Repensar los modelos operativos, ahora más que nunca

El regreso a la actividad industrial una vez finalizado el primer periodo vacacional que ha seguido a la pandemia, ya sin restricciones para viajar y esperado por muchos, ha sumido ahora a las empresas en la necesidad de parar y reevaluar la situación actual.

La situación económico-política supone un entorno de continuada y creciente incertidumbre que genera desconfianza en empresarios y consumidores y todo apunta a una contracción en la demanda con una posible recesión. Las empresas están mejor posicionadas y preparadas para esta previsible contracción de lo que han estado nunca ya que han tenido que lidiar en los últimos dos años con eventos sin precedente.

Con una inflación en agosto del 10,5% y de septiembre del 9%, subida de intereses, el anuncio de la OPEC de reducir la producción de crudo una quinta parte de lo que se redujo durante la pandemia (la mayor bajada desde abril de 2020), el conflicto de Ucrania y la subida de costes productivos y de materias primas, así como su escasez, suponen un gran reto para la industria vasca y del resto del mundo. Dicho esto, según el Instituto Vasco de Estadística, Eustat, la actividad industrial en el País Vasco ha subido 6,7% en lo que va de año. El sector energético (electricidad, gas y vapor) lidera el crecimiento con 19,1%, las industrias alimentarias, bebidas y tabaco, un 13,4% y el material y equipo eléctrico, un 11,5%.

Por otro lado, la producción industrial ha bajado debido a las continuas subidas de costes energéticos, siendo los más afectados los productores de madera, papel y artes gráficas con bajadas de hasta el 5%. Estas subidas energéticas han hecho inviable, en ocasiones, arrancar hornos y líneas de producción.

Las empresas se encuentran con presión de costes aguas arriba, por parte de suministradores de energía y combustible, así como de proveedores de materias primas y componentes; por no olvidarnos de la presión aguas abajo, por parte de clientes para no subir precios. Una situación así, de no actuar, se traduce en pérdida de unos beneficios ya apretados o pérdida de negocio, dado que los clientes no se pueden permitir el producto o servicio.

De los 78.000 millones de euros de PIB del País Vasco (Eustat 2021), y quitando a las grandes energéticas que suponen el 21%, la industria manufacturera sigue representando el 18% del PIB, con empresas destacadas que mantienen la tradición del metal, ya sea a través de la industria automovilística, aeronáutica, marítima o ferroviaria, todas ellas afectadas por grandes presiones en suministro y aumento de costes y muy demandantes de transporte.

La desaceleración que se está viendo en demanda agudiza la búsqueda de eficiencias que eviten seguir deteriorando márgenes, ya sea a través de mejoras en la planificación y gestión del working capital, la reducción de mermas, control del gasto energético, aumento de la eficiencia operativa o digitalización, en resumen, hacer lo mismo con menos.

Son estas empresas tan afectadas por los elevados costes de materias primas, transporte y energía las que tienen una nueva oportunidad de repensar y agilizar su modelo operativo y su cadena de suministro, apoyados en la creciente aceleración de la digitalización y la innovación. A pesar de estar más preparados para combatir disrupciones, es necesario apostar por medidas que impacten en resultados y que sirvan de colchón ante la previsible pérdida de demanda, sin perder el horizonte de esperado crecimiento futuro. Es necesario disponer de un modelo operativo más “lean” que nunca, con costes muy controlados que aprovechen al máximo la evolución digital para hacerse más eficientes. En las empresas se perciben cambios en la toma de decisiones y en los planes estratégicos.

Algunas medidas que van a afectar de forma positiva a las empresas vascas en cuanto a costes y servicios de transporte van tomando forma. La demanda de transporte por carretera en el País Vasco sigue subiendo y sigue habiendo escasez de medios. Se ha lanzado un plan para la renovación de camiones de siete millones, anunciado a finales de septiembre, para mejorar las condiciones del sector que permita modernizar la flota existente en circulación con vehículos de más bajo consumo que pueda paliar el efecto de las subidas de carburantes y seguir siendo competitivos.

Otro impacto crítico que a finales de 2021 y principios de este año afectó mucho al coste y servicio de las importaciones y exportaciones también parece que evoluciona positivamente. En septiembre, el acuerdo acordado con la estiba del Puerto de Bilbao para los próximos seis años es un mensaje claro del compromiso a las empresas y de mejora de servicio que ayudará a recuperar tráficos y quitar la percepción de dársena complicada que generó desvíos de cargas a otros puertos.

A principios de año, el tráfico del puerto de Bilbao, afectado por la subida de costes y aún sin recuperar niveles prepandemia, conseguía subir, pero el de contenedores bajó un 2% en el primer semestre, impactado por la bajada de productos siderúrgicos y metalúrgicos, sector de mucha importancia en el País Vasco. En este último periodo, la parte de graneles sólidos ha caído un 24% y la mercancía general, que incluye los contenedores, sube, por fin, un 2%. También los precios de los contenedores parece que se van estabilizando, aunque no volverán al nivel prepandemia.

La industria sigue siendo clave en el desarrollo de la economía vasca. La renovación de instalaciones y búsqueda de eficiencia energética y operativa para mantener la competitividad de forma sostenible requiere revisar las reglas del juego y reformular el modelo de trabajo sin demora.

La clave, ahora más que nunca, radica en la diferenciación y la eficiencia, así como en el gasto inteligente. El próximo 2023 se presenta complicado, pero está en mano de las empresas mantenerse resilientes y empujar para que así sea.