¿Tiene espacio la filosofía en el área laboral?

En esta tribuna comparto con vosotros la importancia que yo veo en la filosofía como herramienta de apoyo en la vida y en la parte laboral que todos dedicamos en ella, para que en vez de una carga, sea una oportunidad de brillar y hacer brillar a otros. Sin duda con esfuerzo y días difíciles y de contextos conflictivos y dudosos.

Actualmente algunos ven la filosofía como una actividad puramente intelectual que se practica desde un sofá, aunque en otros tiempos era un ejercicio para todo el cuerpo y se enseñaba y practicaba en gimnasios y aulas. Platón era un luchador, Cleantes, boxeador, y a Sócrates, el guerrero más bravo del ejército ateniense. Marco Aurelio fue emperador, además de una de las máximas figuras del estoicismo. Su gran obra Meditaciones está considerada como un monumento al gobierno perfecto. Escrita con exquisitez y ternura con un fin muy concreto: enseñarnos a vivir bien.

¿Cómo podemos aplicar ideas de la filosofía en el día cotidiano en nuestros puestos de trabajo? La filosofía encierra ideas muy generales de quién soy, quiénes son los otros y cómo fueron las acciones en el pasado y cómo serán en el futuro. Llevado al trabajo es reflexionar sobre cuál es mi papel en el equipo y cuáles son mis tareas, cuáles son los papeles y tareas del resto del equipo y qué conseguimos juntos hoy y qué queremos conseguir juntos mañana. La gestión que hacemos hoy y cuál es la estrategia actual y futura.

Covid, encarecimientos de precios, dificultades logísticas y de aprovisionamiento, continuos cambios en la comunicación y en las herramientas a aplicar. Son momentos adecuados para la reflexión y filosofía: qué significa mi negocio y para qué y quién son mis productos, qué está bien en mi empresa y mi equipo y dónde hay resistencias y/o mejoras.

Desde los griegos con la democracia en Atenas y Sócrates, a la filosofía idealista germana con Kant, Schelling o Hegel, los cambios siempre sucedieron cuando la sociedad estaba en crisis. Normalmente reaccionamos solo cuando llegamos a un extremo que aprieta y en el que si no actuamos metafóricamente morimos, aunque es también cuando reflexionamos y aplicamos, sin saberlo, la filosofía, pues nos hace ver el mundo y la empresa y a uno mismo de una manera transformacional y evolutiva.

Un aporte del idealismo alemán aplicable a nuestros días es: “La clase de filosofía que se elige depende de la clase de persona que se es”. Somos lo que hacemos y el comportamiento que la persona tenga en el equipo de trabajo refleja el tipo de persona que se es. La manera de dirigirnos en el equipo es espejo y ejemplo que los jóvenes pueden replicar en la búsqueda de un trabajo productivo y humanista. Lo que da verdadero valor a nuestra vida no es algo que podamos producir, sino la manera y lo que elegimos producir, es decir, cómo gestionamos y qué estrategia elegimos. Somos nosotros los que a través de la toma de decisiones conscientes hacemos o no nuestra vida laboral mejor.

¿Puede cualquier persona filosofar en el trabajo? Desde el momento que cualquier persona se tome la filosofía como una forma de vivir más que como una ciencia para estudiar sí. Todos nos hacemos preguntas, las formulamos, aunque muchos muchas veces las dejamos de lado. No se toman las dudas y preguntas de una manera seria y las dejamos sin respuestas; cuando solo las respuestas llevan a la acción, y por lo tanto a la evolución y/o transformación.

No es tan importante evaluar si son buenas preguntas y respuestas correctas como el hacerlas. Y esto de una manera constante y con la cadencia adecuada, es la manera de evolucionar y mejorar, pues, además, si no da el resultado esperado, volveremos a debatir y actuar.

A veces las circunstancias y contexto serán más fáciles y acompañarán y otras no. Aunque siempre la responsabilidad laboral es 100% individual y es para cada uno, pues el resultado de un negocio es la suma de la acción de todas las partes. Y la realidad es que cada uno hace lo que quiere siempre, el poner excusas y la responsabilidad de uno en los demás, no es si no falta creencia en uno mismo.

¿Cuándo y cómo aplicar la filosofía en el trabajo? En mi opinión siempre, aunque no siempre es el momento de aplicar a la acción. Sólo cuando hayamos completado el proceso de reflexión y de preguntas y respuestas. Para ello existen muchas herramientas y metodologías como análisis Dafos, tableros canvas, reuniones de equipo..., y también, indicadores que nos ayudan a ver de forma objetiva la situación real, que nos guste o no es la que es, es una de las bases del estoicismo, ver las cosas como son y desde ahí tomar decisiones de actuación.

Ya decía Heráclito que nada es permanente, por lo que no podemos bañarnos dos veces en el mismo rio, pues las aguas están en continuo movimiento. El pasotismo no sirve, el agua se moverá nos guste o no. Mejor marcar cada uno el equipo y el negocio hacia el mar que queremos dirigirnos y saber que ni el mal ni el bien son durables, sino estados temporales de un camino profesional y de negocio. Aristóteles y su Ética a Nicómaco explican que la manera valiente de reflexionar ni es temeraria ni cobarde, sino que equilibrada. Estudia detenidamente la situación, mide sus fuerzas y posibilidades y tras comprobar que está de acuerdo con ellas, se enfrenta a lo que sea, sin miedo alguno.

Lo certero es que la filosofía abre horizontes. Y aunque el horizonte y la perfección son metas utópicas e imposibles, son la mejor guía para evolucionar y caminar en la vida y en nuestra parte profesional en ella, de una manera consciente, tranquila, agradecida y feliz. Debemos tomarnos a cada uno mismo muy en serio, tenemos que ser valientes en relación con nuestras preguntas y a los enfoques propios y de esta manera generaremos nuevos espacios que harán de nuestras vidas profesionales y entornos laborales mejores para uno mismo y para los demás. ¡Feliz vuelta al trabajo!