Álvaro Videgain, presidente de Honor de Tubacex: “El apoyo al arraigo de empresas estratégicas vascas debería ser más ambicioso”

Aunque alaba la apuesta del Gobierno vasco por la industria, que él define como “la economía real porque hay mucha creación de valor”, el presidente de Honor de Tubacex, Álvaro Videgain, cree que debería ser más ambicioso en su apoyo al arraigo empresarial con participaciones más significativas, que animarían a inversores locales vascos.

El nombre de Álvaro Videgain evoca irremediablemente a Tubacex y viceversa. Entró a trabajar en el fabricante de tubos alavés en 1981 y allí se quedó hasta su jubilación, donde desempeñó funciones ejecutivas durante casi 30 años, no sin antes superar una suspensión de pagos en 1992. Hoy, como presidente de Honor, repasa la situación económica actual y explica cómo ve a Euskadi en este contexto.

Además, Videgain destaca la herramienta fundamental que es el Concierto Económico para el desarrollo económico vasco, reclama una reforma fiscal y considera que las Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV) tendrían que poder entrar en las empresas para dar estabilidad a los proyectos. “Lo mismo que entran inversores institucionales en nuestros accionariados”, afirma el presidente de Honor de Tubacex.

Ha gestionado crisis y situaciones empresariales críticas a lo largo de su vida profesional. ¿Cómo ve el escenario económico actual y el próximo año?

Las crisis están en el ADN de nuestro mundo y del económico, sobre todo. El problema es que en los últimos tiempos están durando más de lo debido, lo cual no ayuda a una rápida salida y recuperación. La crisis de la pandemia ha durado más de lo previsto y paralizó la economía; después, estalla la guerra en Ucrania que nos trae una crisis energética y complica aún más la situación. De la anterior crisis ya costó salir y ahora se enlazan. Además, ahora hay un problema grave de inflación y subida de tipos de interés. Pero no hay que olvidar que las crisis llevan aparejadas oportunidades, para quién esté preparado o sepa reaccionar. No obstante, 2023 va a ser un año difícil.

¿Y en qué posición está Euskadi?

También en una situación complicada, pero con la ventaja de tener un Gobierno que apuesta por la economía real, que para mí es la industria, donde hay más creación de valor y, por tanto, más posibilidad de sobrevivir. Recordemos que el peso de la industria en el PIB vasco es de entorno el 24% y las empresas son competitivas si tienen mercado y un producto de valor añadido.

Pero cada vez hay empresas de menor tamaño. ¿A qué es debido?

Primero, los años duros del plomo (en referencia al terrorismo de ETA) hicieron desaparecer muchas grandes empresas. Luego, la vocación política de algunos sindicatos y la conflictividad laboral han lastrado la competitividad empresarial. Es difícil de entender esta postura sindical. En otros países europeos sorprende la colaboración sindical y la implicación del trabajador para que la empresa prospere. En Euskadi sigue siendo la situación contraria. En el siglo XXI se sigue con la filosofía del XIX; habría que pensar que se está haciendo mal para no apoyar a un elemento básico de creación de riqueza como es la empresa. Porque si no hay empresas, no hay nada.

A pesar de todo y presidiendo un grupo internacional ha sido partidario de mantener el centro de decisión en el País Vasco.

Es importante que las empresas mantengan sus centros de decisión y el arraigo en Euskadi y hay que trabajar para que continúen, aunque el empresario es libre de ir donde quiera. Pero cuando se va es porque hay otro sitio donde tiene más ventajas como medidas fiscales, posibilidades de competir, salarios adecuados, etc., y hay que ser competitivo.

¿Qué opina sobre la entrada del Gobierno vasco en el capital de empresas estratégicas para asegurar su arraigo?

Creo que ese apoyo debería ser más ambicioso, porque tampoco son participaciones de control, sino más bien de presencia. Si estás pidiendo arraigo, el movimiento se demuestra andando. Además, con participaciones más significativas puedes animar a que entren otros inversores, como family office vascos.

Hablando de competitividad, ¿qué le parece el informe de un grupo de empresarios vascos que dice que Euskadi ha perdido peso en la economía?

Esos empresarios son gente fuera de toda duda. Yo creo que las medidas que proponen tienen sentido común. La autocrítica cuesta, pero es positiva. Si alguien te dice algo con sentido no reacciones mal; hay que aceptar las críticas y afrontarlas. Por ejemplo, todos tenemos la culpa de que no haya un AVE Bilbao-Madrid; igual no se ha peleado y negociado lo suficiente para que se adelanten estas obras. Es una infraestructura fundamental y habría impulsado más el desarrollo de la economía vasca.

¿Sigue siendo atractivo el País Vasco para los inversores?

No hay más que ver las compras de empresas y entradas de capital que se están realizando. Estamos en un mercado global, la empresa vasca es interesante y por eso están entrando fondos de inversión en muestras compañías. Nos falta una base financiera para apoyar nosotros los proyectos. Creo que se debería fomentar, por ejemplo, que las Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV) entraran en el capital de compañías vascas. Lo mismo que entran inversores institucionales en nuestros accionariados, las EPSV también podrían hacerlo y se daría estabilidad al propio proyecto.

¿Y cree que una fiscalidad ‘friendly’ también puede ayudar al desarrollo de inversiones y empresas en el territorio?

Euskadi tiene una herramienta fundamental que es el Concierto Económico, un gran acierto que ha permitido un desarrollo económico de gran riqueza. Y tenemos que seguir utilizando al máximo posible esa herramienta. En tema fiscal habría que hacer una gran reforma. Además, lo mismo que a la empresa se le exige competitividad, los gobiernos y demás instituciones a todos los niveles deberían optimizar sus recursos.

Sobre la globalización, se quiere dar un giro de tuerca y volver a la relocalización de determinadas producciones. ¿Comparte esta nueva estrategia?

Siempre ha habido una vocación del empresario vasco de abrirse a los mercados y, además, si no eras competitivo aquí con tu producto tenías que buscar un sitio en el mundo donde sí lo fueras. Sobre la relocalización de determinados productos insisto: siempre que tengan valor añadido van a tener espacio, porque te da la ecuación. Algunas inversiones que se hacen fuera permiten luego mantener la actividad aquí.

¿Y qué importancia tiene el talento?

En la búsqueda de esa competitividad, apostamos por la innovación que nos lleva a la línea de mejora, calidad y talento. El talento hay que atraerlo, retenerlo y promoverlo con la creación de nuevas empresas y startups, etc. Y también hay que pagarlo; si está preparado hay que dar un salario adecuado.

En tecnología e innovación el territorio está bien posicionado, ¿habría algo que mejorar?

La innovación siempre ha sido una apuesta del Gobierno vasco y por ello creó la Agencia Vasca de la Innovación-Innobasque, que produjo un movimiento en las empresas hacia la innovación. Hay una asignatura pendiente que es el reconocimiento a la empresa por parte de la sociedad, los trabajadores y los sindicatos. La empresa tiene mucho mérito, sobrevivir en estos tiempos, crear riqueza y empleo. Falta ese reconocimiento de la gran labor que hace la empresa en la sociedad y si eso se diese, saldrían más empresarios y empresas.

¿Es partidario del modelo de buen gobierno con separación de poderes entre el CEO y el presidente no ejecutivo?

En sociedades cotizadas es fundamental, tiene que haber separación de poderes. El chairman preside el consejo y el CEO tiene las facultades que le delegue y decida el consejo. En empresas pequeñas familiares no es necesario. Yo, como presidente de Tubacex, siempre he estado rodeado de los mejores y las cosas han salido bien. Hay que saber delegar.