
La expectativa de rentabilidad para un perfil conservador toca máximos de 11 meses
La inflación ha irrumpido en escena en el primer trimestre de 2021, con la consecuente reacción en el mercado de deuda: repuntes muy significativos en las rentabilidades de los bonos gubernamentales a muy largo plazo. Aunque en su última reunión el Banco Central Europeo (BCE) anunció un aumento del ritmo de las compras de deuda (aunque sin aumentar el tamaño del estímulo), lo que relajó ligeramente la tensión, la semana pasada se volvieron a imponer las ventas de deuda soberana, llevando al T-Note americano a diez años en la última semana de marzo hasta la zona del 1,75%, que marca la máxima rentabilidad exigida desde febrero del año pasado.
En este contexto, la teoría bursátil dice que una mayor rentabilidad en el bono hace más atractivo al activo de renta fija frente a la bolsa, lo que ha llevado a que la expectativa de rentabilidad esperada para un inversor con un perfil muy conservador, es decir, invertido al 100% en renta fija, alcance el 1,14%; máximos que no veía desde abril del año pasado, cuando los confinamientos totales se impusieron a lo largo y ancho del globo a causa de la pandemia.
Por el contrario, la rentabilidad que puede esperarse para un inversor arriesgado, aquel con toda su cartera en renta variable, ha caído por debajo del 5%.