Orkestra llama al equilibrio necesario entre desarrollo económico y bienestar
El Instituto Vasco de Competitividad incluye dimensiones más allá del progreso económico en su informe de 2021, para asegurar un bienestar inclusivo y sostenible en Euskadi.
Las consecuencias socio-económicas de la pandemia y la necesidad de abordar las transiciones verde, digital y demográfico-social requieren que los análisis de competitividad incorporen dimensiones que vayan más allá del progreso económico, según apunta el Instituto Vasco de Competitividad-Orkestra. En el Informe de Competitividad 2021, elaborado con la colaboración del Grupo SPRI, se propone un marco que incorpora nuevas dimensiones a la hora de identificar las claves de la competitividad al servicio del bienestar inclusivo y sostenible en País Vasco.
El análisis de esas dimensiones muestra una imagen positiva del bienestar en Euskadi, principalmente en lo que respecta a la satisfacción con la vida, que experimentó una ligera mejora del 7,5 en 2020 frente a 7,4 en 2018, el aprendizaje y la salud, e identifica aspectos a seguir trabajando relacionados con el empleo y el medioambiente.
La pandemia ha tenido un impacto negativo en la rentabilidad empresarial, por lo que será importante mantener la competitividad de las empresas a través de aumentos en la productividad y, sobre todo, fomentando la innovación.
Bien posicionada en Europa
La estrategia territorial centrada en la industria llevada a cabo en Euskadi en las últimas décadas ha dejado al territorio en una buena posición para afrontar la crisis. De hecho, sigue encontrándose entre las regiones de Europa con mayor nivel de PIB per cápita y menor nivel de población en riesgo de pobreza o exclusión social. Concretamente, en las posiciones 29 y 26, respectivamente, entre más de 200 regiones de la Unión Europea.
No obstante, el diagnóstico señala seis palancas de competitividad en las que las estrategias y políticas deberán enfocarse para mejorar los resultados de competitividad y su impacto en el bienestar. La transición energético-medioambiental genera oportunidades para el tejido empresarial en áreas del sector energético como las renovables y el sector medioambiental. Además, de emergentes como el almacenamiento energético e hidrógeno.
Euskadi cuenta con una importante cultura de inversión industrial, pero ha descendido y se deben recuperar niveles previos a la crisis de 2008. En financiación, las empresas vascas cuentan con un perfil altamente capitalizado, con un mayor peso del patrimonio neto que las españolas y europeas. Aún así, la recuperación va a requerir de una mayor atracción de fondos del exterior. Y el gasto en I+D sobre el PIB es inferior a la media europea y el desafío será reforzar este componente hacia los retos y las oportunidades de las tres transiciones, unido a la colaboración, para aumentar la competitividad.