O somos corresponsables, o no hay cambio que valga

Te invitan a escribir sobre la igualdad en las empresas y su futuro tras el tsunami de 2020, y lo primero que me viene a la cabeza es: por qué. ¿Por qué seguimos esperando que sean, “naturalmente” mujeres, quienes hablen sobre un tema que nos compete a todas y a todos? Pero, sobre todo, me cuestiono: ¿por qué empezamos preguntándonos qué están haciendo las empresas en temas de igualdad?

Por supuesto que me importa, y mucho, saber quién vela por asegurar la igualdad de oportunidades en el ámbito profesional, pero echo en falta la otra parte de la consulta. ¿Qué estamos haciendo, todos y todas, para lograr el “cambio del siglo”, en todos y cada uno de los ámbitos de nuestras vidas? ¿Cuál está siendo nuestro papel como ciudadanía responsable? Es importante poner en valor los pasos que se dan desde muchas empresas y administraciones públicas. Como la reciente aprobación del lll Plan para la igualdad de género, que busca “captar y retener talento femenino”, y que equipara, por fin, el permiso de paternidad al de maternidad.

Pero, por imprescindibles y valiosas que sean todas estas medidas, considero que es todavía más importante y necesario que nos involucremos en el cambio. Porque tenemos la misma responsabilidad en ello que gerentes, responsables de recursos humanos o legisladores. Porque de puertas para adentro también somos parte del problema, así como de la solución. Por eso me gusta ver que se va cambiando la palabra “conciliación” por otra más comprometida: “corresponsabilidad”. Según la RAE, corresponsabilidad es la capacidad de compartir la responsabilidad con otras personas. Y ahí quería yo llegar. Porque todos y todas tenemos la responsabilidad de la conciliación, entre lo profesional y lo personal.

En pleno confinamiento del mes de mayo, formé parte de un equipo internacional de asesores del talento, con quienes dirigí un encuentro virtual “transoceánico”. Como ponentes invitadas contamos con mujeres de distintos países que, desde roles de liderazgo, estaban luchando contra la crisis recién llegada. Hablaron de empatía, flexibilidad, resiliencia, trabajo conjunto, innovación. Siempre el people first. Hoy vuelvo a acercarme a las ponentes vascas, para saber cómo han vivido su liderazgo, pero, sobre todo, cuál está siendo la respuesta de sus equipos frente al gran reto de un teletrabajo sostenible. Sonia Garai, Global HR Manager en Arteche Group, pone todo el acento en la “actitud” con la que hay que afrontar cada reto. “Hace falta una visión optimista y es nuestra responsabilidad trasladarla a los equipos. Sólo el optimismo bien entendido, es lo que nos saca de la crisis”. Le compro la palabra para mi causa: actitud. ¿Y cómo es la actitud de la plantilla frente al uso, responsablemente compartido, de opciones como el teletrabajo? Aquí, es clara: “la empresa no marca diferencias y las personas tampoco. Ellos y ellas utilizan de forma igualitaria las opciones flexibles que se les ofrecen. Si hay diferencias al trabajar más o menos presencialmente, son por tipo de trabajo, pero no por género”. Con una plantilla que ronda los 35 a 40 años, se percibe una normalización progresiva de la implicación compartida en las responsabilidades familiares. Yo me pregunto: ¿cuántas grandes empresas podrán decir lo mismo?

El ejemplo de liderazgo en una pyme lo vimos con Amaya Alonso, gerente de Insignia Rehabilitación y Arquitectura. “La clave es mantener la motivación del equipo. Inyectar positivismo. Todas las personas son importantes y deben saber que la empresa cuenta con todas. Que sientan que se apuesta y se invierte en ellas”. En escalas más reducidas es donde mejor se ve el efecto que tiene velar por la corresponsabilidad. ¿En cuántas pymes será así? Me voy a las estadísticas, pero, casi todos los datos sobre la realidad de las empresas, nos remiten a la prepandemia. Según la Encuesta de Población Activa, más del 91% de las reducciones de jornada en 2019 tenía a la mujer como protagonista. El mismo dato preocupante arroja la Seguridad Social, con un porcentaje femenino de casi el 87% en la solicitud de excedencias para cuidado de familiares.

Hoy no sabemos cuántos habrán caído en alguna de las “trampas” del teletrabajo. Como advierte Carolina Pérez Toledo, presidenta de AED: “Desde nuestras posiciones de liderazgo, debemos ser altavoces de la realidad. Porque en el medio y largo plazo, facilidades como el trabajo desde casa, pueden llevar a muchas mujeres a perder lo que ha llevado tantos años conseguir. Empresas y Administraciones deben velar por que se haga un uso corresponsable de las nuevas opciones de teletrabajo. Por esto es tan importante estar dentro de los grupos de decisión”. Y aquí tenemos otra palabra necesaria: altavoz. Y para ser ese altavoz es necesario estar, y estar donde se te oiga. Trabajar para situarnos en espacios de decisión. Porque el talento no tiene género. Pero el género sí utiliza el talento, y lo hace de forma distinta. Esa diversidad, en la sociedad y en la empresa, es oro.

Juan Pablo Martínez, mi partner en aquel foro sobre liderazgo femenino, y socio director de la empresa de detección del talento TTI Success Insights España, me adelanta algunos datos de su estudio sobre inversión en desarrollo del talento. “Cada año se invierte y apuesta más en el talento femenino. Desde 2012 se ha producido un incremento paulatino de la inversión en todo lo referente a su crecimiento y desarrollo, personal y profesional. Incluso se ha duplicado en el último año respecto a 2019”.

También la juventud debe ser foco de cambios. Hereda nuestro legado, haciéndonos doblemente responsables. Cristina Giménez, responsable de Relaciones con Empresa de la Universidad de Deusto, destaca iniciativas como el premio Ada Byron: “Porque pone en valor el talento femenino en un mundo, el tecnológico, tradicionalmente masculino. Recibimos cada vez más candidaturas de jóvenes, lo que hace pensar que algo se está moviendo. Hay muchas resistencias, la mayoría a nivel inconsciente, y queda mucho por hacer, pero el cambio está en marcha". Decía Gandhi: “Si quieres cambiar al mundo, empieza por cambiar tú”. Hagamos del problema una oportunidad desde la auténtica corresponsabilidad. Porque, o somos responsables, todos y todas, o no hay cambio que valga.