‘Habemus’ elecciones

La expresión procedente del latín que encabeza el titular de esta tribuna se suele usar cuando se toma una decisión después de largas discusiones, deliberaciones y negociaciones. Cierto que es conocida y reconocida por la sociedad y pronunciada cuando se elige un nuevo Papa, la última ocasión en marzo de 2013. Pero me tomo esta licencia, porque creo que explica la evolución y el devenir de la cita electoral autonómica en el País Vasco.

El pasado 5 de abril fue la fecha elegida por el lehendakari Iñigo Urkullu para la celebración de los comicios vascos, un momento que quedó relegado y anulado como otros muchos y como la vida en general, por culpa del Covid-19. El decreto de anulación se firmó el 17 de marzo y el lehendakari Iñigo Urkullu estableció que anunciaría las nuevas elecciones, una vez oídos a los partidos políticos y cuando fuera sanitariamente posible. Así llegamos al próximo 12 de julio, cuando los vascos elegiremos quien gobernará Euskadi el siguiente cuatrienio.

Todavía sumergidos en la pandemia, con un horizonte sanitario -sin vacuna contra el coronavirus-, social -con muchas personas en ERTE y otras tantas sin trabajo y con sus negocios cerrados- y económico desolador, con una crisis sin precedentes por su intensidad, puede parecer poco apropiada una convocatoria electoral. Pero el Parlamento vasco está disuelto, no hay actividad como tal y es necesario afrontar cuanto antes un plan estratégico hacia la recuperación.

Muchas voces critican la decisión de Urkullu y su empeño en celebrar los comicios en julio. Aducen que la seguridad no está garantizada. Lo cierto es que desde el establecimiento de la emergencia sanitaria a mediados de marzo, las cifras de la pandemia presentan ahora un perfil descendente, lo que apunta a que el verano será la época de menor afección del coronavirus, según señalan los expertos sanitarios, que también temen un posible rebrote en otoño.

Euskadi necesita ponerse en marcha hacia la recuperación cuanto antes. Pongamos en la balanza el riesgo y la necesidad, y ejerzamos nuestro derecho al voto de una manera que, seguro, jamás olvidaremos. Y crucemos los dedos, pero sobre todo cumplamos las medidas de distanciamiento social, porque no todo en la evolución futura es responsabilidad del coronavirus.