La Inteligencia Artificial y la ética

La ética es muy importante en toda actividad humana y especialmente cuando la actividad afecta a otras personas, como por ejemplo en el caso de decisiones de dirigentes políticos o empresariales. Por ello, es totalmente lógico que nos preocupe la ética en una tecnología tan importante y transversal como es la Inteligencia Artificial (IA). Si analizamos lo que dice la RAE me quedo con esta definición: “Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”.

Lo que entendemos por ética no suele estar recogido en la ley y, por eso, algunos humanos relativizamos la ética a nuestra conveniencia. Por ejemplo, muchos de los actuales políticos españoles no consideran que falten a la ética cuando derrochan el dinero público que pertenece a todos los ciudadanos y cuando mienten. Y lo hacen permanentemente, utilizando el dinero público para sus propios intereses, nombrando a amigos o miembros de sus partidos para gestionar las empresas públicas, en lugar de nombrar a los más preparados, no haciendo nada ante el inaceptable absentismo, valorando igual a los que más aportan que a los que no aportan nada, etc, etc, etc.

Un ejemplo de falta de ética de los gestores públicos ha sido durante la pandemia, que ha obligado a empresarios y trabajadores privados a quedarse sin trabajo o, en el mejor de los casos a estar en un Erte, mientras ellos cobraban integramente sus sueldos. Y otro ejemplo más reciente, la actuación ante las condenas de Andalucía, justificando el derroche de más de 800 millones porque “no se han metido nada en su bolsillo” lo que podría ser un agravante, pero que es éticamente vergonzoso utilizarlo como justificación. En las mentiras vergonzosas no quiero profundizar porque nunca han sido tan evidentes como ahora.

Cuando algunas de estas personas expresan su preocupación por la ética en la IA no saben de lo que hablan, porque no hay ningún riesgo de que la IA actúe contra la ética si quienes se la enseñan son personas independientes con sólidos principios éticos que pueden ser conocidos y controlados por los ciudadanos. El verdadero riesgo es que traten de que la IA tenga la misma ética que ellos aplican en muchas de sus decisiones, es decir, que ellos controlen la IA.