No es el momento de ‘pelear’ con el vecino

Las previsiones de recaudación de las tres haciendas vascas para el presente ejercicio 2022 y el próximo 2023 han producido un gran alivio para un modelo de financiación autonómica como el que tiene Euskadi y más en un momento tan complicado como el actual, de alta incertidumbre e inflación.

Las diputaciones de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava batirán sus estimaciones en 2022, ya que ingresarán 17.109 millones de euros en 2022 frente a los 16.290 millones indicados hace un año. Y para 2023, aunque se reducirá el crecimiento de la recaudación, se prevé ingresar 18.072,9 millones.

Ante estas cifras tan halagüeñas y la dinámica actual en algunas comunidades autónomas de bajar o eliminar determinados tributos, como el de Patrimonio, se ha reactivado el debate sobre la reforma fiscal vasca, aparcada ya varios años.

Desde el Ejecutivo autonómico se repite por activa y por pasiva que no es el momento, en medio de una fuerte crisis económica.

El propio lehendakari, Iñigo Urkullu, hizo un llamamiento a ser “muy responsables” en las decisiones que se adopten sobre fiscalidad, porque lo importante es garantizar los servicios públicos y fomentar la actividad económica y generación de empleo.

Sí se han aprobado medidas como la deflactación sobre el Impuesto de la Renta, para minimizar el impacto de la inflación sobre los contribuyentes. Pero el rechazo es frontal a rebajar o eliminar impuestos en el presente escenario económico y con el único objetivo de competir con otras autonomías, que sí están llevando a cabo estas acciones.

Además, según el Índice de Competitividad Fiscal de 2022, Euskadi ocupa una posición privilegiada; las tres provincias vascas ocupan el segundo, tercer y cuarto puesto, solo por detrás de Madrid.

A todo esto, se une una previsión de crecimiento de la economía vasca del 4,3% en 2022, frente al 4,5% anterior, y del 2,1% en 2023, frente al 4,1% inicial. Una revisión a la baja, debido a la fuerte inflación y a la prolongación de la guerra en Ucrania. Sí desaceleración, pero se descarta la recesión. Demasiados frentes abiertos, como para ponerse a pelear con el vecino.