Valores para reactivar la economía

La vuelta a la reactivación está siendo muy muy dura, y hay que reconocer que aún no ha llegado lo peor. Se ha utilizado el término hibernación, que es bajar con frío la actividad, y yo imagino que es como un cuerpo que se ha mantenido a baja temperatura para que cuando la situación mejore ir poco a poco volviéndolo a la vida. Pero descubrimos que hay partes que no se mueven, que no hay forma de reactivar algunos dedos de las manos o los pies porque se han gangrenado.

Va a ser en el tercer y cuarto trimestre del año cuando veamos qué partes han quedado afectadas, cuáles están en perfecto estado y cuáles no podrán volver a la actividad nunca más. La gran pregunta es: ¿debemos volver al estado exactamente igual a como estábamos en 2020? Dicho así la respuesta es inmediata: ¡Sí, por favor!; firmábamos ahora mismo. Pero parte de la sociedad entiende que quizás sea el momento de meter en los ingredientes de la receta para salir de esta situación unos gramos de valores y un decilitro de las lecciones aprendidas, a ver qué sale. Empecemos por los valores.

Solidaridad: las desigualdades han salido a relucir en toda su crudeza. El confinamiento no ha sido igual para todos y todas, y un río de solidaridad ha crecido para ayudar a quien más lo ha necesitado. Corregir las desigualdades es tarea del gobierno, pero la solidaridad procede de la sociedad, no sólo por la importante labor del voluntariado, sino porque tenemos que admitir de buen grado que con nuestros impuestos se ayude a quienes más lo necesitan para que las desigualdades no continúen agrandándose.

Capacidad de adaptación: la incertidumbre forma parte de nuestra vida desde el mismo momento en que nacemos. No digamos desde el punto de vista de la economía o la empresa. Desarrollar la capacidad de imaginar respuestas diferentes para distintos escenarios y prepararnos para todo ello debe forma parte de cualquier persona, organización, empresa o gobierno.

Empatía: ponerse en el lugar de los demás es una de las herramientas clave para la supervivencia. Nos ayudará no sólo a ser una sociedad más solidaria, sino a buscar las necesarias alianzas que nos harán más fuertes y resilientes.

Respecto a las lecciones aprendidas que formarían parte de esa nueva sociedad, las siguientes: aumentar la inversión en Salud, como punto cardinal. Los múltiples recortes de los diferentes gobiernos fueron rebajando el nivel de calidad que habíamos alcanzado, y sólo con esta debacle hemos podido observar que hemos podido salir in extremis gracias al compromiso y vocación de las personas que forman parte de sus plantillas. Avanzar en la digitalización: hemos comprobado como las empresas, las entidades educativas, las organizaciones e instituciones que habían avanzado en el mundo digital han sufrido menos y están en una mejor situación para salir adelante. Además de muchas empresas, en Euskadi deberán reflexionar sobre sus ritmos de digitalización el ámbito judicial y la educación que, en mi opinión, no han estado a la altura.

Debemos apoyar la sostenibilidad, asegurarnos que nuestras necesidades presentes no comprometan las de las generaciones futuras, un mantra que ha venido para quedarse. No se nos escapa que en un primer momento haremos lo que haya que hacer para reactivar la economía, pero enseguida hay que seguir apostando por la descarbonización, por la protección del medio ambiente y un bienestar social que no implique desequilibrios en el futuro ni en el presente de otras regiones más desfavorecidas.

Generar alianzas es otro reto. Ya lo dice el número diecisiete de los ODS. Llegar a acuerdos con iguales y desiguales para hacer posibles todos los objetivos que la humanidad se ha marcado para 2030. Las empresas hace tiempo que emprendimos ese camino, asociándonos en organizaciones empresariales, creando clústeres y asociaciones, que se han visto como agentes imprescindibles en esta crisis. En el campo de las alianzas queda mucho camino por recorrer en Euskadi, con un 99% de pymes. También de la colaboración público-privada siempre salen proyectos positivos para toda la sociedad.

Involucrar a la juventud en cualquier plan que hagamos e integrarla en nuestro tejido empresarial. Las mujeres y la juventud han sido las más afectadas en esta crisis. Se estima que alrededor de 10.000 jóvenes se graduarán este curso. Las becas internacionales se han suspendido. El Gobierno vasco está haciendo un gran esfuerzo, pero se necesita a las empresas para que piensen en la juventud como una estrategia para sumar. Asimismo, seguir avanzando en la igualdad de género: en esta terrible crisis ha destacado la gestión de varias mujeres líderes internacionales; por cierto, sólo una de ellas forma parte del G20. Que esta crisis no nos haga olvidar la importancia de seguir incorporando a las mujeres a los puestos de dirección y de responsabilidad. Acabamos de ver que el pasado viernes la CNMV, si bien ha aumentado la recomendación de la incorporación de mujeres a los consejos de un 30% a un 40%, la ha retrasado dos años, hasta 2022.

Por otro lado, no podemos retroceder a un papel secundario, ahora teletrabajando y haciéndonos cargo de los cuidados; las mujeres debemos de reflexionar sobre cómo organizar esta oportunidad que es el trabajo flexible y exigir medidas de corresponsabilidad. Si no lo hacemos, veremos dentro de unos años que hemos caído en una trampa y la brecha salarial de género habrá aumentado.

AED celebró con la patronal vizcaína Cebek un acto en que se pretendía dar voz a las empresas y resaltar su papel para generar un empleo de calidad, bienestar y un sistema sanitario reforzado. En su testimonio pusieron énfasis en la confianza en las personas y sus valores como clave para haber pasado los momentos más duros. Además nuestros stakeholders son un reflejo de la sociedad y nos exigen que las empresas implementemos estos valores en nuestros planes estratégicos y, de hacerlo, estaremos desde luego en una mejor posición para prever y adaptarnos a situaciones tan inéditas como la que estamos viviendo.