Aprender a vivir gestionando los buenos y los no tan buenos contextos

Recuerdo hace ya unos 15 años, comiendo con uno de los tantos gerentes que he conocido, que me decía cariñosamente: “Martita, si no hay tensiones, no hay avance”. Yo entonces no estaba nada, de acuerdo. Ahora probablemente con las tensiones a las que se refería como conflictos y disputas internas, tampoco. Sin embargo, con otro tipo de tensiones, debemos aprender a vivir e incluso a agradecer, pues representan el síntoma de una necesidad, y son las necesidades las que a las personas nos hacen actuar.

Insisto siempre, que las empresas no existen sin las personas que las formamos y alimentamos con nuestro trabajo diario. Es la suma de nuestras misiones y tareas incluyendo a clientes, proveedores y sociedad, las que hacen que nuestro sistema y planeta funcionen mejor o peor.

Quizás este gerente era un visionario respecto a las tensiones..., aunque no tanto en cómo tratarlas y aprovecharlas. El cómo tratar las cosas que llegan es vital, véase si no con este virus, que nos ha cambiado la vida. A todos en el mundo y prácticamente al mismo tiempo; sin embargo, no el 100% de las reacciones han sido iguales. Misma situación, distintas actitudes y acciones.

Por primera vez a nivel mundial todos nosotros quizás vivimos lo mismo, y no me refiero al virus, sino a la de vivir mas de dos meses con la libertad de movimiento totalmente restringida y con ella la de nuestro habitual día a día. La vida nos cambió de golpe y todavía sigue adaptándose y nadie tiene claro en que se va a quedar. Enseguida hemos podido ver y seguir desde las noticias y redes sociales la evolución del comportamiento humano según los países, según las regiones, según los barrios y según los entornos profesionales.

Aquí como en todo, las cosas pasan, a veces parecen buenas, a veces parecen malas, cuando llegan, aunque la realidad es, que no son ni buenas ni malas, depende de tantas variables que no podría hablar de todas en esta tribuna. Además ya se esta escribiendo sobre ello y sobre ejemplos concretos. Muchas reflexiones importantes, interesantes al igual que actuaciones extraordinariamente positivas y negativas también.

Por mi parte, creo que ha llegado el momento que ya la vida no debería seguir frenada por los dirigentes basándose en el virus, ya debería cambiar y adaptarse a él y a otros que puedan venir, pues parece que ha llegado para quedarse un buen tiempo y volver a menudo. Además, si la política y las leyes han puesto normas para convivir con la polución, la violencia de género, el cáncer, la locura, el hambre, las dependencias de cualquier tipo, ...que pongan normas para convivir con esto, que no es tan malo ni virulento como otras consecuencias de muchas de las cosas a las que nos hemos habituado y nos parecen normales.

Nos mantienen confinados en los hogares durante dos meses por que nuestro sistema sanitario y la innovación de la salud y del sistema inmunitario no está lo suficientemente bien dotado y con ello no me refiero a una vacuna contra un virus que no ha llegado, sino a otras actitudes proactivas hacia una vida más saludable por un mejor entorno y hábitos que refuercen el sistema inmune.

Hay un campo enorme desde la educación y la empresa y si se potenciase y apoyase de forma continuada y con un presupuesto suficiente con la llegada de tempestades como ésta se estaría preparado para resistir sin necesidad de cantar desde el interior.

Vivimos en un sistema, todo lo que ocurre en un entorno inevitablemente salpica a otro y la economía y la empresa son motores básicos de este nuestro sistema. Otro fundamental es el de la educación, ya que da la base para el posterior desarrollo individual y ya hemos recalcado que la suma de los individuos somos la sociedad y la de las distintas sociedades da como resultado el mundo.

Persuadir que es en realidad vender influencia. Y vender debe ser ayudar y si no sabemos qué estamos vendiendo tampoco sabemos en qué estamos ayudando. Dicho de otra manera, si no sabemos en qué podemos ayudar/influir nos será muy difícil vender a nuestros clientes, al equipo, a la familia, a la sociedad. ¿En qué y cómo influimos desde dónde estamos y con lo qué hacemos a nivel personal y profesional?

Necesitamos de habilidades técnicas y de gestión cada vez mas estratégicas que se nutren de la Inteligencia Emocional. La estrategia está llena de confusión e incertidumbre y en ese contexto es donde se deben tomar decisiones de hacia dónde dirigirse. La IE abarca un campo de estudio tan amplio o más que cualquier grado técnico y exige un aprendizaje vital. Muchos llamados profesionales creen que lo aprendido hace 20 años sigue siendo válido hoy. Muchas decisiones se toman con conocimientos y en el contexto de un pasado y no de un presente para hacer un mejor futuro.

Se nota y se notará cada vez más quien está formado en ambas o solo en una de ellas; quien está en un aprendizaje continuo vital, tanto en lo técnico como en lo humano y emocional. Se ha notado la diferencia en cada crisis mundial, y en ésta provocada, más que por el virus, por la falta de capacidad para preverlo, detectarlo, tomar decisiones rápidas y registrar su evolución y actuar en consecuencia también.

Un buen capitán es el que guía a su equipo a través de la adversidad, siendo un modelo para seguir, obteniendo rendimientos capaces de definir su carrera durante esos momentos de verdadera dificultad. Desarrollar una cultura poderosa y positiva no ocurre por casualidad, requiere un esfuerzo continuo y resiliencia.

En otras palabras, es relativamente fácil proyectar un aire de positividad y creencia de forma superficial, y cuando las cosas van bien, es fácil mantenerlo. Es solo en los días duros, en las épocas malas, en los periodos complicados, cuando verdaderamente se conoce la fortaleza de la cultura y el clima de un lugar. Como decía Goethe: “El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad”.