Todos los ingredientes para encarar el futuro desde el mundo cooperativo

Desde Konfekoop destacamos la aportación de valor y diferencial que han realizado las cooperativas vascas, una vez más, durante estos meses de pandemia y crisis global, y cómo desde nuestra posición como un agente económico y social clave en el tejido empresarial aportamos a la economía y a la sociedad un plus, desde un modelo de gestión democrático, participativo y autogestionado. Igual que en las crisis anteriores, valores como la solidaridad, ayuda mutua, intercooperación o responsabilidad han sido, entre otros, los acicates que nos han ayudado a apuntalar las actividades y mantener los empleos, y que hacen de las cooperativas, agentes resilientes en la tarea de resistir los embates con los que la crisis sanitaria, económica y social nos golpea.

La crisis también ha afectado a las cooperativas, pero gracias a la puesta en marcha de programas de intercooperación estos efectos se han visto amortiguados. Hay sectores en primera línea de actividad como la educación, servicios sociales o distribución que han llegado, incluso, a reforzar plantillas durante estos meses para dar una respuesta ágil y a la altura de las difíciles circunstancias. Pero la responsabilidad de las cooperativas transciende del marco de lo empresarial, para impactar en las personas, en lo colectivo y en la sociedad, muestra y ejemplo del arraigo al territorio, una mirada local y del compromiso con el entorno.

Afrontamos los próximos años con incertidumbre y con el horizonte puesto en tres ejes: la transición digital, la climática y la social. Todas de alta importancia y que deberán ir acompasadas. Estos tres ejes encajan en la cooperativa, con nuestra apuesta por la sostenibilidad en su vertiente económica financiera -dotando a fondos de reserva el 30% de los resultados para acometer inversiones futuras; social -manteniendo empleos estables, ajustes salariales, distribución equitativa de la riqueza y medidas de conciliación-; y ambiental -comprometidos con el entorno. Con todos estos ingredientes, desde el mundo cooperativo, podemos encarar el futuro con una palanca importante, la nueva Ley de Cooperativas de Euskadi, que nos dota de flexibilidad y cintura para operar en el mercado en condiciones de igualdad con el resto de fórmulas jurídicas tradicionales, pero sin perder en ningún caso nuestra identidad cooperativa. Como dijo José María Arizmendiarrieta: “el signo de la vitalidad no es durar, sino renacer y adaptarse”.