Gestionar la demanda ante la incertidumbre: predecirla es una opción

Cómo dar respuesta a la demanda y a los retos industriales que nos mueven. Podemos soñar. Dejar fluir a la parte ilusionista de nuestros cerebros e imaginar las fábricas del futuro: procesos autónomos; pperaciones conectadas layouts dinámicos; proveedores integrados; personas con capacidades aumentadas; entornos fantasma capaces de dar la respuesta necesaria.

Sin embargo, la parte racional debe aportarnos consciencia y ayudarnos a desarrollar alternativas útiles ante la realidad actual: retrasos en las entregas por la escasez de materias primas; desviaciones de costes industriales principalmente por el incremento de precios de los combustibles; dificultades para incorporar los perfiles técnicos necesarios. Estos últimos años se ha evidenciado la debilidad en la gestión de los riesgos por la vigilancia limitada de la evolución de estos, por la falta de planificación con la antelación suficiente. Por una cosa o por otra, hemos ido a contracorriente.

La incertidumbre seguirá ahí. Siendo una amenaza y también una gran oportunidad. Lo aprendido nos sirve para tener claro que si no vigilamos los riesgos y respondemos de forma flexible, ágil y eficiente, será una amenaza que no sólo puede ralentizar nuestra actividad, sino detenerla. Nos enfrentamos al desafío permanente de mantener el equilibrio, la salud y el buen desempeño de nuestra cadena de valor. Por todo esto, es trascendental desarrollar nuestra capacidad de gestión de la demanda ante la incertidumbre.

Hablamos del cómo gestionar la demanda y recordamos la utilización de encuestas, historiales de datos o indicadores sectoriales. Lo hemos hecho teniendo claro que tan sólo han sido las mejores formas conocidas por entonces. Métodos que han ayudado a responder ante los cambios y necesidades que el mercado nos ha ido declarando y revelando.

Llegados hasta aquí, nos preguntamos: ¿tenemos alternativas? La parte ilusionista sueña con llegar a ser tan ágiles y flexibles que nuestra capacidad de respuesta a cualquier cambio o nueva necesidad nos blinda ante la incertidumbre. Esto es, tenemos tal capacidad de adaptación que no necesitamos gestionar la demanda. La parte racional vuelve a hacer su papel y nos recuerda cómo el desarrollo tecnológico disponible en cada momento es el que limita el sueño. Hoy en día, podemos encontrar conflictos entre el grado de automatización necesaria y el realmente posible. O limitaciones en el desarrollo de una automatización para lograr la flexibilidad y agilidad necesarias. Esta realidad nos exige conocer cómo de flexibles y ágiles pueden llegar a ser nuestros procesos. Algo indispensable para determinar cómo gestionar la demanda: ¿por qué no predecirla? ¿Cómo hacerlo en un entorno industrial?

Esta reflexión nos lleva a una serie de ideas que pueden hacernos más fiables, ágiles y eficientes. En el corto plazo, buena parte de la industria sigue teniendo pendiente los mismos deberes. Por un lado, desarrollar modelos robustos de previsión de la demanda, que no predicción. Por otro lado, apostar por modelos de colaboración, cooperación y coordinación con clientes que permitan trabajar conjuntamente sus potenciales necesidades futuras y los proyectos asociados.

En el medio plazo, la digitalización juega un papel crucial. Aporta agilidad a la respuesta al mercado potenciando la integración digital de clientes, fabricantes y proveedores. Esto permite tener visibilidad en tiempo real y trazabilidad completa de los productos y procesos a lo largo de la cadena. Y en el largo plazo, tenemos la oportunidad de gestionar aquellos factores que influyen en el comportamiento del mercado y su cadena de suministro.

La gestión de estos factores significa no solo ser capaces de identificar y cuantificar la influencia de cada uno de ellos, sino de desplegar estrategias que diversifiquen nuestro negocio y nos permitan reconfigurar nuestras redes de suministro.

Para ello, podemos automatizar la captura de aquellos factores influyentes que sean monitorizables, incorporar sistemas IoT a nuestros productos que monitoricen su experiencia de uso, integrar tecnologías como Big Data, data mining o machine learning que procesen, traten y exploten los miles de datos capturados o, desarrollar una red de suministro equilibrada a nivel global, regional y local.

Nada de lo anterior tendrá sentido si todas las iniciativas no convergen en su para qué: ser capaces de anticipar lo que el mercado va a necesitar, transformar las oportunidades reveladas en nuevos ingresos y, garantizar el equilibrio de nuestra cadena de valor para, cuanto menos, mantener su competitividad.

Son muchos retos por delante y quizás coincidamos en que el primero de ellos sea conocernos más y mejor: cómo y por qué nuestros procesos y organizaciones se comportan como se comportan. A partir de ahí, hagamos lo necesario para que lleguen a ser lo robustos, flexibles y ágiles que necesitamos.

Preparemos nuestras fábricas para lograrlo. Reconfigurar los procesos a series cortas. Garantizar su sincronización. Incorporar capacidad predictiva para la gestión de su salud y rendimiento. Facilitar la disposición de layouts reconfigurables. Apostar por una fábrica más humana. Más horizontal. Autónoma. Integrada con clientes, colaboradores y proveedores siendo “todos -uno”. Capaz de tomar decisiones.

Nuestras fábricas no solo pueden transformar las materias primas en hacer realidad los sueños de nuestros clientes. Tienen la oportunidad de transformar datos en información de valor con la que dar certidumbre a nuestras personas, clientes y proveedores para actuar antes de que sea demasiado tarde. Para no parar ni fallar. Para descubrir y aprovechar nuevas oportunidades que la incertidumbre trae consigo. Predecir la demanda es una opción más para que nuestras fábricas sean competitivas y sostenibles: ¿estamos preparados?