Riesgo, rentabilidad e impacto, el nuevo paradigma
Sir Ronald Cohen, autor de Impact, se dio cuenta ya con 60 años que no quería que su epitafio leyese “consiguió rentabilidades del 30% anual en sus inversiones”. Había sido cofundador y presidente de Apax Partners, donde llegó a gestionar 50.000 millones de dólares. Actualmente preside Global Steering Group for Impact Investment, que fomenta la inversión que optimiza riesgo, rentabilidad e impacto, midiendo el logro.
El autor considera que el capitalismo ya no proporciona respuestas a las necesidades de nuestra sociedad y planeta y que, como la revolución tecnológica marcó el siglo XX, un nuevo sistema moral está imponiéndose en el XXI. Ahora el impacto es el “corazón invisible” como lo fue la “mano invisible” del economista Adam Smith para los mercados. Observa que el modelo tradicional ha sido generar la mayor cantidad de dinero posible, sin preocuparse por hacer el bien, para después hacer filantropía de causas. Más aún, nuestro sistema financiero y económico genera impacto negativo y depende del Gobierno y la filantropía para resolver los problemas que crea.
Pero se puede hacer el bien haciéndolo bien. Se trata de aceptar que riesgo y rentabilidad necesitan una tercera dimensión: impacto social y ambiental. Se trata de un nuevo “capitalismo de impacto”, que se mueve por beneficio e impacto en igual medida, teniendo en cuenta que no significa sacrificar beneficios, pues tales negocios son más atractivos para consumidores, empleados e inversores. Considera que se logrará cuando los cien mayores fondos de pensiones y fundaciones dediquen un 10% a inversión de impacto en todas sus carteras, al igual que las 50 mayores fundaciones del mundo, 10% del gasto de las organizaciones sociales más prominentes y de la ayuda exterior se financie con contratos basados en resultados y 50 de las 500 compañías del Fortune global midan su impacto.
El autor lo ilustra con el bono de impacto social Peterborough SIB, que ayudó a reducir la tasa de reincidencia de prisioneros en Inglaterra. Los inversores, pagados por el gobierno, cobraron según el número de prisioneros que no volvieron a delinquir. Otro ejemplo es Bridges Funds Management, que canalizó 1.000 millones de libras para las partes más pobres de Inglaterra y proporcionó una rentabilidad neta anual del 17% o Big Society, lanzado por David Cameron en abril de 2012, que ha facilitado la inversión en organizaciones caritativas, aumentando su escala.
Se trata de contratos basados en resultados, mediante una organización social que el inversor financia, siendo remunerado en función de resultados medibles por el pagador, generalmente gobiernos o fundaciones. Si no se consiguen los objetivos el inversor pierde su dinero, pero habrá realizado una donación filantrópica y si se consiguen recibirá su inversión con una rentabilidad que aumentará con los objetivos conseguidos. Además, se trata de evaluar las instituciones sin ánimo de lucro e invertir en las que proporcionan mejores resultados, pues tienden a centrarse en obtener más fondos que en proporcionar impacto.
A nivel de empresas, en palabras de Michael Porter, “el propósito de una empresa tiene que ser redefinido como creador de valor compartido no solo de beneficios y va a conducir a una nueva ola de innovación y crecimiento de la productividad en la economía global”. Es el caso de Revolution Foods, que fomenta la alimentación saludable en las escuelas. Por su parte Adidas ha creado calzado con plástico reciclado de los océanos y se ha comprometido a emplear al 100% poliéster reciclado para 2024 e Ikea tiene un programa de arrendamiento de muebles en Suiza con el que se puede devolver el producto usado para reacondicionar y elegir uno nuevo.
Al respecto la iniciativa Impact Weighted Account promueve la medición sistemática e integración ponderada del impacto en las cuentas de las compañías, mediante principios generalmente aceptados de impacto, como hay principios generalmente aceptados de contabilidad. Se trata de dar valor monetario a los asuntos sociales y medioambientales en dimensiones como calidad, accesibilidad y reciclabilidad o cómo de saludable son los productos alimenticios. Otras iniciativas son Global Impact Investment Network, Sustainability Accounting Standards Board y World Economic Forum International Business Council. Hace falta verificación, disciplina y transparencia. Al respecto la OCDE reconoce que los gobiernos deben jugar un papel en el desarrollo de estándares de medición e informe, con incentivos para los inversores.
De momento las inversiones ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) y de impacto equivalen a 15% de los activos globales, que suman 215 billones de dólares y más de un tercio de los activos gestionados profesionalmente, los bonos verdes 10% del mercado de bonos y los bonos sociales y de desarrollo pueden llegar a 1% del mercado de bonos para 2030. Los fondos de pensiones muestran mayor progreso, consistente con su obligación fiduciaria, sumando 38,3 billones. Incluso algunas firmas de capital privado empiezan a lanzar fondos especializados de impacto. Según Global Family Office Report 2017 un 40% de las oficinas de familia planeaban incrementar su asignación a inversión de impacto.
A fin de cuentas, Cohen considera que toda inversión será de impacto.