
La humildad y el comodín de la llamada
En 1890, el prestigioso economista inglés Alfred Marshall publicó su obra más influyente Principios de Economía. En ella exponía la Teoría del Equilibrio Parcial. El concepto es ampliamente utilizado en microeconomía y su objetivo se centra en el estudio de un mercado, empresa o sector concreto, considerando que los demás permanecen constantes Ceteris Paribus. El modelo permitiría observar en detalle la afección de una sola variable sobre cualquier otra, mientras el resto del mundo se mantuviera inmutable. ¡Casi nada!
¿Qué va a hacer la renta variable en 2022? Ojalá pudiera, a falta de poderes adivinatorios, aplicar Ceteris Paribus para deducir la respuesta y esquivar “pequeños detalles” como por ejemplo: si la inflación será estructural o coyuntural, cómo la intentarán atajar los bancos centrales, la velocidad y contundencia de sus medidas. Si los cuellos de botella del transporte mundial se solucionarán en breve, si el problema de abastecimiento de los microchips se resolverá antes de los 8 años, periodo que estima la UE en el que ya tendríamos capacidad para fabricarlos en Europa, si alguien intentará invadir algún país...
Demasiados síes, demasiadas variables en “constante” transformación. Vaticinar con exactitud un diagnóstico de la situación futura es materialmente imposible. Los gestores patrimoniales necesitamos beber de muy diversas fuentes, ya que no hay certezas, sino aproximaciones a realidades concretas en continua evolución. Y en este sentido la modestia, es una de las herramientas básicas con las que debemos contar. Reconocer que la incertidumbre es nuestra compañera de viaje nos obliga a leer, ver, preguntar, deducir con espíritu crítico y actuar.
Desde hace ya un tiempo me he impuesto una serie de encuentros periódicos con profesionales de distintos sectores. En esas reuniones, a menudo en formato café, hago preguntas básicas, infantiles incluso, para obtener respuestas claras, que permitan ubicarme en esa área sobre la que quiero profundizar. No pretendo adivinar el futuro, sino introducir nuevas variables en la coctelera, para tratar de argumentar mis propuestas financieras. Estoy convencido de que el propio Marshall, ante un mundo tan complejo como el actual, utilizaría también el comodín de la llamada. Trabajemos la humildad.