¿Por qué la energía renovable ha alcanzado la mayoría de edad?

Las energías renovables son una de las principales historias de éxito de la renta variable en 2020. De hecho, el principal índice de referencia del sector, el índice S&P Global Clean Energy, se apreció más de un 140% el año pasado frente a un rebote del 16% del índice MSCI World y una caída de más del 30% de las acciones del sector energético.

A priori, este comportamiento no debería ser obvio, dado que la energía renovable no es novedosa y que, de hecho, los paneles solares, las turbinas eólicas y otras fuentes de energía renovable llevan años, si no décadas, entre nosotros. Algo debe haber cambiado en la mente de los inversores durante los últimos doce meses y deben haber entrado en juego consideraciones nuevas más allá de la tendencia a largo plazo hacia la energía limpia. ¿Qué ha pasado en 2020 para esta apreciación repentina del sector y cuál será su evolución a partir de ahora?

La primera observación que se debe hacer es que, en contraste con todos los demás combustibles, las energías renovables utilizadas para la generación de electricidad han crecido casi un 7% en 2020, según la Administración de Información Energética (EIA) de EEUU. Puede que esto no parezca mucho, pero se vuelve más significativo si tenemos en cuenta que la demanda mundial de energía disminuyó un 5% el año pasado. En otras palabras, la participación de las energías renovables en el mix energético ha aumentado sustancialmente.

Además, entre enero y octubre de 2020, la capacidad de las energías renovables negociadas en subastas estuvo un 15% por encima de los niveles del mismo período de 2019, lo que representa un nuevo récord. Existe una expectativa generalizada de que la capacidad comercial de las energías renovables aumentará aún más en los próximos años, aunque no necesariamente al mismo ritmo.

Aún más importante, el precio de la energía solar y eólica, en constante declive durante los últimos años, ha caído aún más, lo que las hace más competitivas en comparación con los combustibles fósiles. Este es un avance crucial porque, en el pasado, la generación de energía renovable solo era viable gracias a importantes subsidios gubernamentales. En el caso de la energía solar, cuyos costes han disminuido en un 80% durante los últimos diez años, significa que finalmente ya puede competir con los combustibles fósiles por sí sola, lo que es fundamental para su sostenibilidad a largo plazo.

Esta evolución ha venido respaldada por iniciativas políticas como el plan de recuperación de la UE, que incluye un cambio sustancial hacia las inversiones verdes. Además, la UE ha establecido un objetivo ambicioso de neutralidad de carbono para 2050 en la forma del Pacto Verde Europeo, que requerirá un paso significativo hacia las renovables. El acuerdo propone reducir las emisiones de carbono en un 55% en comparación con 1990 desde ahora hasta el final de la década.

Es especialmente significativo lo que está sucediendo en China que, por sí sola, aglutina el 27% de las emisiones globales de dióxido de carbono. El presidente chino, Xi Jinping, anunció en septiembre la intención del Gobierno de alcanzar un pico de emisiones de carbono antes de 2030 y lograr la neutralidad de emisiones en 2060. Si bien la viabilidad de un objetivo tan ambicioso y a tan largo plazo debe tomarse con cautela, la declaración marca un cambio fundamental en la actitud de China hacia las emisiones de carbono -y, por tanto, hacia las energías renovables- que no es un tema menor. Por lo tanto, aunque China todavía está construyendo nuevas centrales eléctricas de carbón, esta declaración al menos señala el punto de partida hacia un enfoque más equilibrado entre los combustibles fósiles y la energía limpia.

Por último, pero no menos importante, el nuevo presidente de Estados Unidos se ha reincorporado al Acuerdo de París una vez más y se espera que traduzca la política climática en acciones concretas del Gobierno federal. Bajo la nueva Administración, la inversión en energía verde puede alcanzar hasta dos billones de dólares, con el objetivo de obtener un sector energético neutro en carbono en el año 2035, descarbonizar la industria del transporte a través de nuevos estándares de emisiones de combustible y desarrollar tecnologías emergentes, como la energía de hidrógeno verde.

A la luz de estos desarrollos, no sorprende que algunas compañías líderes en energía renovable, como las 30 empresas del índice S&P Global Clean Energy, hayan visto apreciarse sus acciones de manera sustancial en los últimos doce meses. Por ejemplo, para una serie de acciones de energía renovable, se estima que los ingresos crecieron un 29% en 2020 y se espera que aumenten un 24% más en 2021. Además, se espera un aumento de sus márgenes de beneficio y una mejora de sus perspectivas a largo plazo. Los inversores que gocen de buena memoria pueden recordar la debacle del último ciclo de energía solar que desembocó en una serie de quiebras empresariales, a las que siguieron años aparentemente interminables de escasa rentabilidad para todo el sector.

Ahora, sin embargo, algunas cosas han cambiado para mejor, en particular el hecho de que la política climática está en la cima de la agenda política en la mayor parte del mundo desarrollado, lo que significa que la inversión en energías renovables debe aumentar. Además, la industria de las renovables se ha consolidado a nivel mundial, lo que coloca a los principales actores del sector en una situación financiera más sólida que en años anteriores. Por otro lado, lo que no ha cambiado es la naturaleza volátil de los ciclos de inversión y la lucha por proteger los márgenes de beneficio a lo largo del tiempo, dadas las barreras de entrada relativamente bajas del sector.

Con todo, 2020 fue un año fundamental para esta industria y marcó el inicio de una nueva etapa en línea con los esfuerzos globales en marcha para descarbonizar el sistema energético. En otras palabras, el cambio hacia las energías renovables ha adquirido una dinámica que va más allá de los aspectos tecnológicos y regulatorios que han movido a los inversores en el pasado.