El futuro de las pensiones y el modelo vasco de previsión social

La Comisión del Pacto de Toledo había dejado dispuestas las líneas de actuación al objeto de garantizar el futuro de las pensiones, sin desnaturalizar o sin hacer irreconocible el Sistema Público, buscando la defensa y sostenibilidad del mismo. El pleno del Congreso de los Diputados aprobó el 19 de noviembre de 2020 las recomendaciones del Pacto de Toledo, como soporte legal para llevar a cabo la Reforma del Sistema Público de Pensiones. Una de ellas abogaba por fomentar la alternativa en desarrollar los Sistemas Complementarios de Pensiones, siempre con la premisa fundamental que el objetivo de los mismos sería complementar, nunca sustituir las pensiones públicas.

El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, se había comprometido a crear un Fondo público de pensiones de empleo, en el plazo de un año, al objeto de extender la cobertura, de forma complementaria, a colectivos como empresas, pymes, autónomos, etc. Hacía referencia al modelo de Previsión Social Complementaria de Empleo existente en el País Vasco, funcionando desde los años ochenta, así como a los implantados en Reino Unido y otros Estados europeos. Planes de Pensiones de Empleo sustentados en el marco de la negociación colectivo de forma complementaria y teniendo como base la contribución personal del trabajador y la aportación del promotor.

El Sistema de Previsión Social de Euskadi fue un proyecto innovador y diferenciador, intentando conectar con modelos complementarios de previsión que se estaban implantando en la década de los setenta en Holanda, Alemania, Gran Bretaña, etc. así como en EEUU. Así mismo, se intentaba canalizar el ahorro hacia la previsión social, y que sirviera a su vez para la potenciación y desarrollo del nuevo modelo industrial y productivo. También para hacer frente a las perspectivas demográficas de una población cada vez más envejecida. Las EPSV deberían ser en el futuro uno de los pilares básicos del Estado del Bienestar.

El Estatuto de Autonomía, Ley Orgánica 3/1979, en su artículo 10, apartado 23, atribuye competencia exclusiva al País Vasco en materia de Mutualidades no integradas en la Seguridad Social. Del interés y de la importancia que tenía la materia para el primer Gobierno vasco del lehendakari Garaicoechea, es un dato que con la competencia transferida y tras la publicación de la Ley 12/1981 de 13 de mayo aprobatoria del Concierto Económico, se llevara al Parlamento el Proyecto de Ley sobre Entidades de Previsión Social Voluntaria. Aprobada la Ley 25/1983 de 27 de octubre sobre Entidades de Previsión Social Voluntaria, cuatro meses después el Consejo de Gobierno aprobó el Decreto 87/1984 sobre El Reglamento de la Ley de Entidades de Previsión Social. Las diputaciones forales, atendiendo a las EPSV en funcionamiento, a los ahorradores y a las empresas, y con el fin de actualizar el marco fiscal en lo que le afectaba la legislación estatal en lo referido a Fondos de Pensiones, presentaron las Normas Forales Armonizadas sobre el Régimen Fiscal de Entidades de Previsión Social. Tras su aprobación, fueron publicadas en los boletines oficiales de los Territorios Históricos, en julio de 1988 y quedó completado el primer marco normativo.

Las EPSV, como sistema vasco y complementario de previsión social, tienen como objetivo incentivar y fomentar el ahorro de cara al futuro, poniendo a disposición de la sociedad vasca, soluciones para la cobertura de posibles contingencias, no lo suficientemente atendidas entonces, ahora y en el futuro por el Sistema Público de Pensiones. El respaldo social que ha tenido durante estos 40 años, hace que consideremos al sistema de previsión social como una realidad consolidada en Euskadi. El patrimonio total actualizado a finales de 2020 alcanza algo más de 26.000 millones de euros, lo que equivale a casi un 33% del PIB, muy próximo a la media de la UE 36%, pero muy superior al estatal cuyo peso en su PIB es de solo un 9,5%.

El ahorro previsional está muy generalizado, ya que casi 1,2 millones de vascos mantienen posición de asociados en algún tipo de EPSV, más del 40% en las de empleo (casi el 50% de la población activa), y el resto entre las EPSV individuales, asociadas y otras, alcanzando el total de aportaciones anuales medias más de 850 millones, y el de prestaciones, los 900 millones.

El potencial tan importante alcanzado por el modelo de empleo, más que la mitad del patrimonio total, tiene relación con las adaptaciones exigidas en el marco contable con respecto a aquellas empresas que hubieran asumido compromisos por pensiones o por premios de jubilación complementarios con su personal, en virtud de convenios colectivos, pactos o acuerdos que estaban contabilizados en sus balances, y la obligación de externalizar los mismos. Las EPSV fueron un campo adecuado para dar cobijo a las empresas que tenían el domicilio en el País Vasco.

El primer marco normativo sirvió y cumplió con creces sus objetivos iniciales de lanzar y potenciar el modelo previsional, y el mismo fue sustituido por la nueva ley 5/2012 de 23 de febrero, y el Reglamento aprobado por Decreto 203/2015 de 27 de octubre, pendientes todavía de afinar y abrir nuevos caminos para el Sistema Vasco, con el desarrollo dentro del modelo de las EPSV Preferentes, permitiendo además dar cabida como asociados, al personal autónomo, a los falsos autónomos, a los colegiados de los Colegios Profesionales, a los trabajadores sin plan de empleo en su lugar de trabajo, etc., trasladando a ellos las aportaciones y las cuotas satisfechas y las futuras a realizar.

Con respecto al nuevo marco fiscal, las Haciendas Forales tienen pendiente una reforma, que afectaría a las cuantías de las aportaciones y sus beneficios fiscales, y a la forma de percepción de las prestaciones y su tratamiento fiscal. El cambio profundo que se va a producir en todo el mundo y también en Euskadi, por el Covid-19 y sus consecuencias, va a exigir también una nueva reflexión sobre el Modelo Vasco de Previsión Social, y una respuesta ágil y urgente de nuestras autoridades, para hacer frente a los nuevos desafíos que se avecinan. Con esta experimentada realidad del modelo vasco de Previsión Social, es normal que el Estado intente seguir sus pasos, como lo ha hecho alguna otra vez.