Covid-19 y la importancia del asesoramiento

Vivimos un periodo convulso, nuevo para la mayoría de nosotros y que sin duda marcará un antes y un después en varios aspectos de la sociedad en general y de nuestras vidas, en particular.

La irrupción en nuestros días de este virus con nombre de mascota olímpica, está generando preocupación, miedo, incertidumbre y posiblemente hasta cierto histerismo en la sociedad. Y sinceramente no me extraña. Los medios de comunicación se encargan de transmitir en tiempo real, el número de contagiados, fallecidos, recuperados y recaídos en cualquier parte del mundo. Los informativos de todas las cadenas de televisión son monotemáticos y las tertulias radiofónicas y prensa escrita no conocen otro tipo de información que no sea hablar del coronavirus y sus efectos en sentido amplio. Y todo esto en formato de mañana, tarde y noche.

Lo que no cabe duda alguna es de que este virus es altamente contagioso: afecta a la política, a la economía, al deporte, a la educación, incluso hasta a la salud. Si a esto le sumamos, que a la fecha de este artículo no parece próxima la vacuna milagrosa, que las previsiones económicas no invitan al optimismo y que además ningún organismo oficial se atreve a pronosticar un plazo de finalización de la pandemia, tenemos el cóctel perfecto para que la preocupación de muchos, alcance cotas superiores incluso a la de la volatilidad que vivimos estos días en los mercados financieros.

En este mundo de la Banca Privada, los que nos dedicamos al asesoramiento financiero, volvemos a tener que gestionar momentos bursátiles – y emocionales - complicados.

Nuestro trabajo consiste básicamente en hacer dos cosas; construir carteras lo más eficientes posibles – para poder enfrentarnos a situaciones como la actual con ciertas garantías - y al mismo tiempo, ser capaces de trasladar a nuestros clientes qué implicaciones puede tener en la economía en general y en su cartera en particular la coyuntura que atravesamos. Sin olvidar nuestra labor – nada desdeñable - de intentar evitar que el cliente tome decisiones erróneas arrastrado por las situaciones del corto plazo.

Pero desde mi punto de vista, un buen asesoramiento no pasa únicamente por dar la cara con el cliente en momentos complicados como el actual (esto es como “el valor” en el ejército; se presupone).

Son ya unas cuantas veces en los últimos años, las situaciones convulsas que hemos vivido en los mercados financieros (2018, sin ir más lejos) y esto nos tiene que hacer reflexionar a los banqueros privados sobre cómo construimos las carteras y si realmente hemos aprendido algo del pasado o seguimos cometiendo los mismos errores de siempre.

Es un hecho, que no tenemos la bola de cristal encima de nuestras mesas de trabajo. Nuestro trabajo no consiste en adivinar lo que va a hacer la bolsa la semana que viene. Los “gurús” en este trabajo no existen; por cierto, si alguien se tomase la molestia de mirar en el diccionario la definición de dicho término, posiblemente se echaría a reír si lo asocia al mundo financiero.

Por este motivo, me resulta clave contar con una buena selección de activos en las carteras. Pero nuestro trabajo tiene que ir mucho más allá de esto. La búsqueda de fondos “cinco estrellas” la puede realizar cualquier particular que entre en una web que se dedique al análisis de fondos y filtrar los mejores en cada categoría para, de esta forma, hacerse una cartera “teóricamente” imbatible.

Nuestra profesionalidad nos obliga a seleccionar y estructurar esos activos, de forma que consigamos que unos riesgos se mitiguen con otros, que los pesos en los diferentes activos sean los adecuados y acordes a los perfiles de nuestros clientes y que seamos capaces de analizar cada una de esas carteras en escenarios de estrés como el actual. Esto no lo hace ninguna página web, ni un producto “empaquetado” que te venden a la primera de cambio, ni si quiera un ‘roboadvisor’.

Al mismo tiempo, forma parte de nuestro trabajo analizar el comportamiento de los fondos y sus gestores, conocer cómo invierten, qué riesgos asumen y analizar, entre otras cosas, su evolución relativa respecto a un índice o incluso un ETF similar. Y por eso es importante una combinación de gestión activa con pasiva, en los pesos que corresponda.

Todo esto conlleva muchas horas de análisis, conversaciones con gestores, seguimientos, reuniones internas, etc... y todo ello encaminado a dar un sentido a la confección de las carteras con el propósito de hacerlas lo más eficientes posibles, mitigando riesgos y, al mismo tiempo, buscando alcanzar rentabilidades sostenidas en el tiempo.

Esta es la parte del trabajo que el cliente no ve, pero que desde mi punto de vista resulta fundamental y contribuye a darle sentido al asesoramiento, aportando un valor añadido que desgraciadamente no se da de manera generalizada.

Momentos como los actuales, nos permiten aprender, seguir evolucionando, analizando aspectos que mejoren las carteras, estando cerca de nuestros clientes y al mismo tiempo trasladarles y explicarles lo que hacemos, y por qué lo hacemos de esta forma. Tenemos una responsabilidad muy alta gestionando el patrimonio de nuestros clientes y considero nuestra obligación devolverles cada día la confianza que depositan en nosotros, con dedicación, tiempo y trabajo.

En definitiva, debemos de ser inconformistas, sacar conclusiones tomando decisiones si corresponden, de situaciones como la actual, con el fin de mejorar cada día y gestionar y asesorar con la mayor profesionalidad posible.