José Luis Rodríguez Frutos, Dr. Ingeniero industrial y catedrático de Tecnologías del Medio Ambiente: “Pagamos hoy las consecuencias de no tener plantas de tratamiento y de vertido adecuadas”

Además del Covid-19, otro problema azota a la sociedad vasca: el de los residuos industriales. La tragedia ocurrida en Zaldibar trae a la realidad el reto de su gestión y las consecuencias de no haber construido plantas para su tratamiento. José Luis Rodríguez Frutos, doctor ingeniero industrial, analiza la situación actual y futura.

El que fuera el primer director de la sociedad pública de gestión ambiental Ihobe conoce a la perfección el pasado y el presente de la gestión de residuos industriales en Euskadi. Afirma que se perdió la oportunidad de contar con plantas de tratamiento y sistemas de vertido adecuados.

El problema de la gestión de los residuos industriales ha vuelto a la actualidad con la tragedia de Zaldibar. ¿Es un reto pendiente para Euskadi?

Tristemente la gestión de los residuos industriales ha vuelto a la actualidad, debido a la desgracia acaecida en Zaldibar. Como conocedor del mundo de los residuos en sus diversas variantes y variedades, siempre me ha sorprendido no la existencia de los residuos, sino dónde han ido a parar y qué coste ha tenido para los generadores, el medio y la sociedad. El residuo supone, además de un despilfarro, un fracaso en lo económico, en lo ambiental y en lo social. Es un fracaso económico porque supone perder, sin prácticamente valor en la mayoría de los casos, materias primas, productos de conversión, energía ,etc., por un lado, y por otro, el coste que representa el deshacerse de ellos, prerrecogida, recogida, transporte, tratamiento y, en último lugar y en su caso, el vertido. En lo social y ambiental, el coste son problemas de salud, deterioro del medio, hipoteca de suelo, contaminación de acuíferos, etc.

¿Por qué cree que cuesta su tratamiento adecuado en la sociedad del siglo XXI?

Deshacerse del vertido en condiciones compatibles con el medio ambiente es siempre una operación que suele ser más cara que la piratería de eliminar de forma más o menos clandestina o incontrolada, a veces sanción administrativa incluida. Por mi trabajo en una empresa del ramo, fui testigo de como se retiraban los residuos de los centros donde se producían y se vertían en los lugares mas sorprendentes. Eso sí, se cobraba por la recogida, el transporte y el tratamiento. Lo importante era sacarlos de fábrica y una vez en la puerta el problema se transfería al recogedor. Aparecían instalaciones de tratamiento o zonas de vertido, inexistentes en la mayoría de los casos, pero nadie lo comprobaba.

¿Existían proyectos para construir plantas de tratamiento?

A finales de la década de los 70, el Ministerio de Industria elaboró a través de la empresa Impolusa un estudio sobre las posibles ubicaciones en el Estado de diversas instalaciones centralizadas de tratamiento de residuos industriales, estudio que incluía vertederos controlados en cada una de ellas y en consonancia con los residuos industriales que se generaban, tanto por sus cantidades como por su tipología. Aquel estudio quedó en el olvido a pesar de que era notorio y notable la producción de dichos residuos, especialmente en determinadas zonas de mayor industrialización y con la certidumbre que no recibían tratamiento ni eran depositados en vertederos autorizados y controlados.

¿Cuándo empieza a desarrollarse su gestión en Euskadi?

Constituido el primer Gobierno vasco y éste ya en pleno ejercicio de sus funciones, se hace cargo del estudio y se constituye la sociedad pública de gestión ambiental Ihobe en enero de 1983. Se le encomienda la localización para una planta centralizada de tratamiento y vertedero de residuos industriales tóxicos y peligrosos, dentro de los límites geográficos de la comunidad autónoma. El proyecto quedó en agua de borrajas por problemas con comunidades cercanas, cambios políticos y de políticos y un ecologismo mal entendido. Pero los residuos industriales seguían ahí. Existían y no había prácticamente ninguna instalación ni vertedero, donde tratarlos o depositarlos.

¿Y qué labor realizaba Ihobe?

Ihobe realizaba, entre otras labores, con el aval del Gobierno vasco, encuestas entre las empresas para conocer los residuos que generaban y que no eran tratados o gestionados por los propios productores, tanto en cantidad como en calidad, en aras a dimensionar posibles instalaciones. El nivel de respuesta no solía superar el 20%, declaraban la inexistencia de residuos o que eran tratados por la propia empresa o que una firma autorizada dedicada al tratamiento y gestión de residuos se hacía cargo de ellos.

¿Cuál es la situación actual?

El avance en los últimos años ha sido muy importante, en especial en la reducción de los residuos peligrosos o tóxicos y su sustitución por otros productos que ocasionan menos riesgo y menos coste en su gestión, pero el camino por recorrer todavía es largo. Entre los esfuerzos de los generadores y la colaboración de la Administración será posible recorrerlo mas rápido. El avance en el aprovechamiento de los residuos, en cualquiera de sus variantes, también ha sido espectacular pero queda mucho por hacer.

¿Qué cantidad de residuos industriales genera el País Vasco?

En el conjunto de la Comunidad Autónoma, los residuos industriales representan casi 3,5 millones de toneladas, de ellos genera al año 172.000 toneladas de residuos peligrosos para los que no tiene vertederos. De los residuos industriales, el 43,8% iba a vertederos como el de Zaldibar o el de Mutiloa. Tras el cierre de este último pueden albergar residuos no peligrosos once vertederos de Bizkaia, dos de Gipuzkoa y uno en Álava. El principal destino de los residuos industriales no peligrosos es el reciclaje y el segundo destino en importancia es la eliminación, es decir, el vertedero. Estas cifras nos dan una idea de lo que apuntaba al principio: el fracaso en lo tecnológico y en lo ambiental en la gestión de los residuos industriales y el despilfarro económico que supone.

¿Tiene capacidad para gestionarlos?

Según datos del departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco y las informaciones publicadas al respecto, Zaldibar y Mutiloa recibían 850.000 toneladas de residuos al año. Y la viceconsejera explicó que los vertederos vascos no tienen la suficiente capacidad para acoger las 500.000 toneladas de residuos que anualmente recibía el de Zaldibar, entre ellos lodos procedentes del sector industrial papelero, siderúrgico, de fundición, construcción o automovilístico. La capacidad adicional disponible se estima en 440.000 toneladas, con lo que se produciría un déficit de 410.000 toneladas. Con las posibilidades de valorización de corrientes de residuos industriales, ese déficit de los vertederos este año se situará en las 250.000 toneladas.

¿Qué posibles soluciones ve factibles para reducir la generación?

No creo que la vía sea aplicar más tasas ambientales a la generación de residuos. Bastantes problemas sociales, ambientales y económicos generan ya los mismos, como para incrementar los problemas con sobrecostes que no van a solucionar nada. Podríamos hacer un análisis grueso de los costes de estas cifras y nos quedaríamos asombrados del dinero que mueve la gestión de los residuos industriales no peligrosos. De los tóxicos y peligrosos la historia es muy parecida. En general, la gestión global de los residuos desde el punto de vista económico es de un valor gigantesco. Podríamos citar algún ejemplo de instituciones, digamos, administración paralela que tiene gran interés en la gestión de los residuos, como Italia.

¿Y por qué Euskadi no aprovecha esa oportunidad económica?

Según todos los conocimientos científicos y tecnológicos, además de la posibilidad de ser utilizados o reciclados, hay una parte de ellos que no es posible alguna de estas vías y hay que acudir a la transformación o destrucción en instalaciones adecuadas de tratamientos físico-químicos, incineración, trasformación biológica etc. Todas ellas costosas y con costes de construcción, explotación y mantenimiento elevados. Lo que no se hizo en su día en Euskadi por diferentes motivos, acabamos pagando las consecuencias en la actualidad, porque el coste generado es probablemente muy superior al que hubiera supuesto ordenar el sistema.