El tamaño sí que importa

Al margen de las diferentes connotaciones que el titular elegido para esta tribuna puede evocar, creo que es apropiado para argumentar el tema que en ella voy a tratar. El tamaño, en este caso pequeño, siempre ha sido y sigue siendo el principal problema del tejido empresarial vasco a la hora de acometer diferentes iniciativas, ya sea innovar, internacionalizarse, etc. A pesar de este hándicap de las compañías vascas, más del 90% son pymes o micropymes, grandes retos como la globalización han logrado ser abordados con éxito en múltiples casos. Pero la dimensión de las empresas sigue siendo señalada como una debilidad de la economía de Euskadi, que hay que trabajar para mejorar mediante colaboraciones, alianzas, etc.

Como he comentado, algunos grupos o compañías han salido al exterior, ya sea mercado nacional o internacional, y han conseguido mantener su independencia y raíces aunque hayan expuesto sus virtudes cotizando en bolsa. Pero también hay otra parte de empresas que no ha podido resistir esta prueba.

El último ejemplo lo encontramos en Euskaltel, grupo de telecomunicaciones vasco que nació al amparo del Ejecutivo en 1995 y que logró romper el monopolio de Telefónica en este mercado. Su desarrollo y crecimiento sólido llevó a la expansión a Galicia y Asturias, a través de la adquisición de las empresas R y Telecable. Y así ha resistido desde su salida al parqué bursátil en 2015, en su reducto norteño y vigilada de reojo por el resto de grandes operadores nacionales con los que cerraba diferentes acuerdos sobre redes y servicios.

Pero llegó Zegona al capital, tomó el control y desde ese día se supo que todo cambiaría para Euskaltel y que perdería, en cierta manera, su esencia de compañía vasca. Se ejecutó una reestructuración en el operador naranja con el objetivo de su lanzamiento al mercado nacional y llegar a ser así el quinto operador.

Un asalto que se convirtió en amenaza para sus competidores, con unas cifras de penetración que en pocos meses superaron las previsiones. Una tentación demasiado grande, con un tamaño todavía demasiado pequeño, expuesta en el escaparate; demasiado riesgo. Y MásMóvil se comió el pastel vasco.