Esquivando a los ‘chamanes’ de la inversión

No, no es fácil dar en el centro de la diana. El año que estamos a punto de terminar pasará a la historia de la inversión por ser en el que la renta fija resultó ser tanto o más divertida que la variable. Que se lo pregunten a los perfiles agresivamente conservadores. “¿Pero la renta fija no era siempre fija?” Negativo, si pulsamos el botón de la cruda realidad comprobaremos que, por primera vez en un siglo, ésta se depreciará, en términos generales, algo más del 15%.

Pero este singular 2022 también dejará cicatrices en aquellos otros que se subieron a la barraca del riesgo extremo, apostando todo a un único color, el supuesto verde cripto, y vieron cómo algunos de sus ídolos de insultante juventud y abultadas cuentas corrientes resultaron tener pies de barro. El 11 de noviembre nos desayunábamos con el colapso del exchange FTX, dejando a miles de personas colgadas boca abajo, viendo cómo sus inversiones caían al vacío de la desesperación.

En 1943 el psicólogo humanista Abraham Maslow publicaba la obra Una teoría sobre la motivación humana. En ella nos describía lo que denominó jerarquía de las necesidades, la conocida como Pirámide de Maslow, según la cual a medida que se van satisfaciendo las básicas, los humanos vamos desarrollando requisitos y deseos más elevados, hasta culminar en la Autorrealización. El ascenso hasta allí se trabaja a largo plazo, porque requiere tener bien cubiertas e interiorizadas cada una de las etapas anteriores: fisiológicas, seguridad, sociales y reconocimiento.

Me gusta pensar en una estructura similar en términos financieros, en la que nos marquemos una o varias metas u objetivos, vértice superior, con numerosas etapas previas en las que el ahorro y la inversión se sitúen en la base, pero también a lo largo del camino. Y en esas fases intermedias deberemos trabajar la planificación, diversificación, fiscalidad, los egos y los sesgos, la paciencia, el compromiso, la templanza... No hay mejores herramientas para esquivar a los chamanes de la inversión, ésos que pretenden dar en el centro de la diana con la fórmula del cortoplacismo.