Jose Galíndez, presidente del Círculo de Empresarios Vascos: “Más que la pérdida de competitividad que hemos tenido en Euskadi, me preocupa la tendencia”

El presidente del Círculo de Empresarios Vascos, Jose Galíndez, reclama el diseño en Euskadi de un sistema atractivo para empresas, directivos y talento, ya que cree que el declive de personas es el que “va a tirar el PIB para abajo”. Afirma que en prosperidad “estamos muy bien”, pero avisa: “Otras regiones avanzan más rápido”.

Ingeniero naval y vicepresidente de Solarpack, Jose Galíndez es el presidente del Círculo de Empresarios Vascos, organización integrada por 70 presidentes, consejeros delegados y directores generales de las principales compañías de Euskadi, desde hace año y medio. Galíndez aplaude la fortaleza del tejido industrial y la colaboración público-privada, pero pide una estrategia para atraer talento y mantener así la competitividad.

¿Cómo ve la situación económica global?

Un empresario, por lo general, ve la botella media llena, sin despreciar la situación actual que es novedosa respecto de las últimas décadas de inflación y tipos bajos. Ahora es muy diferente, pero creo que la economía se ha adaptado bien a estas circunstancias. Hay efectos colaterales en el sistema bancario, pero la economía no está reaccionando mal y la recesión que anunciaban no ha llegado.

¿Cuáles son las principales preocupaciones del empresario?

El mayor problema del empresario no es de ventas o facturación, es que no encontramos personas. También, por supuesto, el nubarrón de la guerra en Europa que afecta de manera desigual a quien ha tenido actividad en Ucrania y/o Rusia, pero a todos nos afecta la disrupción que ha supuesto en la confianza en el comercio mundial y en las líneas de suministro. Ahora estamos en una situación más equilibrada, pero sí hay dudas sobre si la globalización va a avanzar a la misma velocidad o van a influir estas desconfianzas geopolíticas en cómo nos vamos a abastecer, cuáles van a ser nuestras líneas de suministro o hasta cuándo nos vamos a apoyar en economías muy alejadas. Hay una reflexión acerca de prever suministros esenciales en casos como pandemias, guerras, etc., y no solo en sanidad y energía, sino en lo imprescindible para seguir operando como país. Al término glocal no le dábamos el sentido estratégico que tiene hoy. Vuelta a pensar cuánto queremos depender de fuera y qué mínimo debemos mantener dentro de nuestro espacio de control y de confianza.

¿Prevé una recuperación rápida?

No vamos a ver una recuperación como la del Covid porque veníamos de una situación muy deprimida, pero ésta es sostenida y aguantando el temporal de la inflación y los costes elevados. Estamos trabajando y exportando, y espero que la economía crezca y que la inflación se contenga.

¿Qué retos principales tiene la economía vasca en el contexto actual?

Somos un territorio pequeño y también nuestras empresas lo son y compiten en un mundo de grandes, de economías de escala, donde el tamaño importa. Tenemos empresas medianas vibrantes que deberían poder crecer más, pero falta capital. Ahora vemos esfuerzos privados y públicos para impulsar proyectos, pero es uno de los recursos escasos que hay que trabajar. Otro reto es la atracción y retención de talento, que estamos en una competencia desatada. Tenemos que estar preparados para acoger, dar la logística necesaria, recursos, etc. Y el reto de coordinación con el sistema educativo. La empresa y la formación profesional se llevan mejor, pero la universidad y la empresa viven realidades diferentes, demandamos unas capacidades y tecnologías determinadas y la universidad produce otras. Así no vamos a ningún sitio.

¿En qué posición está Euskadi en la atracción de proyectos e inversión empresarial?

Aquí también tenemos otro gran reto. Una empresa que quiere poner una planta se fija en el nivel de educación, ahí vamos bien, en que haya emprendimiento y vocación, y también puntuamos alto. El nivel salarial no preocupa siempre que haya una productividad detrás; pero sí el absentismo. Las personas que miran a Euskadi y España ven unas cifras muy preocupantes y no podemos obviarlo. Algo que no está en las medias de nuestro entorno nos tiene que preocupar a todos: empresarios, sindicatos y trabajadores. Otro gran problema son las relaciones laborales. En Euskadi sucede una cosa incomprensible: tenemos un sindicato que no habla y es difícil llegar a acuerdos. Y esto se entiende muy mal, cuando alguien viene de fuera. Es un problema que frena la llegada de inversión y del que se pueden aprovechar otras regiones de nuestro entorno.

¿Alguna fortaleza más a destacar?

En el lado positivo, tenemos una sociedad muy ágil con una capacidad buena de adaptación; somos exigentes, pero luego damos resultados. En los años 80 dimos la vuelta a una situación de crisis industrial dramática, y hoy tenemos una industria de renovables, alta I+D, un sector aeronáutico potente, una industria de biosalud y medicina. En definitiva, un tejido industrial muy ágil. Y contamos con unas administraciones favorables, que están atentas a las oportunidades que la industria y las situaciones le plantean. Y con una colaboración público-privada buena y alta, en lo que afecta a las empresas. Tenemos que trabajar las debilidades.

¿Qué opina sobre la pérdida de competitividad de Euskadi en los últimos años?

Más que preocuparme la pérdida de competitividad que hemos tenido hasta ahora, me preocupa la tendencia. En las ocho métricas en las que se puede medir la prosperidad, y no solo la económica, estamos muy bien, otra cosa es que otras regiones están avanzando más rápido, con el riesgo de quedarnos demasiado atrás. Dicen que Madrid está creciendo por la capitalidad, pero lo que pasa es que tiene mucho dinamismo, allí pasan cosas y no solo en el mundo profesional; o el avance que tiene Málaga. Hay que diseñar un sistema atractivo para el que viene de fuera y sus hijos y entender que es compatible con defender el euskera como patrimonio cultural: Suiza tiene una lengua complicada, pero es el sitio más atractivo de Europa para empresas y directivos. Y también hay que trabajar porque sea un sitio atractivo para venir a estudiar. Tenemos un problema demográfico serio y creo que es un reto que está en el fondo del declive de la competitividad: es el declive de personas lo que va a tirar el PIB para abajo, si no somos capaces de mantener la población y hacernos atractivos a la población existente.

¿Es partidario de cambiar la fiscalidad?

Creo que las familias empresarias y la empresa en general en Euskadi tiene una fiscalidad razonable. Si tenemos que poner peros lo ponemos en Patrimonio, porque es un impuesto ridículo en términos de recaudación y asusta más que lo que recauda. Lo que perdemos en IRPF por quien no viene por Patrimonio es mucho más que lo que ingresamos. Lo mismo con el tramo marginal que es para salarios muy altos: tenemos directivos de martes a jueves que ni pagan el IVA aquí, ni el IRPF, ni los colegios de sus hijos, ni nada. Vivimos en un mundo abierto, donde uno compite también en fiscalidad.

¿Cómo ve el apoyo al arraigo de empresas estratégicas por parte del Gobierno?

Se están produciendo movimientos en la construcción de fondos públicos para hacer inversiones en empresas estratégicas; también están surgiendo fondos que buscan el arraigo de las compañías como fundación Artizarra, etc., ese capital privado que es de aquí y quiere invertirse aquí. El esfuerzo público-privado se está dando y está habiendo contactos entre ambos para apoyar proyectos que tengan sentido económico y que sean beneficiosos para Euskadi.

Para finalizar, ¿por qué cree que la figura del empresario genera rechazo social? ¿Cómo se puede mejorar esa percepción?

La sociedad vasca tiene buena percepción de los autónomos, de las pequeñas empresas y de los emprendedores y empieza a tener sospecha de la mediana empresa y es alérgica a la grande. Pero son las grandes empresas las que en el Covid no han bajado el pistón, tenemos que protegerlas y hacerlas más competitivas. Trabajemos por mejorar las compañías y no por negar el rol que hacen y la importancia que tienen de generar nuevos empresarios. Tenemos que cambiar la mentalidad de la sociedad y llevar al empresario a las aulas y al estudiante a la empresa y que vean que se crea riqueza.