No queda más remedio que ‘tomarse unos chupitos’
El dinero en depósitos y efectivo en España ronda el millón de millones. Son 967.000 millones de euros, el 41,8% del ahorro financiero, que no están generando rentabilidad alguna. Además, cerca de un 14% adicional está en fondos, la mitad de los cuales se posiciona en los vehículos más conservadores, con gran peso de la renta fija. Esto, por el momento, no ha supuesto un problema a los inversores en términos de rentabilidad, ya que, en ausencia de inflación, les ha sido posible mantener su poder adquisitivo -que es el objetivo primordial de estos perfiles-. Incluso han podido arañar algo de interés gracias al buen comportamiento que, por precio, han experimentado los bonos gracias a las inyecciones de los bancos centrales. Pero la llegada de la inflación que se espera para los próximos años cambiará tremendamente el panorama.
Tal y como señalaba recientemente a elEconomista Félix López, socio y director de ATL Capital, estos inversores “no son plenamente conscientes” de que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras, “y este año las probabilidades, además, son más reducidas. Si se produce cualquier movimiento al alza de los tipos de interés, los fondos que invierten en bonos con duraciones a largo plazo pueden perder por precio”, advertía.
Teniendo en cuenta el averno que viene en renta fija, y con el riesgo que supone la inflación, aquellos inversores que tengan un horizonte de más de 3 o 5 años no van a tener más remedio que tomarse unos chupitos de renta variable, pese a que les siga gustando más la insípida menta poleo de la deuda. Estamos entrando en una época tremendamente complicada para el inversor conservador, y se hace imperiosa la necesidad de subir un peldaño en su perfil de riesgo.
El cambio tendrá que realizarse sí o sí aunque por ahora, según nos explican los expertos consultados por Inversión a Fondo, los inversores de más edad siguen prefiriendo perder algo de dinero a apostar por la renta variable y por otros activos de riesgo. Las sucesivas crisis vividas en los últimos años, en lugar de curtirles y darles perspectiva ante los descensos, lo que han hecho en muchos casos es minar su confianza. Y las entidades dejan claro que ese salto en la asunción de riesgos tiene que darlo el cliente, que no se le puede empujar. Sí han conseguido, poco a poco, que vaya abriendo su mente al high yield o a la deuda emergente, pero sigue mostrando desconfianza en la bolsa -aunque es cierto que no todos los conservadores son iguales; un fondo mixto conservador, según los categoriza Morningstar, puede llegar a tener hasta un 30% de renta variable, un nivel que para muchos clientes podría resultar inasumible-. La buena noticia es que los inversores más jóvenes sí se muestran preparados para arriesgar y diversificar más, y eso es en gran parte porque cuentan con una mayor formación financiera que la que recibieron sus padres.