Inés Anitua, directora general de Acicae, clúster vasco de automoción: “El sector tiene en ‘Automotive Intelligence Center’ todos los recursos para acelerar su transformación”

AIC, el centro inteligente en automoción ubicado en Bizkaia, nació en 2009 para afrontar los retos futuros mediante la innovación abierta y un enfoque a mercado. Gracias a esta anticipación del clúster vasco del sector, que dirige Inés Anitua, las empresas tienen a su alcance todos los recursos para acelerar su transformación.

La facturación del sector vasco de automoción cayó un 18,5% en 2020, año en que la incertidumbre por la pandemia se sumó a la transformación en la que ya estaba inmersa la actividad por los sistemas de propulsión. No obstante, las previsiones apuntan a un crecimiento del 9% en 2021 y la recuperación de las cifras pre-Covid para 2023. “Es un sector muy resiliente, ágil e innovador, aprendimos de la profunda crisis de 2008 y ahora hemos reaccionado aún más rápido”, asegura Inés Anitua, directora general de clúster vasco de automoción, Acicae y de Automotive Intelligence Center (AIC).

Precisamente AIC es un centro único en el mundo, que acelera la innovación y ayuda al sector a transformarse en cooperación. En 2022 inaugurará su cuarto edificio, que simbolizará la era de la digitalización.

¿Con qué cifras terminó el clúster vasco de automoción el ejercicio 2020?

Cerramos 2020 con 16.605 millones de euros de facturación, cifra que supuso un 18,5% menos que la registrada en 2019. Pero hay que señalar que el año prepandemia fue récord para el sector con un negocio de 20.400 millones. A nivel de empleo, concluimos 2020 con más de 120.000 trabajadores a nivel global, de ellos, 39.255 en Euskadi, con un descenso del 2% respecto a 2019. Si analizamos el año en su conjunto, en los seis meses centrales de abril a septiembre fue donde se produjo esta bajada muy relacionada con los cierres de las plantas de nuestros clientes finales, los fabricantes de equipos y componentes (OEM), por la pandemia. A finales del ejercicio se comenzó a ver una recuperación clara con niveles de actividad del 100% en algunos casos. Por contrastar el resultado de 2020 con otra crisis muy profunda como fue la crisis financiera de 2008, en aquel ejercicio el descenso fue del 25%.

De sus palabras se desprende una cierta lectura positiva de las cifras obtenidas.

Ha sido un ejercicio muy duro, pero la crisis anterior nos permitió aprender mucho de este tipo de escenarios. Además, gran parte de los ejecutivos de entonces sigue en la dirección de empresas del sector y se tiene esa experiencia de gestión. En esta crisis hemos sido capaces de visualizar la situación, tomar decisiones y reaccionar de manera más rápida que la vez anterior.

¿Cómo se gestionó desde Acicae el inicio de la pandemia?

Lo primero que hicimos fue ponernos en contacto con reuniones semanales, identificando donde estaban los problemas: como conseguir EPI, rediseñar las líneas de montaje y buscar soluciones. Diseñamos unos planes de corto y de medio-largo plazo que compartimos con las administraciones. El verano fue el punto de inflexión y la situación cambió. Los fabricantes de vehículos comenzaron a trabajar más intensivamente y se dio una evolución rápida a nivel de mercado.

Pero hay problemas que aún no se han solucionado, como la falta de suministros de determinadas piezas.

Sí, han faltado y faltan piezas, principalmente semiconductores, debido a la total dependencia de Asia que trabaja para distintos sectores y se ha centrado en ellos durante esta crisis. La solución cara al futuro es que se está propiciando la relocalización en Europa de capacidades productivas en las que estamos teniendo problemas de dependencia. En nuestra comunidad autónoma, se está haciendo ya en algunos ámbitos. Es una decisión de cada empresa dependiendo de sus procesos y productos y de cómo le afecta, pero sí estamos haciendo acciones con algunas compañías de manera individual y como clúster y AIC. En nuestro sector, el 75% del desarrollo lo hace el fabricante de componentes y no el cliente final, con lo cual la innovación está en nuestro ADN.

¿En qué ocuparon el tiempo las empresas durante su menor actividad?

El peso que tiene la industria en Euskadi es enorme, porque las personas son inquietas, activas e innovadoras. Pero además en nuestro sector los fabricantes de componentes han evolucionado de ser subcontratistas de planos a una mayor responsabilidad, inversiones en I+D e internacionalización, lo que permite tener una posición de partenariado en casa del cliente. Algunas de nuestras empresas han aprovechado durante la pandemia para ir desarrollando líneas de I+D, porque eso es les va a permitir continuar y consolidar su posicionamiento. Las líneas de montaje no estaban a velocidad, pero sí se estaba trabajando en proyectos a futuro.

¿Qué caracteriza al sector vasco de automoción frente a otros ecosistemas?

La diversificación de empresas, el mix que tenemos nos hace bastante únicos. El sector está formado por unas 300 empresas fabricantes de componentes, 48 multinacionales, tres de ellas vascas. En otros territorios que tienen industria automoción, hay normalmente un ensamblador, un fabricante de coches y alrededor un parque de proveedores que dependen de ese fabricante. En nuestro caso, tenemos la enorme suerte de contar con la planta de Mercedes en Vitoria, pero no dependemos de ella en facturación. De hecho, el 90% de nuestras ventas va fuera de España, a pesar de ser el segundo fabricante de vehículos en Europa por delante de Francia o Italia, y más de la mitad de ese 90% se dirige fuera de Europa.

Ha comentado anteriormente la apuesta de las empresas por la internacionalización. ¿Qué posicionamiento tienen hoy en día?

Las empresas vascas están tan internacionalizadas que en los últimos 25 años han pasado de no tener ninguna fábrica de automoción fuera de España a tener más de 340 en 32 países, tanto en mercados emergentes como tradicionales. Esa apuesta realizada, primero por invertir en tecnología y después por abordar esa última fase de apertura de plantas productivas es lo que les permite seguir siento tan competitivas. Así, el sector vasco ha multiplicado la facturación por cinco desde los inicios del clúster. Las compañías han sabido tener visión y desarrollarse en un sector que es el más exigente, que tiene unos márgenes muy pequeños, que necesitas para ello tener procesos muy ajustados, acertar con los productos, mercados, clientes, etc. Y desde Acicae hemos contribuido a que sea un sector, no solo conocido sino reconocido por los clientes finales en sus centros de decisión. Nuestras empresas están desarrollando soluciones, productos, módulos, etc. para todo el mundo.

¿Cuáles son las fechas previstas para la recuperación de los niveles prepandemia?

La incertidumbre que ha traído la pandemia es general a lo que se suma la transformación en la que estamos inmersos en el sector por los sistemas de propulsión, etc. Pero es un sector muy resiliente, ágil, capaz de transformarse, ya tuvimos la crisis anterior muy profunda, nos adaptamos y ahora aún más rápido. La previsión de crecimiento de facturación es de alrededor de 9% para 2021, todavía con una caída del nivel de empleo del 2%. Pero las empresas están trabajando en proyectos de medio plazo y en los vehículos de dentro de cuatro años. Así, la visión a dos-tres años para Euskadi es la recuperación de los niveles de 2019 en facturación para 2023, con un ligero crecimiento del empleo a partir de 2022. A nivel internacional se sobrepasará el nivel prepandemia para el año 2022, un año antes que en Euskadi.

¿Se considera el sector respaldado por las administraciones en ayudas y apoyos?

Las administraciones vascas tienen una sensibilidad muy especial y están muy alineadas a las necesidades del sector. Nuestro sector genera empleo de calidad, tracciona a otros sectores, a la tecnología, y tanto países desarrollados como emergentes luchan, en general, por traer inversiones de automoción. Aquí siempre se ha protegido y, en este momento, creo que hay una sensibilidad especial. En Madrid a nivel discurso y conceptualmente si nos sentimos apoyados, pero nos falta la agilidad para materializar, la rapidez en la gestión. Estamos todas las empresas trabajando en transformarnos, en aportar soluciones a nuestros clientes finales y ahora no podemos perder nuestro valor. Siempre hemos destacado por nuestra capacidad de innovación, de adaptación, de lucha y anticipación.

¿Qué aporta el Automotive Inteligence Center (AIC) a estas grandes transformaciones y retos que afronta el sector?

En el clúster vasco de automoción tenemos un instrumento muy potente para llevar a cabo ese desarrollo y transformaciones cuanto antes, y es AIC, donde hemos desarrollado una fábrica avanzada (smart factory) para enseñar a las empresas, con recursos en inteligencia competitiva, trazabilidad, formación, etc. AIC es el instrumento que sirve para materializar la estrategia de Acicae.

¿Cómo surgió la idea de crear el centro inteligente en automoción?

AIC surge en 2006 como un centro de innovación abierta, algo surrealista en la época. Entendimos que el sector estaba haciendo un gran esfuerzo en innovación tecnológica e internacionalización y que iba a seguir creciendo en el mundo. Para ser más competitivos, pensamos crear una herramienta no solo para empresas vascas sino para el ámbito internacional con un enfoque a mercado. Echamos a andar en enero de 2009. AIC es un acelerador de la innovación tangible, un hub físico conectado a un network global, donde se trabaja la innovación haciendo todo el recorrido, desde el mundo de las ideas pasando por la I+D, casi siempre, hasta la creación de un producto, la mejora de procesos o un nuevo negocio y, en paralelo, la formación de las personas. No somos un centro tecnológico somos un centro de innovación y esa es la diferencia. Tenemos físicamente 30 organizaciones de 10 nacionalidades, 900 personas trabajando en AIC.

¿Hay centros similares en otros países?

AIC es un modelo único en el mundo, parcialmente sí hay gente que hace algunas de las cosas. Nos han venido a copiar chinos y mexicanos, pero es difícil de replicar porque surgió fruto de una realidad sectorial y de nuestra capacidad de competir y cooperar. La base de los proyectos de AIC es que sean en cooperación hasta un momento determinado, lo que permite trabajar y desarrollar más proyectos que si los tienes que hacer todos una empresa. Sí tenemos alianzas con centros de conocimiento en todo el mundo, clientes finales, universidades, etc. La originalidad viene por integrar todo en un mismo espacio con las empresas, con una base real y por eso hemos crecido tan rápido.

Primera fase del AIC en 2009, segunda en 2010 y tercera en 2015. ¿Para cuándo está prevista la inauguración de la cuarta fase?

En la cuarta fase, que prevemos inaugurar en 2022, se incorporarán empresas y proyectos muy relacionados con los retos de digitalización, electromovilidad, hidrógeno, etc., y nuevos perfiles profesionales. El nuevo edificio simbolizará la era de la digitalización.

¿Qué retos principales se fija el clúster?

Atraer, retener y formar esos perfiles profesionales que van a ser muy distintos, que van a tener que ver con la nueva economía, con la digitalización, con la programación, y también atraer de otros sectores a la población femenina. Otro reto es captar nuevas inversiones para el sector, que se han frenado durante la pandemia.

¿Y sus expectativas sobre los fondos europeos?

Llevamos un año trabajando con las empresas con proyectos transformadores sobre sistemas de propulsión limpia, fabricación avanzada, etc. Falta ver como se acaba de capilarizar todo, pero espero que los fondos que nos lleguen sean importantes por lo que representamos en la economía.