El sector tubero se reestructura hacia la descarbonización
La pandemia ha acelerado la necesaria transformación de Tubacex y Tubos Reunidos, aunque los fabricantes afrontan la transición energética desde posiciones muy dispares.
Ambas compañías tractoras de la economía vasca, que operan en un sector tradicional y maduro, acarreaban diferentes problemas que afectaban a sus resultados antes de la llegada del coronavirus, por la bajada de proyectos en el sector del petróleo y gas, uno de sus principales clientes, y por los aranceles impuestos por Estados Unidos. Además, la necesaria transición hacia energías más limpias y sostenibles les ocupaba en nuevos desafíos tecnológicos, orientados a la elaboración de productos de mayor valor añadido.
La llegada de la Covid-19 trastocó definitivamente este proceso y obligó a reestructurar sus actividades para mantener la competitividad y sobrevivir al embate pandémico.
Bien es cierto que los caminos de ambos grupos han tomado derroteros divergentes: mientras Tubacex vive un conflicto de más de 200 días en huelga en sus plantas de Amurrio y Llodio, Tubos Reunidos ha presentado un plan de viabilidad, tras recibir ayudas de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) por valor de 112,8 millones, a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas (FASEE),
Recortes globales
Tubacex, con plantas en España, Austria, Italia, Estados Unidos, India y Tailandia, además de Arabia Saudi, Dubai, Noruega, Canadá y Singapur a través de Grupo NTS, comunicó en julio de 2020 la reducción global en un 20% del coste de personal, más de 500 puestos de trabajo, 150 de ellos en las plantas vascas sobre una plantilla de 800 trabajadores. Este recorte en Euskadi buscaba un ahorro al balance de 10 millones.
Finalmente, el ajuste fue de 129 despidos en sus fábricas alavesas de Amurrio y Llodio: 95 despidos, 12 prejubilaciones y 22 bajas incentivadas. Pero el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) declaró nulo un año después el expediente de regulación de empleo (ERE) de Tubacex, porque adujo razones estructurales. Esta decisión judicial obligó a la empresa a readmitir a las 129 personas, aunque ésta presentará recurso al respecto.
Así, la dirección de Tubacex planteó al comité de empresa un nuevo ERTE -en esta ocasión motivado por la Covid- hasta finales de año para toda la plantilla de las plantas de Llodio y Amurrio, incluidos los trabajadores despedidos, propuesta que ha terminado sin acuerdo, cuando se superan ya los 200 día en huelga en ambas factorías.
El último órdago de Tubacex para poner fin a este conflicto es retirar el recurso ante el Tribunal Supremo por los despidos nulos, a cambio de un acuerdo previo y firmado sobre “una solución estructural que garantice la viabilidad de estas plantas en el futuro”, señalan desde el grupo vasco.
Inversiones de futuro
Entre las medidas propuestas por Tubacex están los “ajustes de condiciones laborales sustitutivos de despidos”, el aumento del número de bajas voluntarias y prejubilaciones, “mejorar las condiciones económicas y de inserción laboral para las salidas”, el mantenimiento de condiciones económicas y de jornada, las “garantías de empleo” para la plantilla hasta el año 2024, así como las inversiones de futuro para ambas factorías.
Tubacex advierte que el acuerdo entre empresa y sindicatos deberá ser previo a la retirada del recurso, y pide al comité “que asuma su responsabilidad proponiendo medidas que realmente sean efectivas para solventar la grave crisis que atraviesan”.
La viabilidad de las plantas de Tubacex está en riesgo por el “daño reputacional ocasionado por la huelga indefinida que se mantiene”, según ha señalado la dirección del grupo en varios momentos. Además, esta situación dificulta la captación de pedidos para estas plantas, por la incertidumbre en la gestión de entregas.
Tubacex perdió en el primer semestre de este año 23,3 millones de euros y registró una bajada en las ventas del 43,3%, que fueron de 160 millones frente a los 282 del primer semestre del pasado año. El resultado bruto de explotación (ebitda) se situó en 0,3 millones. La compañía mantiene 190 millones en caja y una posición de liquidez de 220 millones. Su deuda financiera neta es de 338,5 millones.
Procesos opuestos
El proceso que vive el otro grupo fabricante de tubos vasco, Tubos Reunidos, está siendo diametralmente opuesto al de su competidor.
Tubos Reunidos inició en 2018 una estrategia de diversificación geográfica, sectorial y de producto, acciones que tuvieron su reflejo en un incremento de pedidos, pero el coronavirus se cruzó en su camino. Desde entonces, el objetivo del grupo vasco fue mantener un nivel de tesorería a finales del ejercicio 2020 equivalente al que disponía a comienzos del ejercicio, esto unido a medidas de contención del gasto y ajustes temporales de empleo.
Otra decisión que tomó fue solicitar el Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, puesto en marcha por el Gobierno central para reforzar la solvencia empresarial de compañías no financieras afectadas por la pandemia. En julio recibió la aprobación de la Sepi de unas ayudas por valor de 112,8 millones. Este préstamo participativo le permitirá abordar nuevos mercados y sectores de actividad, con especial presencia en energías limpias e hidrógeno.
Tubos Reunidos afronta esta nueva etapa con el plan estratégico 2021-2026, que contempla 60 millones de inversión e incluye cerrar la planta de estirados en Pamplona y la acería de Productos Tubulares, ubicada en Trápaga (Bizkaia), cuyo personal se trasladará a la fábrica alavesa de Amurrio. La intención es contar con una única acería y una sola instalación de estirados.
La reorganización de las actividades industriales del Grupo Tubos Reunidos prevé la fusión de estas tres sociedades del grupo: Tubos Reunidos Industrial, Productos Tubulares y Acecsa en una única, lo que contribuirá “a la optimización de costes, mejora de la flexibilidad y ser más ágiles con el fin de adaptar el servicio a la demanda cambiante de mercado”, comentan desde el grupo vasco.
El plan 2021-2026 de Tubos Reunidos no incluye la presentación de ningún Expediente de Regulación de Empleo (ERE), aunque sí están previstas salidas no traumáticas como prejubilaciones.