damos entrada a nuevos socios que lideren el futuro? ¿es vender la solución?

Contar con una herramienta como la Estrategia Corporativa puede contribuir a crear empresas de mayor tamaño, solventado así una de las debilidades más destacadas que es su reducido tamaño. Con ello contribuiremos también a sacar un mayor rendimiento de las propias capacidades, aprovechando las oportunidades de negocio y contribuyendo a la capitalización económica del país.