Liderando la sanidad y la atención social en tiempos de pandemia

Dentro del ciclo de Mujeres Inspiradoras organizado por PWN Bilbao del pasado septiembre, se celebró el primer encuentro sobre Liderazgo y mujeres sanitarias en tiempos de Pandemia.

Todos los sistemas de salud de Europa estamos viviendo una situación sanitaria muy compleja a consecuencia de la pandemia de Covid-19. La inmensa y valorada capacidad de respuesta sanitaria está siendo posible, en gran parte, gracias a millones de mujeres sanitarias. En la gestión de esta situación están prevaleciendo valores muy vinculados al liderazgo femenino como: la capacidad de trabajar en equipos complejos y multidisciplinares, el compromiso con las instituciones, la responsabilidad, la generosidad y la alta capacidad de adaptación a los cambios rápidos.

De hecho, un articulo publicado recientemente concluye que en los países gobernados por mujeres, las medidas antiCovid-19 fueron mejor explicadas y mejor cumplimentadas.

Pero la situación de las mujeres en el sector sanitario y social requiere un análisis más profundo. Los servicios sanitarios son mayoritariamente femeninos, y en el caso de la sanidad pública de Euskadi, el 80% del total de trabajadores son mujeres (el 68% del total de profesionales de medicina, el 90% de profesionales de enfermería y auxiliares de enfermería y el 72% de celadores, auxiliares administrativos y operarios). La proporción es del 62% cuando hablamos de los mandos intermedios y del 60% de los puestos de Dirección.

Sabemos que en las facultades de Medicina la mayoría de las estudiantes son mujeres, aunque esta situación no se refleja a lo largo de la carrera profesional. A medida que se asciende en el escalafón jerárquico las mujeres pierden visibilidad. Las perspectivas de desarrollo profesional son peores y la diferencia salarial se amplía. Hoy en día sólo un 38% de las gerencias de los hospitales de Osakidetza están en manos de mujeres y el 30% de las jefaturas de servicio hospitalarias. Meros ejemplos, de los que se podrían dar muchos más, que reflejan una realidad.

En el campo de la medicina asistencial la situación es parecida. La mayoría de la información proviene de los Estados Unidos, pero está muy dispersa, segregada por subespecialidades o áreas de trabajo. Lo que resulta evidente es que las perspectivas de desarrollo profesional son peores y la diferencia salarial es muy alta, sobre todo en las especialidades quirúrgicas. Se piensa que la meritocracia puede ser equitativa y resuelve esta situación, pero nada más lejos de la realidad.

Existen sesgos inconscientes en la sociedad, una tendencia a la inercia en las instituciones y una actitud negacionista que nos hace ser invisibles. Se tiene una falsa idea de que se trata de una cuestión de tiempo, estimando que serían 200 años los que se podría llegar a tardar en conseguir la igualdad. Creemos que una sociedad avanzada no puede esperar tanto tiempo.

En el terreno de la investigación científica ocurre lo mismo. Un dato alarmante es que se rechazan más artículos científicos en los que la primera autora es mujer. Tras realizar una revisión de los artículos publicados desde marzo de 2020 en revistas científicas sobre el impacto del Covid-19 y distintas patologías, en más del 80% de los casos el primer autor es varón, cuando la realidad sanitaria de la pandemia tiene imagen de mujer. Esta situación requiere una profunda reflexión puesto que esta brecha de género se ha ampliado los últimos meses.

En el ámbito académico, los datos son lamentables: menos catedráticas de universidades (21% catedráticas mujeres en universidades públicas y 28% en universidades privadas).

En las comisiones técnicas de evaluación de proyectos científicos también hay menor presencia femenina. Se rechazan más proyectos I+D+I liderados por mujeres, 42% de investigadoras aceptados frente al 49% de investigadores varones (Datos del Ministerio de Igualdad 2019). Se nos invita menos a impartir conferencias en congresos internacionales, cursos universitarios, recibiendo escasísimos premios científicos...La buena noticia es que el grupo Lancet ha adquirido un compromiso de equidad 50:50 para el año 2021.

Esto va mucho más allá y tiene otras consecuencias. Se investiga menos sobre el impacto de las diferencias de género en muchas enfermedades, cuando la mayoría de estas investigaciones están fomentadas por mujeres. Se reclutan menos mujeres en los ensayos clínicos internacionales, por lo que se tiene menos información farmacológica y se retrasan las contribuciones científicas de personas cualificadas y con talento. Esto puede afectar al progreso de la medicina.

Se ha demostrado que la equidad de género en ciencia, medicina y salud global tiene el potencial de generar importantes beneficios en salud, beneficios sociales y económicos (Lancet 2019). Por este motivo, desde hace unos años se empiezan a tomar medidas y comienzan a implantarse una serie de programas de liderazgo y equidad de género como el de PWN.

No aprovechar el talento femenino tiene un importante coste social, profesional y económico, por lo que tenemos que realizar verdaderos esfuerzos para promover una sociedad equitativa, impulsando iniciativas para saber cuál es la situación real. Debemos analizar cuál es el coste/oportunidad que tiene para el PIB y la sociedad, la falta de aprovechamiento de este talento. De todas las crisis surgen oportunidades por lo que debemos asegurarnos que uno de los aprendizajes prioritarios sea incluir voces femeninas al redactar políticas efectivas y equitativas. Al mismo tiempo, todos debemos adquirir el compromiso global y “consciente” para mejorar la equidad y fomentar la pluralidad, porque pensamos que es también una forma de humanizar la sanidad, así como de innovar.