José Luis López gil, empresario y expresidente de la FVEM: “A algunos sindicatos les va bien con la confrontación, pero esto tiene que cambiar ya”

José Luis López Gil, empresario ligado a la Federación Vizcaína de Empresas del Metal (FVEM) que ha presidido ocho años, cree que la confrontación sindical que hay en Euskadi tiene que cambiar, porque los retos económicos requieren de acuerdos mínimos. Sobre la reforma fiscal, pide eliminar Patrimonio e incentivar la inversión.

¿Cómo ve la coyuntura económica actual y su evolución futura?

En los últimos meses ha habido un frenazo de la actividad económica, pero parece que todo indica que no va a haber recesión lo que es una buena noticia. Los primeros meses del año serán más complicados, pero después las cosas mejorarán, aunque continuará la incertidumbre, y siempre que no haya ningún sobresalto. Desde el punto de vista del empleo, Confebask anuncia que se crearán 10.000 empleos y bajará la tasa de paro hasta el 7%, una cifra histórica. No creo que la industria cree mucho de esos empleos, pero la situación no va a ser mala, aunque la guerra y sus consecuencias, así como la subida de tipos de interés están afectando a la actividad. Con respecto al sector del metal, las perspectivas de las empresas son razonablemente buenas.

¿Está sufriendo especialmente la actividad industrial vasca en este contexto?

En la industria y en el metal hay muchos subsectores y no se puede generalizar sobre su evolución: automóvil, aeronáutica, siderurgia, etc., cada uno tiene una situación diferente. En Euskadi, el PIB industrial es próximo al 24% y junto a los servicios asociados a la industria llega al 40%. El sector pasará unos meses complicados y luego renacerá. Estamos muy pendientes de la evolución de mercados europeos como Alemania y Francia, que también están desacelerando porque los costes energéticos están afectando mucho a la industria. La perspectiva a seis meses de la industria vasca es relativamente buena, ya que las empresas nos trasladan que van a crear empleo, -el 67% mantendrá plantilla y el 25% lo incrementará-, que más del 60% está entre el 75% y el 100% de su capacidad productiva, y un 44% considera que la coyuntura es buena y que los mercados están en reactivación.

¿Cuáles son las principales debilidades y problemas de la economía de Euskadi?

Desde que estoy en la FVEM, tanto en el comité ejecutivo como de presidente, siempre han estado en el top: el coste de las materias primas, el coste energético y los niveles salariales. También está el problema de atraer el talento, pero está relacionado con el reto demográfico que es universal. Retener sí se retiene bien en Euskadi. Otra debilidad es el alto nivel de absentismo, que es tres puntos superior a la media española. Se acaba de anunciar la creación de una comisión para reflexionar sobre este problema endémico de la comunidad y que corresponde a todos solucionar. La dimensión de las empresas es otro problema de la economía vasca. Son demasiado pequeñas, lo que significa menos en inversión en I+D, más dificultades para conseguir financiación y menor resistencia a las dificultades y cambios del mercado. Las relaciones laborales es otra cuestión que hay que mejorar. Y como consecuencia del aumento de los costes, las compañías han sufrido una importante reducción de sus márgenes y rentabilidad.

¿Y las fortalezas?

La fortaleza básica y fundamental de Euskadi son las personas. Tenemos muy buenos empresarios, buenos directivos y trabajadores con cualificación técnica muy importante. Nuestra formación profesional es un ejemplo y el nivel de preparación es alto gracias a la formación dual. Contamos, además, con centros tecnológicos potentes que ayudan con su labor a que la industria prospere y con un gobierno que apoya a la actividad industrial como motor de la economía y que lo seguirá siendo, porque todos estamos de acuerdo. En una comunidad tan pequeña es fundamental colaborar para atender los retos. El principal valor de Euskadi es la industria y su impacto en la economía es mayor que en otros sectores, las capacidades de sus profesionales son más elevadas, hay mejor nivel salarial y, por tanto, mayor bienestar. Muchos países se están dando cuenta de su valor y buscan volver a traer la producción que tenían externalizada a su territorio.

Ha mencionado que las relaciones laborales es otra cuestión a mejorar. ¿Cómo cree que se puede reducir la conflictividad?

Los sindicatos son fundamentales en la economía y sociedad, pero la presión y conflictividad es muy alta en Euskadi porque falta comunicación entre organizaciones empresariales y sindicatos o no es fluida. En todas las reuniones que hemos tenido, a nuestra iniciativa, hay un cierto grado de desconfianza y falta un criterio único por parte de las organizaciones sindicales. Hay que hablar, otra cosa es que luego no te pongas de acuerdo, pero hay que dialogar.

¿Ha habido diálogo para alcanzar un acuerdo sobre el convenio del metal vizcaíno para 2022-2025?

Once jornadas de huelga, varias reuniones y la mediación del Gobierno vasco han hecho falta para llegar a un acuerdo con la mayoría sindical, representada por CCOO, UGT y LAB. ELA no ha respaldado el convenio. A algunos sindicatos les va bien con la confrontación, pero esto más pronto que tarde tiene que cambiar, porque vamos a tener tales retos que va a ser difícil avanzar sin un mínimo, al menos, de comunicación. Hay que tratar de hablar para llegar a acuerdos, porque sin hablar es muy difícil. Las situaciones futuras nos van a obligar a tener que llegar a unos mínimos acuerdos.

¿Qué opina sobre los informes y estudios que señalan la pérdida de competitividad de Euskadi respecto a otras regiones?

Hay muchos retos futuros y dificultades a los que no son ajenos los países de nuestro entorno y, sobre todo, Europa. El País Vasco todavía tiene unos indicadores económicos buenos y cuando se dice que ha perdido peso respecto de la economía española es cierto. Pero la manera más clara de crecer y elevar el PIB es con las personas y la evolución de la población en Euskadi va a la baja. Tenemos que fijarnos en que el PIB per cápita vasco es casi tal alto como el de Madrid, unos 34.821 euros frente a 32.925 euros, y que está por encima de la media de la Unión Europea. Hay problemas y retos a afrontar que nos atañen a todos y tenemos que trabajar por conseguirlos juntos.

¿Por qué la empresa vasca despierta el interés de fondos de inversión extranjeros que entran en su capital?

Lo positivo es que si vienen a comprar es porque hay buenas empresas. En esta comunidad autónoma hay buena materia prima, buenos directivos y un entorno amable para la industria. Pero no hay músculo financiero para hacer frente a estas entradas, además la legislación bancaria penaliza las participaciones industriales, somos pequeños para hacer frente a esto.

¿Comparte la iniciativa del Gobierno vasco de participar en compañías locales para asegurar su arraigo?

El Gobierno vasco, siempre que sea una buena inversión, debería de entrar en el capital de compañías locales, pero necesitaría un fondo más potente que el actual para lograr un mejor efecto y tomar una mayor parte. Que se amplíe y se dedique más dinero para apoyar el arraigo.

Para finalizar, ¿qué le parece el anuncio de una próxima reforma de la fiscalidad en Euskadi para aumentar la progresividad?

El mantra de los empresarios es que nos bajen los impuestos y que inviertan en el arraigo, pero nuestro compromiso es con el estado de bienestar y para eso hay que contribuir. No comparto la idea de quien dice que el que más tiene, más tiene que pagar porque eso ya ocurre. Hay progresividad, otra cosa es que sea poca. Lo más importante es que den un trato amable a las empresas, que tengan en cuenta que crean riqueza y bienestar. Yo no pido bajar el impuesto de Sociedades, pero a la empresa que crea empleo, invierte y aporta riqueza a la sociedad y a la economía, que se le incentive con deducciones fiscales. Por otra parte, creo que no debería existir Patrimonio y quiero que desaparezca. Sobre los impuestos temporales a la banca, energéticas y a las grandes fortunas, pienso que ante dificultades y circunstancias especiales habrá que echar una mano. En otros países europeos con gobiernos conservadores existen gravámenes parecidos y no pasa nada.