Retos y objetivos de la empresa familiar para el siglo XXI
Nuestra organización comenzó su andadura hace 50 años y ya hace más de 20 que pasó a ser una organización familiar compuesta por un grupo de pymes tanto en el ámbito estatal como internacional. No es posible prever lo que nos deparará el futuro, pero a nivel deseo, uno querría que el grupo continuase siendo gestionado por miembros de la familia.
El futuro de todo proyecto empresarial pasará forzosamente, por un proceso de digitalización cuyo alcance no es posible prever, dado que será un actor de avance y actualización constante. Todos los sectores estarán sometidos a él, sin el cual no habrá futuro posible. Nuestra organización hace años que creó una sociedad que desarrolla procesos informáticos, cuya finalidad es la actualización permanente de nuestra digitalización, al tiempo que desarrolla plataformas logísticas digitales de “última milla” para terceros (clientes). Y creemos estar en el buen camino pues contamos con multinacionales que utilizan nuestros servicios. Todos sabemos que el proceso de digitalización avanza a pasos agigantados y que debemos adquirir los medios necesarios para no quedarnos obsoletos.
Otro aspecto al que prestamos especial atención es el buen hacer societario, la ética empresarial o el compromiso con los stakeholders. La empresa no puede limitarse a buscar la rentabilidad, aunque ello está impreso en su ADN; debe asumir otros compromisos con su entorno: empleados, clientes, proveedores, medio ambiente, instituciones, etc. Existe un código ético que debe cuidarse tanto de lo laboral como del medio ambiente y Derechos Humanos y debemos tratar de ser ejemplo y congratularnos de que nuestra juventud a nivel global nunca estuvo mejor preparada que ahora. La cuestión es, si esa juventud está dispuesta a asumir compromisos de calado que conlleven también la creación de empresas.
Por ello, la empresa familiar, que con frecuencia supone un gran porcentaje en la generación de riqueza, si quiere mantener el control de la empresa, tendrá que preparar a sus descendientes para que asuman el rol de sus mayores. De lo contrario, la capacidad de gestión directa irá disminuyendo, el capital diluyéndose y la empresa familiar perderá su carácter.