¿Se aplican las nuevas tecnologías?

En anteriores artículos he tratado de explicar las conclusiones de mi tesis doctoral que se podrían resumir con las siguientes frases: las tecnologías, sea inteligencia artificial (IA) u otras, son un medio para mejorar la competitividad, el empleo y la vida de las personas. En el sector público producen una extraordinaria mejora del servicio, con una importante reducción del coste y en el sector privado siempre aumentan la competitividad y el empleo sostenible. La razón fundamental por la que en el sector público español se aplican muy poco podría achacarse a la ignorancia, pero creo que se debe mucho más a la irresponsabilidad y a la falta de ética y me parece increíble que no esté gravemente penalizado este comportamiento que derrocha miles de millones de todos los contribuyentes y, además, empeorando gravemente el servicio público.

Sin embargo, en las empresas privadas y especialmente en las pymes, que son la mayoría de nuestras empresas, las causas de la poca aplicación de las nuevas tecnologías son distintas, pudiendo destacarse: el desconocimiento, las malas experiencias anteriores achacables a las malas aplicaciones, las restricciones internas y externas y la falta de tiempo. Este problema se solucionará con las ayudas, con la proliferación de cada día más eficaces empresas tecnológicas al servicio de la pymes y con la divulgación de todo lo que pueden mejorar con las nuevas tecnologías, empezando por las que aportan más valor en menos tiempo como el RPA (Robotic Process automation) y el marketing digital.

Estas tecnologías bien aplicadas siempre mejoran la competitividad y el empleo sostenible y de calidad, pero naturalmente, antes de aplicar las tecnologías, o en paralelo con su aplicación, las empresas deben asegurarse que tienen un producto y un servicio que satisface plenamente a sus clientes actuales y puede satisfacer a sus clientes potenciales, también deben asegurarse que tienen un precio que el cliente siente como barato comparando con lo que le aportamos y que además nos permite márgenes suficientes para continuar nuestra actividad y crecer, invirtiendo, pagando mejor a nuestras personas e inversores y logrando mejorar nuestro entorno y lograr que nuestros clientes y proveedores estén cada día más satisfechos. Y nunca hay que olvidar la creación de confianza, que se logra con ética y que es un factor clave de nuestra competitividad.