Liderazgo financiero: ¿hora de reflexionar?

Si hay un hábito saludable que todos practicamos mucho menos de lo que deberíamos, es el hábito de reflexionar. “Reflexionar” proviene del latín “reflectere”, que significa “doblar hacia atrás” o “girar hacia atrás”, haciendo referencia a la introspección y al autoexamen que llevamos a cabo al practicarlo. Siempre es buen momento para la reflexión, especialmente cuando lo podemos hacer en compañía de alguien con quién ejercer la mayéutica de forma bidireccional. Y eso fue lo que ocurrió el pasado 24 de marzo.

Aunque no nos conocíamos personalmente, nos intuíamos, porque llevábamos tiempo leyéndonos. Así que recogimos el guante mutuo lanzado a raíz de la tribuna del mes pasado y decidimos encontrarnos en Bilbao para tomar un café.

Todo fluyó desde el primer instante, el café se convirtió en comida y a ésta le siguió una magnífica sobremesa, tras la cual, aprovechamos para bajar calorías recorriendo ese “imponente nuevo Bilbao”, esta maravillosa ciudad que atrae y exporta talento, creatividad e innovación a partes iguales, y de la que cada vez se habla más y mejor fuera de nuestras fronteras.

Varios fueron los temas sobre los que reflexionamos en tándem, todos ellos producto de la intersección de nuestros respectivos perfiles: el financiero y el humanista. Comenzamos por desmontar el viejo paradigma que correlaciona el éxito con la riqueza. Comentamos acerca de la necesidad de darle un enfoque más humano al concepto éxito. Nos preguntamos si tener dinero es realmente lo que nos acerca a la felicidad y consensuamos, como no podía ser de otra manera, que la salud financiera es muy necesaria, pero para lograrla no deberíamos tener que sacrificar otras “saludes”, como la mental y la física.

Probablemente, si invirtiésemos más en educación financiera temprana desarrollaríamos una visión menos sesgada de la función real del dinero, más cercana al medio que es, frente al fin que representa para muchos. Combatir la tan arraigada cultura del pelotazo podría ser un buen comienzo, alejar los tambores de la especulación y primar lo ético sobre lo estético, esquivando modas y evitando salir corriendo detrás de todo aquello que se envuelve en el papel de la sofisticación y el beneficio rápido. Convencer a nuestros jóvenes de que hay trenes a los que no hay por qué subirse y otros que necesariamente no debemos dejar pasar, como aquéllos que llevan los vagones cargados de valores: humildad, honestidad, paciencia, rigor, etc.

Y en ese largo recorrido, encontrar personas que te acompañen, suele dar buen resultado cuando ejercen como auténticos líderes, despejando incertidumbres y erradicando, o al menos, gestionando miedos.

Liderar es sinónimo de guiar, por eso, para practicarlo con rigor es fundamental inspirar curiosidad en los demás y fomentar en ellos el deseo de aprender y avanzar continuamente. Y en el ámbito del asesoramiento financiero esto cobra mayor importancia si cabe, ya que somos los propios asesores patrimoniales los que tenemos la obligación moral de potenciar la cultura financiera entre nuestros clientes.

Para ejercer ese liderazgo debemos dejar de mirarnos en los espejos equivocados, tratando de imitar al “superhéroe” que todo lo sabe y jamás se equivoca, para comenzar a practicar un liderazgo más humano, que se sustente sobre el cuestionamiento de nuestras propias decisiones y el reconocimiento de nuestros errores.

Por eso, el liderazgo se entrena, se muscula y, aunque no es medible, sabes inmediatamente cuando lo estás haciendo bien porque son tus clientes, colaboradores, familiares y amigos los que otorgan esa categoría cuando te conviertes en una persona cercana y coherente. En definitiva, cuando te ven como alguien en quién pueden confiar.

También reflexionamos acerca de los entornos BANI (frágiles, ansiosos, no lineales e incomprensibles) en los que hoy vivimos, y que nos llevan a plantearnos la posibilidad de revisar el actual modelo socioeconómico. Estamos en un momento en el que la sociedad precisa de negocios con propósito. Con una meta superior, que vaya más allá de crear beneficios para unos pocos (shareholders) y que se oriente en generar riqueza para los grupos de interés (stakeholders) gracias a los cuales logra los beneficios, como son sus clientes, proveedores, empleados, comunidades, e incluso el medio ambiente en el que opera y del que obtiene los recursos. La ejecución de una cultura consciente, en la que los valores y principios son prácticas fundamentales del tejido social de una organización y que sirven precisamente para ejercer de conectores de los grupos de interés.

Sobre la importancia de esos otros conectores fundamentales, que son las personas, nos habla precisamente el sociólogo económico Mark Granovetter, premiado recientemente con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales, con una frase que resume en cierto modo esa filosofía: “aquellos a quienes apenas conoces, probablemente pertenezcan a redes diferentes a las tuyas. Esas personas con las que tienes vínculos débiles te conectan a una red más amplia, esas personas, son tu ventana al mundo” y esto corrobora lo que el propio Keith Ferrazzi habitúa a contarnos y que titula de forma gráfica, Nunca comas solo.

Estamos en un momento clave para el desarrollo de nuestra sociedad. Momento que exige de un liderazgo equilibrado, que surja de comités de dirección más igualitarios, donde no haga falta imponer cuotas, porque el liderazgo lo ejerzan igual hombres que mujeres, sin importar su género, sino inteligencia emocional, su pensamiento crítico y su criterio ético. Sólo así construiremos empresas más competitivas, más rentables, más productivas, en definitiva, más sostenibles.

Camino por recorrer, ¿hora de reflexionar?