La fuerza de la inteligencia colectiva: ¿a favor o en contra nuestra?

La primera intención para esta tribuna fue una reflexión sobre la diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos; pasé luego a la diferencia entre forzarse a hacer algo o esforzarse haciendo algo. Finalmente escribo sobre la inteligencia colectiva y hacernos conscientes de la fuerza que ejerce sobre cada persona, anulando a veces la inteligencia individual por muy potente que sea. Al mismo tiempo tocaré los dos aspectos anteriores, pues de alguna manera, están y estamos todos conectados conscientes o no. Espero ser capaz de conectarlos a través de estas pocas líneas, para dejaros ya reflexionar sobre vuestro uso de la inteligencia individual y colectiva.

La velocidad de los cambios en el mundo, sin duda, está relacionada con la comunicación, que ya no tiene limites gracias al desarrollo tecnológico y tras él, al gran trabajo en red que reúne a grandes cerebros de distintas ideologías, condiciones y que viven bajo distintos regímenes políticos.

El economista y premio Nobel Friedrich Hayek publicó en 1945 el articulo “El uso del conocimiento en la sociedad”, donde defendía los beneficios de las fluctuaciones de mercado, aunque lo que quiero destacar de este artículo, es que afirmaba que un mercado planificado centralmente nunca podría igualar la eficiencia de un mercado abierto, por que cada individuo solo conoce una parte muy pequeña de todo lo que se conoce colectivamente. El conocimiento colectivo es, hoy en día, tan amplio como queramos, sin embargo, parece que hacemos caso omiso de ello y preferimos unirnos a veces a razonamientos individuales que empobrecen los resultados globales. Un ejemplo puede ser que todos los informes sobre el índice de confianza de la población mundial en las distintas profesiones sitúan a los políticos en el último puesto y, sin embargo, somos nosotros los que les otorgamos el poder de organizarnos.

De ahí una prueba de la incoherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, y sin duda, yo no tengo la solución y sí la certeza de la dificultad en los cambios, aunque vivir constantemente en incoherencia no es sano a nivel emocional y genera un desgaste en la energía y en la ilusión del día a día. Esto lleva a una sociedad que se fuerza a trabajar en una disconformidad global, en vez de esforzarse por generar un cambio ilusionante. Dedicamos la mitad de nuestro día a algo que a 7 de cada 10 personas no le hace feliz. Esto no tiene sentido pues deberíamos hacerlo para generar capacidad de consumo individual, al mismo tiempo que valor añadido para promover una transformación social para construir un mundo mejor, como defiende el octavo Objetivo de Desarrollo Sostenible.

A esto se le llama disonancia cognitiva, pues muestra que las creencias y conductas de la sociedad mundial actual no están en sintonía. Vivimos en un pensamiento contradictorio, fumando a pesar de que el paquete de tabaco nos muestra terribles imágenes de sus consecuencias, consumimos bollería industrial antes de entrar en el gimnasio, mantenemos relaciones insatisfactorias por miedo a quedarnos solos y trabajamos a diario en entornos que nos generan angustia, teniendo verdadera aversión cada lunes de las 52 semanas del año.

Si además, añadimos a algo que ya ocurría la situación de pandemia mundial, la fuerza colectiva está inmersa en un caos y en una desazón constante desde hace ya meses que, en mi opinión, va en aumento y que, además oculta efectos transversales en el estado de ánimo de las personas, ya que estamos desviados hacia una conversación constante sobre las vacunas y las medidas preventivas.

Sin duda la pandemia es una realidad, aunque si centramos nuestra inteligencia colectiva en un único aspecto de la crisis mundial que vivimos, nos será cada vez más difícil visualizar soluciones o caminos que nos lleven hacia un disfrute de un mundo que es de todos y es para todos, en el que estamos aquí y ahora. Este mundo está lleno de situaciones individuales, que en muchísimas ocasiones son privilegiadas, y nos dan la oportunidad de actuar de manera positiva en nuestro microsistema, y es la suma de los microsistemas la que conforma el macrosistema que a su vez afecta al microsistema.

Esto funciona en lo económico y en lo social, en lo material y en lo human, si empleo otras palabras que para mi significan lo mismo. Quizás si dejamos de poner foco a los problemas y lo ponemos en las oportunidades, comencemos a creer en nosotros y en un mundo con muchísimas ventajas y desde ese pensamiento encontrar pequeñas acciones que lleven poco a poco, día a día, a un camino de mayor ilusión, con mas energía y motivación, para ir generando o trascendiendo a una realidad diferente y más ilusionante, en un mismo entorno.

Volviendo a Hayek escribía ya en 1945, que para cualquier teoría que intentase explicar el proceso económico, el problema crucial lo constituían las diferentes formas en que se comunicaba a los individuos el conocimiento sobre el que basaban sus planes. Saber cómo utilizar de la mejor manera posible unos conocimientos tan dispersos inicialmente, era para él, el principal problema de la política económica o del diseño de un sistema económico eficiente. Independientemente de con qué pensamiento político o tendencia económica nos identifiquemos individualmente, opino que muchos compartiremos que vivimos con riesgo de perder la libertad, y yo me refiero simplemente a la libertad de pensar y actuar cada uno en base a unos valores universales, basados en el respeto y en un ganar de todos y para todos.

No se trata de intentar grandes proezas, sino de acercarse en cada paso a pequeñas acciones de las que sentirnos orgullosos, centrarnos más en invertir el tiempo en actuar hacia lo positivo que en juzgar y criticar lo que otros hacen, esto es sin duda una perdida de tiempo y genera escaso o ningún valor económico o social. “La libertad no sólo significa que el individuo tiene tanto la oportunidad como la carga de elegir; también significa que debe asumir las consecuencias... La Libertad y la responsabilidad son inseparables”, decía Hayek. La inteligencia colectiva nace de la suma y uso de las inteligencias individuales, hagamos uso de ello de forma responsable.