Operaciones corporativas:
realidad y perspectivas

En medio de las incertidumbres financieras en las que, desde comienzos de año, nos estamos viendo envueltos como consecuencia de la crisis derivada por la epidemia del coronavirus, las empresas y los inversores han de seguir pensando en herramientas para el crecimiento y el futuro.

En este sentido, en el ámbito empresarial, tanto en nuestra realidad más cercana como a nivel global, se ha consolidado la alternativa del crecimiento inorgánico. A esta visión contribuyen tanto factores económicos, entre los que destacan la gran liquidez existente en los mercados y los bajos tipos de interés, como por lo que podemos catalogar de factores culturales como el reconocimiento de la necesidad de alcanzar dimensión -incluso a costa de perder protagonismo o de tener que realizar un esfuerzo inversor- y la pérdida de los miedos tradicionales a los inversores ogro.

Las motivaciones para la incorporación de un socio al capital de una compañía son muy variadas: capital para el crecimiento, capital sustitución, obtención de sinergias -industriales, comerciales o de otro tipo-, sensación de haber tocado techo, etc.

Así, en este contexto, la actividad global en Fusiones y Adquisiciones -M&A en su acepción inglesa- ha venido creciendo de manera consistente durante los últimos años, si bien en la segunda mitad de 2019 se produjo una ligera ralentización. Las tendencias globales no son ajenas e influyen en lo que ocurre en nuestro entorno del País Vasco. El volumen de inversión en fusiones y adquisiciones en España disminuyó un 46% en 2019 y el número de operaciones registradas, ciñéndonos a los datos aportados por Refinitiv -antes Thomson Reuters-, descendió un 14%.

Pero si tuviéramos que resumir en cuatro titulares lo que ha ocurrido en 2019, podríamos quedarnos con que, en primer lugar, las empresas norteamericanas son, con gran diferencia, las más activas en la actividad de fusiones y adquisiciones, protagonizando más del 50% de las operaciones mundiales. Europa representa aproximadamente el 25%.

En segundo lugar, la influencia de China -por las tensiones comerciales más que por el famoso coronavirus- ha descendido significativamente en 2019. Como tercer titular, las operaciones son cada vez de mayor dimensión, apoyadas en los persistentemente bajos tipos de interés que facilitan -reservas de caja- tanto para los inversores industriales como para los financieros.

Finalmente, el cuarto sería: continúa el crecimiento de la industria del Private Equity que participa en cada vez más operaciones -sobre todo en Tecnología e Industria-. Este fenómeno es más relevante en nuestro entorno, ya que es relativamente nuevo y su importancia crece cada día.

En referencia a este último punto parece oportuno destacar la consolidación del Private Equity como una nueva herramienta para la captación del ahorro. El patrimonio de los fondos de capital riesgo no ha hecho más que crecer estos últimos años. El inversor institucional es un gestor de fondos que canaliza el ahorro privado, y lo puede hacer en Bolsa o comprando directamente empresas enteras o participaciones.

Y ahora, ya en 2020, y a pesar de que la realidad económica de fondo no había sufrido cambios de importantes con el cambio de año, no se nos oculta el impacto que está suponiendo la epidemia de COVID-19, la epidemia por coronavirus de Wuhan, también en las operaciones corporativas. Quiero pensar que es un parón temporal -aunque el descenso en dos meses en España de un 20% respecto a al mismo periodo de 2019 nos hace pensar que las incertidumbres globales sí tienen impacto- y que no afectará tan radicalmente si contemplamos un horizonte de medio plazo. Los fundamentales de la economía y de las empresas se están viendo afectados, pero la virulencia extrema de los últimos días puede resultar quizá exagerada. Ojalá sea así.

En relación a uno de los elementos clave en el ámbito de las fusiones y adquisiciones, las valoraciones, podemos concluir de manera sucinta que, en general, las valoraciones medias han descendido en 2019 como ha ocurrido, por ejemplo, en los sectores industriales, de bienes de consumo, business services, farmacia y otros, si bien el sector tecnología, muy activo en los últimos tiempos, ha crecido durante el mismo periodo.

En nuestro entorno del País Vasco, lógicamente inmerso en las tendencias globales, durante los últimos ejercicios se viene produciendo un creciente interés por las operaciones corporativas. Y este interés lo contemplamos en un doble sentido.

Por un lado, observamos a muchas de nuestras empresas, deseosas cada vez más de implantarse en otros mercados o de consolidar mayores dimensiones por una vía más rápida que el crecimiento orgánico -resulta que lo de la globalización, para bien o para mal, era verdad-. Y por otro, constatamos claramente el cada vez mayor interés que despiertan nuestras empresas y empresarios entre el universo de inversores -tanto estratégicos como financieros-, debido a la calidad y fiabilidad de los mismos y a una reputación cada vez mejor entre dichos universos de inversores.

Hasta hace no demasiados años que un inversor foráneo, especialmente financiero, tuviera a empresas vascas entre sus primeras opciones para invertir no era muy común. Sin embargo, puedo garantizarles que, en la actualidad, la solvencia y seriedad demostrada por nuestras compañías, les hace especialmente atractivas, y así lo constato en mi día a día profesional. Bien pensado, es una posibilidad que se les presenta para apalancarse en terceros para facilitar su crecimiento, un crecimiento que indudablemente será en beneficio de todo nuestro entorno socioeconómico.